Después de muchos meses de sequía, hemos tenido por fin lluvia, tan necesaria, campos secos y cultivos perdidos, arroyos con sus causes completamente secos y lagunas secas o a punto de estarlo. Este ha sido uno de los veranos y otoño más secos y calurosos de los que yo tenga memoria.
Por eso estos días de lluvia fuerte, varios, fueron esa alegría tan esperada para la tierra y me trajo tantos recuerdos que derivaron algunos, porque son muchos realmente, en este corto texto.
(Hojas de mi jardín cargadas de lluvia, collage de fotos)
El aroma de la lluvia y los recuerdos. (Por Patricia F.)
Esa copiosa lluvia que desde hace varios días cae sobre Buenos Aires, me trae una retahíla de recuerdos.
El primer aroma a tierra mojada que aspiro me dice que el aire se ha purificado y renovada sabia recorre las venas de las plantas, que el viento del sudeste no solo trae un marcado descenso en el termómetro, en su incesante y frío soplar acarrea una alada carreta de recuerdos.
Puedo sentir aquel rostro de niña helado y enrojecido por el frío, pero feliz con esos días de tormenta no había que ir a la escuela, qué niño no estaba contento quedándose en su casa.
Regreso a mi actualidad y pienso, bajará la temperatura sí y con ello aumentará el deseo del calor en el hogar, es imposible abstraerse al recuerdo, al vivo deseo de volver a disfrutar de esa cocina económica a leña, que teníamos en casa y que mi madre encendía desde muy temprano, para calefaccionar y cocinar. Ahora desde ese recuerdo se llena de calor mi alma, porque sin dudas el alma al igual que el cuerpo necesita calor.
No puedo sustraerme a las cocinas económicas cuando las veo, estuve a punto de hacer instalar una en mi casa cuando hice la reforma hace unos años, pero, en primer lugar no dispongo de mucho espacio y en segundo debe quedar bien instalada pues de lo contrario el tiraje manda el humo para adentro.
Hay, me fui por las ramas (es imposible no hacerlo ante tamaños recuerdos) hablaba de la copiosa lluvia y del frío que comienza a hacerse sentir. Eso, sí eso, me hace desear el cálido ambiente que se genera con el calor que transmite la leña.
(En el sur de Chile, Puerto Varas, un verano enamorada de la cocina. En mi casa teníamos dos de ellas, añoranza de ese calor)
Patricia F.
