sábado, 2 de abril de 2022

AUTÓMATAS DE LA SOCIEDAD. (por Patricia F.)

 AUTÓMATAS DE LA SOCIEDAD. (por Patricia F.) 


(El grito, de Edvard Munch)

 

Quién no recuerda la película emblemática de los años ‘80,  The Wall de Pink Floyd, totalmente metafórica con esa inolvidable escena de los niños de un colegio, parados en una cinta transportadora que los lleva a una máquina picadora de carne..., esa imagen me ronda desde hace días por la cabeza. 

Esta sociedad donde vivo y me arriesgo a decir el mundo en general, está tan escasa de valores, tan hambrientos de educación, que al hablar, hasta las “S” se comen y cuando no, otras letras; hasta un mal interpretado feminismo representativo de ciertas mujeres que para hacerse notar se cuelgan pañuelos de colores, con diferentes significados o defecan en la puerta de una iglesia, filmando y subiendo a las redes sociales, como si eso las hiciera más mujeres. 

Ese apachurramiento de cerebros provocado por dos inmensas moles: el adoctrinamiento y la falta de razón, me preocupa realmente. Siento la decadencia del mundo a flor de piel, soy mujer y me siento orgullosa como tal, pero nada de eso que acontece me identifica. 

He vivido épocas difíciles en mi vida, en mi adolescencia y primera juventud, donde uno va moldeando su carácter y raciocinio, nunca me dejé arrastrar por las masas y tuve libertad de pensamiento para obrar acorde a mi manera de pensar y sentir, esa libertad me la dio la educación, el respeto y valores que me inculcaron en mi familia. 

Ver el escenario en que se mueven en la actualidad los más jóvenes me produce un tremendo desasosiego. Por un lado, un mundo en guerra, por el otro mi país en una guerra interna, donde ese hambre cultural sumado al hambre de estómagos vacíos y corrupción hacen que se torne invivible. 

La pregunta recurrente, ¿ qué futuro nos espera?, es que acaso la ambición de unos pocos va a primar siempre sobre los derechos de todos sin importar absolutamente nada, sé que muchos dirán desde que el mundo es mundo suceden estas cosas, los poderosos aplastan a los débiles y los débiles sucumben a su propia debilidad. 

Que aplastar cabezas fue siempre el ideal de muchos y sólo unos pocos intentaron mejorar este mundo, que ahora parece inmerso en un torbellino sin fin: virus mundiales, pandemias, guerras, hambre, ya lo sabemos hace rato, pero esos enfrentamientos armados e incultura nos están conduciendo por esa cinta transportadora directamente a la picadora de carne. 

viernes, 1 de abril de 2022

Llegaron anécdotas

Han llegado los primeros aportes a nuestro desafío del domingo pasado

Volvemos a dejarles el link para que puedan verlo y continuar participando, ya que finaliza el próximo viernes.




https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/2022/03/desayunos-artesanos-volumen-iii.html

Estos aportes llegaron vía facebook. Dicho sea de paso les contamos que también contamos con un grupo de facebook y desde allí llegaron estas anécdotas.

https://www.facebook.com/groups/1870081709819836


La primera llega de la pluma de nuestra amiga ANDREA ABELEDO


Hola a todos/as. Corría el año 1978 año del Mundial, año de un invierno frío como pocos y de corrientes subterraneas, de secretos y de gritos. Cursaba cuarto grado y mi maestra la señorita Susana Glavich, rubia con trajecito impecable y guardapolvo almidonado, sentada correctamente corregía redacciones...la mia era sobre un viaje al sur, al Glaciar Perito Moreno, para mas datos...y alli sobre la hoja blanca del cuaderno Rivadavia de cincuenta hojas la señorita Susana la encontró: terrible, aberrante, escandolosa: oveja escrita con b larga. Convoco a los dioses de la ortografía y me llamo al frente increpándome sobre mi terrible pecado. Me dió una tiza naranja brillante y me solicitó que adelante de mis treinta compañeras de grado escribera en el pizarrón la palabra oveja correctamente con letras de imprenta mayúscula. Aún recuerdo el sonido de la tiza sobre el pizarrón, la risa de mis compañeras y mi humillación. En ese momento decidí que si alguna vez era maestra jamás sería como la señorita Susana...creo que lo estoy cumpliendo...


Y la segunda, de la pluma de nuestro amigo Jorge Fresia. Les cuento que mi colega Jorge Fresia, concurrió al Nacional de Buenos Aires, la escuela media estatal más importante que tenemos en nuestra ciudad, un lujo haber estudiado allí.

