miércoles, 19 de marzo de 2025

Imágenes del barrio perdidas en el tiempo. (Por Patricia F.)

 

Este jueves 20 de marzo la convocatoria para el desafío está a cargo de Dafne Sinedie y el tema elegido es "Amor de barrio", se trata de escribir un relato, poema o reflexión que represente este amor de barrio y puede ser real o ficticio, mi relato es real y habla del barrio donde vivo y viví.

Podría hablar mucho sobre él, pero el límite es de 350 palabras.

Termino mi relato con un Vals de aquellos tiempos que a mi padre le encantaba y que yo supe escuchar.





Imágenes del barrio perdidas en el tiempo. (Por Patricia F.)


Mi barrio ya no es el mismo, a paso lento se fue transformando, pero guarda tantos recuerdos. 

Esas calles de tierra ya no están, ni tampoco el potrero que en verano se llenaba de miles de sapitos bebés saltando entre los pies cuando lo cruzábamos caminando. 

Ni el viejo terraplén del ferrocarril, donde jugábamos con mis primos en las tardes de vacaciones.  

Aquella esquina donde en las estrelladas noches de verano armábamos un fogón y el mate circulaba entre amigos y primos, sonaba la guitarra cantábamos y entre bromas pasaban las horas hasta la madrugada, esa esquina... 

El bar Sarandí, la pizzería Los Tres Ases, que cuando éramos niños íbamos cada tanto a comer pizza con mis padres y hermano, esa era nuestra salida a cenar muy de vez en cuando más no se podía, de postre sopa inglesa que para mí era todo un desafío pues estaba regado con vino dulce. La única pizzería en muchos kilómetros que conserva el horno a leña y está en mi barrio desde hace casi cien años. 

Tampoco existe más el cine, de chica veíamos allí películas de Disney y cuando finalizaba la época de la dictadura, allí se presentaron vario cantantes de rock nacional en su regreso a los escenarios después de estar prohibidos, recuerdo largas filas para entrar de todos los jóvenes que coreábamos sus canciones. 

La librería Liébana, una suerte de librería, juguetería, papelería, regalería en el centro de Sarandí. 

Las zapaterías, disquerías, tiendas y perfumerías que ya no están, en otros tiempos tuvo una vida propia tan diferente a la de ahora que cada rincón, cada esquina tiene un recuerdo diferente para mí. 

El club Arsenal, está aquí, aunque yo siempre fui hincha de Boca porque mi madrina lo era, pero al club íbamos a la pileta con mi prima cuando éramos chicas. 

El origen del nombre se remonta por allá, por 1580 cuando Juan de Garay, descubre un arroyo bordeado de arbustos llamados sarandíes de allí el origen. 

Pero más allá de la historia, mi barrio guarda toda la historia familiar y los recuerdos, muchos felices, otros no tanto, la vida que fue pasando.




domingo, 16 de marzo de 2025

El tiempo se ha detenido. (Por Patricia F.)

 

Este mes de marzo estoy participando de la propuesta de Cristina Rubio en su blog comunidad Alianzara cuyo tema es: UN MOMENTO ETERNO: LA PERCEPCIÓN DEL TIEMPO EN LA LITERATURA.

El reto consiste en leer "No oyes ladrar los perros "de Juan Rulfo y escribir un relato en el que un momento se convierta en una eternidad.

Por ejemplo, puede ser una despedida, la espera de una noticia crucial, la espera de un amor no correspondido.

Mi historia está basada en un hecho real, que me tocó vivir hace varios años atrás.




El tiempo se ha detenido. (Por Patricia F.)


La blancura y frialdad de ese largo pasillo me envolvían como un manto de nieve, tan blanca, tan fría como las mismas luces que lo iluminaban. 

Por instinto tiritaba, no sé si era el frío no sé si eran los nervios, pero no lograba controlar ese leve temblor. 

Miré el reloj al fondo del pasillo, apenas se movieron las agujas y sin embargo parecía que había pasado una eternidad desde que mi madre ingresara al quirófano. 

Miré angustiada las blancas baldosas, las conté con la mirada, tratando de no pensar, de acelerar ese tiempo que, a paso lento, se negaba a avanzar. 

Mientras en mi mente retumbaban las palabras del doctor, que una tras otra como puñaladas se me volvían a incrustar en el corazón, en el alma. 

  • -"Tengan en cuenta que es una cirugía complicada y puede que no salga con vida del quirófano”. 

Un nudo volvió a formarse en mi garganta, impidiéndome respirar y las lágrimas rodaron por mis mejillas al recordar la escena, las palabras de mi madre, luego de escuchar al doctor: 

  • - “Solo les pido que, si no salgo viva de la operación, no quiero velatorio, quienes no me vinieron a visitar cuando estaba viva, no tienen que venir a verme después de muerta. Tampoco quiero flores, las flores son para olerlas cuando aún respiras, quiero que me cremen y mis cenizas las esparzan en la naturaleza, sea el mar, el campo, donde más les guste. 

Recuerdo prometerle cumplir su voluntad si de allí no salía, de darle un beso en la frente y ver al camillero empujar la camilla por ese pasillo. 

Nuevamente ese largo, blanco, frío pasillo me heló la sangre. Mis ojos volvieron a mirar el reloj, lentas sus agujas apenas se movían como si se rieran de mí y de mi angustia. 

Comencé a rezar en silencio, abstraída del mundo blanco que me rodeaba, de orfandad que sentía en ese momento, miré a mi hermano sentado a unos metros de mí, en silencio observando el mismo reloj, no me atreví a hablarle, sabía que él llevaba la misma lucha interna que yo y el silencio era la mejor solución. 

Comencé a recordar la infancia, la adolescencia, juventud y a mi madre siempre ahí para nosotros, siempre presente. No era justo que ella estuviera debatiéndose entre la vida y la muerte adentro de ese frío quirófano. Pensé que la vida no es justa, realmente no lo es, tantas cosas tristes le tocaron vivir desde chica y ahora en sus últimos años debía luchar contra esa cruel enfermedad, que le impedía disfrutar de tantas cosas. 

Volvieron a rodar lágrimas por mis mejillas, mis ojos buscaron nuevamente ese reloj, había pasado una hora, que parecieron miles y el silencio del pasillo se hacía cada vez más abrumador, el segundero se acopló a mis latidos, marcando aún más el desasosiego que me embargaba. 

Comencé a contar esas pulsaciones, mientras rogaba que se aceleraran, que el tiempo apurara su andar. 

Pero no, el tiempo seguía su ritmo... 

El pasillo blanco, frío cada vez más largo como el tiempo mismo, como mi angustia me estaban envolviendo en un torbellino blanco, que me ahogaba y me llenaba de deseos de gritar, pero no podía, no debía hacerlo. 

Hasta que por fin nos llamaron por micrófono, la cirugía había terminado, mi madre estaba viva, con varios centímetros menos de intestino, muy delicada la habían pasado a terapia, si bien habían logrado extirpar todo el cáncer, le esperaba una larga recuperación y luego sesiones de quimioterapia, todo eso le permitió estar tres años más en este plano hasta que su cuerpo cansado dijo basta. 

Luego de unos días le agradecí al cirujano su sinceridad, porque si bien antes de entrar a quirófano eso fue demoledor, le permitió a mi madre expresar su voluntad que luego cumplimos con mi hermano pasados esos tres años de gracia. 

Imágenes del barrio perdidas en el tiempo. (Por Patricia F.)

  Este jueves 20 de marzo la convocatoria para el desafío está a cargo de Dafne Sinedie  y el tema elegido es "Amor de barrio", se...