Hola queridísimos lectores blogueros, me voy a unir al reto juevero propuesto por EL DEMIURGO DE HURLINGHAM, así que intenté crear un relato que terminó siendo híbrido.
Tod@s saben que mi país queda en América Latina y sino, se enterarán ahora, ya que soy de Argentina, lugar que se encuentra atravesado por muchísimas injusticias y un retraso social importante. Casi todos los progresos se centran en Buenos Aires, de hecho, tenemos un dicho popular que reza "Dios atiende en Buenos Aires".
Mi preocupación por las problemáticas sociales y las injusticias es enorme, tal vez excesiva y desconozco el motivo por el cual nacieron los retos jueveros, no sé si fue producto del aburrimiento, si nacieron con el fin de entretener - cuestión que me parece maravillosa - lo cierto es que mi inspiración, siempre va a apuntar a la reflexión, no logro salir de ese lugar, ni quiero tampoco, soy de las que afirman que hasta el género fantástico - el buen género fantástico, puede hacernos pensar y mucho en lo destructiva que llega a ser la raza humana.
Elijo siempre el camino de la reflexión y sostengo firmemente que la buena literatura es aquella que haciéndome pasar un momento bello, también puede dejarme una gran enseñanza para seguir intentando hacer algo por el OTRO. Reconozco ser complicada para el gusto literario y bastante déspota para la crítica, lo banal no me mueve un pelo y lo reconozco.
Pido disculpas por hacerlos transitar cada vez el camino del dolor, es que nos cuesta que el mundo nos mire, hasta nosotros mismos somos ciegos de nuestras desgracias y es así que vamos andando por nuestros paisajes diciendo que bello río, mar, piedra, montaña, laguna, cerro y jamás miramos quien las habita ni cómo las habita y en su documento, es tan argentino como nosotros.
Hasta mis chistes saben a pobreza humanitaria, pero bueno, soy así y no tengo interés en cambiar a esta altura.
La Quebrada de Humahuaca fue declarada por la UNESCO, patrimonio de la humanidad en el 2003. La humanidad sigue permitiendo que allí, sucedan situaciones como la que voy a relatar.
Abrazar la esperanza por Rosana
Pronto, durante la noche en que los niños colocan el agua y el pasto para los camellos, cumpliría 12 años.
María, no había sido bendecida con mucha gracia, no había necesidad de hacerle radiografías, cualquiera de sus huesos podía ser palpado con exactitud. Su andar se escabullía entre las piedras del monte, zigzagueando el camino, tropezando con las piedras sueltas que solían lastimar las plantas de sus pies. Un poco de arroz mezclado con harina de maíz o algunas veces, unas cucharadas de mote, no llegaban a producir la grasitud necesaria para que ese cuerpo tuviese algunas curvas. La delgadez del rostro, hundía sus ojos grandes y renegridos y enmarcaba los labios resecos de tanto sol de verano.
Es el tiempo de la cosecha. Todas deben estar alerta, todas deben cosechar. Los tabacales rebosan de verde salud que enfermarán los pulmones de los consumidores en el futuro, pero eso a ellas no les importa. No se puede pensar en la salud de los demás cuando se piensa con el estómago, sólo se puede obedecer y guardar la poca renta que logren reunir en el verano, para que dure todo el año.
En algún momento, cuando aún vivía su padre, María había ido a la escuelita rural que se asoma en el valle, camino a la quebrada. Allí una maestra fanática por los mitos, le había enseñado a leer y a escribir, leyendo unos cuantos relatos protagonizados por héroes, dioses y heroínas y estos se le habían hecho carne.
Una tarde cualquiera de invierno, cuando todavía podían dormir la siesta, María había perdido el sueño y sintió la necesidad de ir a ver los colores del cerro, liberarse del barbijo que la acompañaba por horas para no respirar el polvillo de la molienda del tabaco. Tenía al cerro tan cerca y no podía observarlo en su totalidad. Se entremezcló con los brotes de las plantas sembradas hacía muy poco y perdió repentinamente la niñez, se le quedó enterrada en los surcos del campo, regada a pura lágrima, pero sin ningún grito. María sabía que debía obedecer, que tendría que haberse quedado en el rancho y que ese era el castigo de la desobediencia.
Enero no tardaría en llegar junto a su cumpleaños y a la cosecha lista para arrancar y su vientre no le permitiría hacerlo: eso, traería severas consecuencias a su familia que contaba con su fuerza para completar el trabajo.
Buscó a su mejor amiga, y de paso, buscaron juntas una gran caja. Recordaron el mito aquel que decía que una mujer, alguna vez, había sido la culpable de desatar todos los males y se sintió identificada. Juntas buscaron a la Machi, aquella abuela sin edad que ayudaba a todas a traer sus críos al mundo, y antes de la madurez del feto, mientras los gritos de María formaban eco en la inmensidad de la quebrada y sus lágrimas provocaban el milagro de regar la tierra endurecida, decidieron ponerle fin a la vida de la niña que se estaba gestando en su vientre.
- ¿Qué harás con ella? – dijo la Machi
- La bautizaré Pandora, la meteré en la caja para que hurgue en su interior y busque a la esperanza, tal vez su sacrificio, nos libere de este mal, de este destino cosechero.
Y así, cumpliendo con el ritual, esperanzada en el mito que había hecho posible que supiese leer y escribir, se levantó, cerró la caja y la echó al Río Grande para que vague por siempre, junto a la esperanza.
Rosana
Para aquellos que quieran ilustrarse al respecto de la vida en la Quebrada, les dejo este reportaje a la directora de un documental que se estrenó en agosto de este mismo año
Tu posición frente a las historias es muy válidad Y las ficciones pueden basarse en historias lamentablemente reales, como una fórma de denunciarlas.
ResponderBorrarSí, aportaste algo valioso.
Un abrazo.
El significado de pandora, ya lo dice todo.
ResponderBorrarY por supuesto que dejas la entrada a la reflexión, cada uno que te leemos seguro que encontrara la suya propia, esa es la grandeza de estos relatos.
Para mí dejas ese hilo de esperanza que siempre hay que tener para un destino mucho mejor. Un besote Roxana.
Gracias por tus palabras y por tu visita.
ResponderBorrarUn beso,
Excelente relato Ro, te deja el sabor amargo de las voces ahogadas por el sufrimiento, el desamparo de tantas vidas inocentes, es crudo y absolutamente real.
ResponderBorrarUn abrazo.
PATRICIA