miércoles, 5 de octubre de 2022

Amor prohibido. (Por Patricia F.)




Concurso de relatos 33 ed., el TINTERO DE ORO nos convoca nuevamente en el desafío "El gran Gatsby" de Francis Scott Fitzgerald.

El tema: una historia de amor que deba hacer frente a un prejuicio, sea racial, social, económico, etc., este es mi aporte al concurso.



 Amor prohibido. 

Allá a finales de los años ´50, comienzos de los ´60, en esta Sudamérica alejada de ciertas “modernidades”, no existía el divorcio y estar separado de hecho era muy mal visto. Por eso, las mujeres casadas, aunque fueran muy infelices soportaban la convivencia sin amor y muchas veces la violencia que ello generaba. 

En esta tierra de inmigrantes, donde las familias se formaban con grandes sacrificios, donde se acarreaban las tradiciones profundamente arraigadas a causa del destierro voluntario, que buscaba una vida mejor (ciertas cosas no se hacían, no se hablaban y por, sobre todo se respetaban las tradiciones) 

A pesar de saberlo, Lidia, que llevaba noviando varios años con un vecino también descendiente de italianos como ella, no pudo evitar enamorarse perdidamente de un primo lejano suyo, casado y que, tras separarse y dejar a su mujer en un pueblo del interior del país, regresó a Buenos Aires. 

Ernesto al volverla a ver se sintió absolutamente atraído por ella, esa esmirriada niña que dejó hace unos años, cuando se fue a vivir y trabajar a Misiones, ahora se había transformado en una bellísima mujer, rubia de penetrantes y vivaces ojos verdes, su delicado rostro salpicado de alegres pecas, no tenía nada que envidiarle a las famosas estrellas de Hollywood de entonces (que como ellas era dueña de un cuerpo escultural y obviamente natural sin las clásicas siliconas actuales). 

Lo cierto es que comenzaron a verse en reuniones primero, en secreto después; las cartas de amor eran cada vez más ardientes, mientras su pasión crecía se hacía imprescindible que Lidia tomara una decisión con respecto a Roberto, su novio. 

Pero enfrentarse a él, a la familia no era fácil, si bien ella tenía un carácter fuerte y decidido sabía que encarar esta situación iba a ser muy complicado, Lidia no quería que le sucediera lo que a su hermana que se casó sin mucho amor, pero estando embarazada y ante " el qué dirán”, prefirió una vida sin amor a vivir con vergüenza. 

Lidia, quería amor, ser feliz y no le importaba que Ernesto estuviese casado, pues no amaba a su mujer y no vivía con ella. Soñaban con irse a otro lugar donde no fueran conocidos y aceptaran su amor, quizá a alguna provincia en el interior puesto que Estados Unidos o México donde decían que existía el divorcio estaban muy lejos y por otro lado carecían del dinero. 

Pasados unos meses de este amor secreto Lidia decidió dejar a Roberto, estalló la bomba, el conflicto familiar inevitable... 

Roberto salió en busca de Ernesto y se trenzaron a golpes de puño, la violencia de la pelea, la hombría herida transformó a esos contrincantes en verdaderas bestias, era ganar o morir... 

Lo cierto es que Lidia no se quedó con ninguno de los dos, a Roberto no soportaba verlo y a Ernesto que, tras la violenta golpiza recibida, debió ser internado y ya no pudo recuperarse (algo dentro de él se había roto) y después de varios días falleció. 

Lidia continuó como pudo, marchitándose lentamente, hasta que ese amor prohibido quedo guardado en un lugar recóndito de su corazón, con los años terminó casándose con un tipo que se le cruzó en el camino y llego a conmoverla, aunque hasta el día de su temprana muerte nunca amó. 

Dicen los que la conocieron que Ernesto vino a buscarla, a liberarla del calvario de una vida sin amor, y tal vez así sea, ¿quién puede asegurar lo contrario? 

 

 

 

domingo, 2 de octubre de 2022

Es tarde. (Por Patricia F.)

Este microrrelato surgió hace un tiempo para un taller literario que hice, ahora modifiqué algunas cosas, pero la idea y esencia son las mismas, las imágenes son de internet, con algunas modificaciones, gracias por leerme, PATRICIA F.


Es tarde. (Por Patricia F.)





Encerrada en la habitación, por cuya única ventana entraba la luz del día, Violeta intentaba lograr un autorretrato, que reflejara su interior. 

Observaba su cara ajada, marchita como las hojas de otoño, esos profundos surcos que el espejo le devolvía, su cabello blanco con algunos destellos plateados; no se reconocía ¿era o no ella? 

Témperas, acuarelas, lápices, intentaban captar su esencia, pero su mano se negaba a dibujarla; rayones, garabatos y más rayones solo eso lograba. Sus manos lo intentaban, su cerebro se negaba.

¡¡¡A dónde fueron a parar esos años tras tantos excesos de vida!!! 

Contemplaba su cama vacía, en esa reclusión voluntaria, las sábanas ya no hablaban del amor desenfrenado, de largas y voluptuosas noches de pasión; mientras su canción preferida no paraba de sonar. 

Es tarde, sus venas abiertas en busca del secreto... 

Necesitaba liberarse, ya es tarde y no le quedaba mucho tiempo. 

Demasiado tarde. 

Su vida se escapaba en un suspiro, mientras la música seguía sonando




 






Uno entre miles. (Por Patricia F.)

  Este jueves la propuesta vuelve de la mano de Neogéminis.  Mónica nos desafía a escribir un relato titulado: 1 entre 1000, después de much...