martes, 23 de julio de 2024

¿Quién tiene la culpa? (Por Patricia F.)

 

Este jueves la propuesta para el reto viene del blog El Vici Solitari, el tema es "Horror en el Ultramarinos", y estas son las indicaciones a tener en cuenta para escribir el relato:







                                                              (Imagen de internet)


¿Quién tiene la culpa? (Por Patricia F.)


En el pequeño negocio de ramos generales de Reinaldo, había un sector donde se servían comidas, que cada día doña Francisquita (una viuda bastante bonita) preparaba para algunos parroquianos y gente de paso. Su hija Paula, una rebelde adolescente, soñaba con tarde o temprano (más temprano que tarde) irse del pueblo a la gran ciudad y convertirse en actriz y cantante, pero mientras tanto ayudaba a su madre en el merendero sirviendo las mesas y a veces cantaba con su guitarra por algunas monedas que le daban los espectadores de turno. 

El viejo don Pancho, cazador y recolector de setas en el bosque cercano, acababa de llegar con varias perdices y una canasta repleta de setas, recogidas esa misma mañana, al amanecer es cuando están más frescas, antes de que el sol las marchite. 

  • - Parece que hubo suerte esta mañana don Pancho, pase a la cocina allí lo espera doña Francisquita. 

  • - Hola Reinaldo, llevo esto a la cocina y vengo por mi dinero y un vasito de aguardiente. 

 

Así sin más, entra en la cocina dejando su mercadería en la mesa: 

  • - Buenos días, Francisca, ¡tan bella como esta hermosa mañana de sol! 

  • - Ay don Pancho, deje de decir pavadas y muéstreme lo que trajo... mmmm, pocas perdices, apenas un guiso escaso con esto... 

  • -Lo siento, pero cada vez me cuesta más dar en el blanco, pero las setas, ¡mire, una canasta repleta! 

  • - Es que usted es un cabeza dura, necesita ver un médico de ojos para que le recete anteojos. 

  • - Qué va, no me gusta ir a la ciudad, de todas formas, me las arreglo bien. 

  • - Si usted lo dice, vaya hombre, vaya por su dinero, por lo menos la canasta está llena de estas aromáticas setas. 


Así doña Francisquita se enfrascó en su tarea de limpiar y cocinar las perdices y hacer un guiso con ellas y esos fragantes hongos de campo. 

Hoy no se esperaban muchos comensales y con unas papas fritas andarían bien. 

Mientras tanto en el salón, Paula cantaba acompañándose con su guitarra para matar el tiempo, mientras Reinaldo y don Pancho conversaban animadamente en el mostrador, entre tanto el viejo cazador gastaba su dinero en tragos de aguardiente un ciclista descansaba de su trayecto, esperando el almuerzo escuchando a la joven adolescente con sus canciones. 

Ya se comenzaba a sentir un aroma exquisito salir de la cocina y es que Francisquita estaba friendo las setas con abundante ajo y aceite de oliva, ese aroma abre el apetito de cualquiera, así que el ciclista pidió una tortilla de papas y setas, una cerveza. 

  • - ¡Qué buen aroma traen esos salteados hoy!, dijo Reinaldo 

  • - Tranquilo, que te he guardado una porción, le dijo Francisca guiñándole un ojo y un poco para mí, es que este don Pancho hoy ha conseguido unas setas muy buenas, Paula, ¿te sirvo un poco?

  • - Mamá, sabes que no me gustan los hongos. 

Al cabo de un rato, el ciclista foráneo, Reinaldo y doña Francisquita comenzaron a revolverse del dolor de estómago y Paula apresuradamente tomó la bicicleta estacionada en la puerta y salió en busca del doctor. 

Al salir a la ruta la distrajo un tumulto de personas que rodeaban a un hombre tirado en la banquina, era don Pancho que entre el exceso de aguardiente y su poca visión intentó cruzar la carretera en mal momento, siendo atropellado por un automovilista que escapó, la pobre Paula que tenía poca experiencia andando en bicicleta, al observar la escena desviando la mirada del camino perdió el equilibrio al pisar un desnivel del suelo y cayó golpeando su cabeza en una piedra y muriendo al instante. 

Cuando llego la policía al negocio de Reinaldo para avisar a doña Francisquita del desafortunado accidente de su hija la encuentran sin vida en la cocina, a un hombre desconocido en ropa de ciclista con ojos desorbitados muerto al lado de la mesa y a Reinaldo tirado detrás del mostrador también sin vida. 

Al otro día en el diario se contaba la tragedia, parece ser que don Pancho equivocó alguna seta en su recolección, y el salteado quedo mortal, literalmente hablando... ¡Ese viejo condenado y cabeza dura, por no querer usar anteojos! 

 

 


 

Dos imágenes de mi autoría, setas de los bosques de la Patagonia.

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