"El viejo Fravoschy"
Primer año del nacional, Latin, se presenta un profesor canoso: Fravoschy. Se habia ganado el mote de "el viejo Fravoschy". La primer prueba escrita, sobre la primera declinacion: rosa-rosae. La clase siguiente repartio las pruebas para que firmaran los padres. Si yo llevaba esa prueba, el sabado no jugaba al futbol. La firma de mi viejo era inimitable, probe con 3 gomas, de borrar ese 2 (dos). Ina de ellas no rasgo demasiado el papel, puse un 4(cuatro). La clase siguiente, Fravoschy recolecto las pruebas, miraba, amontonaba. Entregue, gire rapido, al segundo paso la voz de "el viejo"..."Fresia, venga"..."necesito tres testigos" dijo mirando la clase. Nadie se movio, silencio sepulcral..." los elegire yo, uds, uds,uds". En una mano, mi prueba, comparo con otra preguntandole a mis compañeros, "¿es mi letra?", seguia el silencio y la mirada inquisidora de " el viejo"...mas fuerte "¿es mi letra?, sus ojos destellaban, se escucho temerosamente "No, no, no". Bien a sentarse. Fravoschy se saco los anteojos y penetrantemente me dijo " Fresia, fuiste vos?, silencio, muy bajo dije " si ud. Lo dice profesor..." "no, no es si lo digo yo, es si lo dices tu"..."si, fui yo"..."Fresia, esto es grave, gravisimo".
Estaba flotando en otro mundo, toco el timbre, me sentia expulsado, fui al baño, en el mingitorio de al lado se ubica un compañero, "no te preocupes, a lo mejor solo te pone un "guevo" ".
Aprobe Latin en marzo.
En diciembre del 2021, con dos compañeros, recorde la anecdota sentados en el bar notable Hipopotamo, frente al parque Lezama "y que te hizo " el viejo" " pregunto J.C..."nada", A. Dejo la copa y sin que sonaran las palmas, comenzo a aplaudir, "tremenda leccion", tomo otro trago y dijo " saben que el "viejo Fravoschy" en esa epoca tenia 45 años". En medio de las risas terminamos las cervezas.

Esperamos que sigan enviando más anécdotas porque nos estamos divirtiendo muchísimo.


Llegó la anécdota de CAMPIRELLA, corran a leerla. Felicitaciones!!!


Un abrazo.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Evasión - (Por Rosana)

 Hoy contamos el día 13 con SINDEL quien nos invita a utilizar la palabra CORAZA


Escarabajo Pelotero

EVASIÓN

Todo estaba muy oscuro. Los colores tierra le atraían, pero entremezcladas con la tierra podía palpar pequeñas piedras que se iban desarmando al tacto. El día era sofocante: la tierra y las piedras ardían, pero ese ardor era el que la invitaba a salir a la superficie. En eso comenzó a hacer andar la bola que giraba y giraba y a la vez que lo hacía, avanzaba. El esfuerzo era demasiado, inhumano…es más, ningún humano que conociese había podido hacer andar doscientas veces su propio peso sin la ayuda de nadie. Desconocía su clase, su especie.

“Nunca desees mucho algo sin pensar el costo de lo que estás deseando”

Le pareció recordar esas palabras. Las recordaba sin dejar de empujar la bola enorme. Le ponía garras. Una sombra gigantesca comenzó a seguirla. No presintió su final porque los presentimientos eran cosas que ya no podía poseer.

Muchos eran los insectos con los que se cruzaba; la galería tenía siete metros de largo, pero sentía que eran siete kilómetros. Había soñado habitar ahí para siempre y se lo habían concedido. Había pedido lo que quería, no cómo lo quería. 

Intentó evadirse del mundo, los seres que años antes la habían rodeado ya no le atraían. Una mañana se sintió por completo fuera de esa atmósfera humana:  querían que fuese de uno o de otro bando y se había pasado la vida queriendo ser diferente.

Ser distinto cuesta horrores: se ganan enemigos, caras de incomprensión, ojos muy abiertos observando cómo puede uno correrse de las masas; sonrisas irónicas que para colmo creen que se llevan el título de gente inteligente.

De pequeña odió la tibieza: si había sol debía de quemar, si hacía frío: que valiese la pena abrigarse; si había que jugarse por algo o por alguien, que se inflamase la yugular hasta quedar afónica. La ironía fue su herramienta predilecta: era lo que la defendía y diferenciaba. Luego de haber servido a la sociedad más de veinte años, sintió que esa misma sociedad la estaba corriendo.

