viernes, 26 de agosto de 2022

Sombra fugitiva. (Por Patricia F.)

Sombra fugitiva. (Por Patricia F.)

Poema escrito por mí esta semana en el taller literario, la fotografía del cóndor es de la web, la segunda es el Volcán Llaima en Chile, foto de mi autoría.

 




Por las altas cumbres solitarias 

se divisaba una sombra fugitiva,  

entre pequeñas nubes danzarinas 

que su andar no frenaban, 

ni aún si el viento se negaba 

a soplar fuerte como debía. 

La sombra se alejaba lentamente 

entre nieves eternas y cascadas, 

como dueña y señora de las alturas, 

esa ave oscura que planeaba, 

con alas de enorme envergadura... 

el cóndor desde allá nos contemplaba. 





Puedo imaginar al cóndor en sus vuelos y desde las alturas observando estas hermosas vistas, esta foto es de mi autoría, allá por el año 2014.



Patricia F.



 

lunes, 22 de agosto de 2022

Mate, luego existo

 Son tan aterradoras las noticias que se enredan en el mundo acerca de nuestro país, nuestra tierra, que decidimos salir a defenderlo compartiendo algo que es tan nuestro, tan indestructible, que en parte, sigue manteniéndonos unidos como si de verdad, los argentinos fuésemos todos hermanos. Porque podremos tener ideas disímiles, imperfectas, discutibles; podremos tener héroes de papel y viento, que no solo destruyen, sino que desunen, confunden y traicionan, pero si hay algo que nos argentiniza, nos fraterniza y nos uniforma: es el mate.

Así que abrimos un nuevo espacio en Artesanas de la Palabra. Un espacio que salve a este país de la hecatombe en la que está cayendo, que lo salve del qué dirán del mundo entero, ya que todos los habitantes del planeta deben de estar preguntándose a qué extraña raza pertenecemos los argentinos, porque giramos siempre en torno a una calesita comandada por las mismas fuerzas por años y no logramos agarrar jamás la sortija. 

 Sabemos que la mayor parte de nuestros lectores son de origen español y también sabemos, no somos ignorantes, que una vez la gran España, el gran Imperio, encontró por estos lares lo necesario para levantar cabeza y ahora…tristemente, presta su suelo para que los pies de nuestros hijos caminen y busquen un mejor futuro. No  es que España se los robe, no, para nada, es que nosotros los estamos expulsando. Estamos muy, pero muy tristes los que aún pensamos - porque vamos quedando pocos los que hacemos ese ejercicio tan humano - tristísimos de escuchar entre familiares y amigos: mi hijo se fue, mi hija se fue y para colmo de males, por las noches lloramos, pero por los días, sentimos una alegría infinita de que puedan concretar sus planes en algún lugar. 

Cada hij@ que se va, mete en su valija un objeto irremplazable y un producto tan nuestro, tan pero tan nuestro que tiene un sabor que sólo nosotros podemos apreciar: MATE Y YERBA, los acompañan para que al tomar entre las manos eso que compartieron con sus familiares alguna vez, y en cada cebada y chupada de bombilla, puedan ver los ojos de los que aquí, quedaron extrañando.

Para eso, tendríamos que presentarlos, así que ahí va rápidamente la explicación. Decidimos hacer un trío de plumas, así que se entremezclarán chorros de tinta diferentes y cada una de nosotras, intentará describir, no solo el gusto que tiene por esa extraño elixir, sino también, el  sentimiento que despierta.




Imagen extraída de la web


El mate, bebida popular que une, acompaña, consuela y descansa. Un vicio que no puedo dejar. Una sana adicción que en todo momento me acompaña. en mis sueños, en mis planificaciones, en mis ratos de ocio, en mi arte, cada día.

Bebida que heredé como tantas otras cosas de mis padres que lo amaban y tenían su propio ritual. Las tardes en rueda sentados en la puerta lo íbamos pasando y se iban acercando los vecinos para compartir . Tardes que se quedarán para siempre en mi memoria.

El mate es mi fiel compañero, en las buenas y en las malas. Cálido amigo que me acompaña desde la infancia, en largas tardes de charlas con amigas, en mis desveladas noches de estudio preparando finales.

En esas hermosas vacaciones a la sombra de un árbol admirando un paisaje o leyendo un libro; en mis momentos de soledad y silencio cuando necesito charlar con mi alma y pensar.

A veces con “yuyitos” o cascaritas de naranja, siempre amargo, si de algo estoy segura él conoce mis secretos.

Si pienso en sus orígenes, puedo decir que es una infusión de origen sudamericano, se remonta a tiempos precolombinos, ya que los aborígenes que habitaban estas tierras, los guaraníes, descubrieron esta planta y con sus hojas comenzaron a consumirla.

La yerba mate, cuyo nombre científico es Ilex Paraguariensis, es la que nos obsequia este delicado sabor, de un compañero ideal. Y allí surgen algunas discusiones, que frío, como lo toman en algunos lugares del norte, el tereré; caliente como el resto, dulce, amargo, con miel o cascaritas, hasta algunos le agregan un poco de café.

Lo cierto es que cómo sea, cada uno elige y esta infusión termina transformándose en un fiel compañero de quién lo adopta, y yo, soy una de ellas.

Cierro los ojos a eso de las 5 de la tarde y no puedo dejar de ver, erguido y expectante, el termo sobre la mesa de mi casa. Al lado, pegadito: el mate. Para mí es la promesa de que queda poco para finalizar el día y al llegar, mi compañero de toda la vida, ya lo tiene preparadito para comenzar a escuchar todas mis vivencias y mis ansias de cambiar el mundo en un instante; paciencia tiene ese hombre, porque recibe sin capa ni espada, a una que se cree heroína y salvadora de sendas injusticias. Pero en otras oportunidades, también cierro los ojos y no puedo de dejar de verlos a ambos, listos para partir: termo y mate se preparan antes que nosotros para emprender nuestras aventuras por las rutas. Si hay algo de lo que no podría estar jamás lejos, es de mi interior querido. Con sus abandonos, sus imperfecciones, sus injusticias, sus caras curtidas por el sol incandescente, su tranquilidad y su amor a la tierra, el interior me llama y me invita a tomar más y más mate en compañía de todos ellos.

Si hablaran, mate y bombilla, relatarían uno a uno los sueños que mi compañero y yo fuimos teniendo juntos, las risotadas y las cientos de lágrimas que todo el mundo tiene. 

Así pues, como verán, podrá faltar cualquier cosa de nuestros hogares, pero la verde bebida compartida, jamás va a desaparecer de nuestras vidas. 


Uno entre miles. (Por Patricia F.)

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