Comenzó a sentir que la tierra la atraía, demasiado: su color, su perfume después de la lluvia, e imploró poder envolverse súbitamente en una coraza que la cubriera por completo.

“Nunca desees mucho algo sin pensar el costo de lo que estás deseando”. Un duro caparazón le aprisionó la espalda. Pensó que era el agobio por esa rutina y esos seres que tanto le fastidiaban, pero cuando el aroma del estiércol comenzó a parecerle el placer más placentero, la duda comenzó a invadirla. 

Una vez le dijeron que la involución no existía, que por el contrario, siempre se evoluciona a pesar de que se puede, tal vez, cambiar de especie. No vio llegar la suela del zapato que se había empeñado en aplastarla y otra vez, comenzó a preguntarse ¿por qué? ¿Por qué el hombre se empeña en destrozar lo que tenga por delante? ¿Cuál sería el motivo por el cual consideraba necesario pisotear su caparazón? Justo ahora que le faltaba tan poco para que la bola entrase al nido? Por un instante recordó lo aberrante que le resultaban esos humanos ignorantes con un poco de poder ¿en el pie?, recordó lo infelices que le resultaban aquellos que jugaban a aplastar a los que trabajaban, porque habían nacido impedidos para trabajar, y muy eficaces para aplastar.

Su coraza crujió y una sonrisa irónica se dibujó en la boca del  tipo que sintió satisfacción por haber destruido una vez una vida, sin sentido alguno.


martes, 29 de marzo de 2022

 Buscando auxilio (por Susana)

Acá paso a dejar mi aporte al vadereto del blog "El Acervo de Letras". Me tardé un poco en participar. casi hasta el final pero, llegué a tiempo.

La propuesta era utilizar esta imagen para inspirarnos y destacar una de las palabras utilizadas en el relato.



Así que ojalá lo difruten como yo al escribirlo. Dejenle mucho amor. Abrazos de oso para todos ustedes que nos acompañan en esta aventura de ser Artesanas de la Palabra.

 

   El automóvil se detuvo. Evidentemente no tenía combustible. La noche era cerrada. Casi sin luz. Muchas nubes que tapaban la luz de la luna. Me adentré en el bosque porque se veía a lo lejos una tenue iluminación.

     Caminaba y las hojas crujían a mi paso. El silencio profundo era interrumpido de vez en cuando por el sonido de algún búho que me agitaba el corazón.

     Me vinieron a la mente aquellas películas de terror que siempre me hace ver mi hermano, donde sale el asesino entre las sombras de los árboles.

     Miré hacia todos lados porque me recorrió la piel de gallina unos escalofríos. Nada se veía muy bien. Estaba muy oscuro.

     Mis ojos se mantenían atentos hacia adelante donde el brillo de aquella lámpara o farol me guiaba.

     Nuevamente el búho. Terrible porque gritó como si hubiese anunciado alguna desgracia. “Pájaro de mal agüero”, pensé.

     Comencé a apurar el paso. Quizá podrían facilitarme algún teléfono para llamar al auxilio.  Un perro comenzó a ladrar y a gruñir muy fuerte a medida que me acercaba. Apuré el paso. Casi al trote me acerqué hasta donde pude divisar una cabaña que parecía detenida en el tiempo. Mi corazón latía tan fuerte que lo podía sentir en la boca. Miedo de acercarme y golpear. Me detuve un momento porque estaba muy agitado y me aferré al tronco de un árbol. Respiré profundo y cuando quise avanzar una mano me apretó la muñeca.

     Giré muy rápido, casi a la defensiva. Susto, terror. Sentía que me iba a dar todo vueltas. El miedo se apoderó de mí.

     Al mirar hacia atrás pude ver la cara bondadosa de un anciano que me sostenía y me decía: “¿Qué necesita? ¿Está perdido?”

     El suspiro fue enorme. Sentí que me desinflaba. Al ratito estaba sentado al lado de la chimenea de su cabaña, en el interior y su esposa me servía una taza de chocolate caliente para que la espera fuese más agradable.

Ya no miraré películas de TERROR. Me obsesionan. Y sonreí, mientras saboreaba la bebida caliente.


domingo, 27 de marzo de 2022

Desayunos Artesanos Volumen III

 Buenos días a tod@s, una nueva convocatoria nos desafía en este hermoso domingo de otoño.




Esta noche se otorgarán nuevamente las mejores premiaciones cinematográficas. El personaje que a continuación vamos a presentarles, jamás recibió un Oscar por su actuación, obviamente porque jamás participó de una producción hollywoodense, pero sí perteneció a la llamada "Época dorada del cine argentino" (1931-1943) y fue y será por siempre la mejor capo cómica que pudimos haber tenido. 

Bella por dentro y por fuera y de la mano de los personajes de su propia creación, deleitó por años en la pantalla grande y más tarde, en la pantalla chica. No  supo de efectos especiales, ni de mágicos maquillajes que transforman la realidad para deleite de los consumidores, ni de la tecnología actual para colaborar con los timbres de voz, ni de las tantas cosas que hoy en día acrecientan las bondades de cualquier actor, que quizás al desnudo, no tendría el éxito que poseen ¿no?

Niní Marshal, nacida en Buenos Aires en 1903, solía agudizar su ojo crítico y como todo buen artista, logró parodiar las penurias por las cuales transitaban las clases bajas de aquel entonces y exaltar las injusticias cometidas por las clases altas.  Por momentos sus parlamentos son tan actuales, que producen escozor al escucharlos.

Esta vez, les presentaremos a la Niní alumna, en un corto extraído de su película "Hay que educar a Niní" (1940), en la cual protagoniza a una estudiante muy particular, pero que aún podría sentarse perfectamente en algún aula de cualquier parte del mundo.




La consigna de hoy, entonces, apunta a relatar anécdotas escolares, de esas que aún adultos, nos hacen sonreír o reír a carcajadas, cada vez que las recordamos a solas o en compañía de quienes fueron nuestros colegas o compañeros. 



  • Deberán realizar un escrito de máximo 300 palabras, en el que relaten una anéctoda que les haya sucedido en el ámbito escolar.
  • Una vez escrito y publicado en vuestro blog,/ o red social deberán dejarnos el link en los comentarios de esta entrada. 
  • Solicitamos que por favor,  incluyan la   imagen que es el símbolo de estos desafíos quincenales y linkearla, así cada vez tendremos más participantes.
  • No te olvides de enviarlo antes del sábado 08/04/2022, porque luego publicaremos el nuevo desafío.

Como siempre, ya tenemos a nuestra primera participante y esta vez, fue el turno de Patricia:

La profesora de geografía. (Por Patricia F) 

Transcurría el año 1976, con mis trece años recién cumplidos iniciaba una nueva etapa escolar, la escuela secundaria, más horas en el colegio y todas las nuevas exigencias que ello acarreaba. 

Las expectativas con respecto a los profesores, se iban develando; así, apareció ella, cargada de mapas que fue desplegando en el pizarrón mientras se iba presentando, alta, corpulenta dentro de su hábito negro que la cubría de la cabeza hasta los pies, dejando visibles sólo sus manos y su rostro (cuyo único detalle de color eran sus penetrantes ojos celestes). 

Su imponente personalidad hacía que una flacucha y esmirriada niña, como era yo todavía en ese entonces, pareciera un pajarito mojado, ella siempre con el puntero en la mano recorría los mapas, mientras explicaba. Estricta, muy estricta Hermana Ignacia, al punto de llegar a temerle. En aquellas épocas de dictadura y terrorismo, el miedo era moneda corriente y el régimen en el colegio de monjas era una especie de dictadura también. 

Un día de tantos colgó un mapa mudo, negro, sólo dibujados en rojo los contornos de continentes y países, comenzó a llamar a dar lección, el objetivo era que ubicáramos allí los países que ella nos decía. 

El nudo en la boca del estómago me llegaba hasta la garganta, no permitiéndome tragar saliva, el corazón acelerado a mil, amenazando salirse del pecho, así era el miedo apoderándose de mí, porque, aunque estudiaba, mucho, siempre surgía la pregunta capciosa que te hacía pisar el palito, y te bajaba la nota, nada bueno para alcanzar un promedio que tenías que cumplir y no llevarte la materia. 

Épocas pasadas pero que nunca he olvidado, que me enseñaron a ejercer como docente desde el amor y no del miedo.

Corran ya, a hurgar en vuestra memoria pasada o reciente y compartan con nosotros eso que merece la pena ser recordado.
Los abrazamos muy fuerte.

Uno entre miles. (Por Patricia F.)

  Este jueves la propuesta vuelve de la mano de Neogéminis.  Mónica nos desafía a escribir un relato titulado: 1 entre 1000, después de much...