viernes, 20 de octubre de 2023

El muelle. (Por Patricia F.)

 Hace unos días un amigo, propuso enviarme fotos de algunas de sus obras, para que eligiera una que me inspirara y así pudiera escribir algo para el blog.

Todas muy bonitas, debo decir que una de ellas al verla me conmovió, me inspiró rápidamente.

Las otras me las guardo para futuras historias.

Gracias Jorge Alberto por tu pintura, además de inspirarme para un micro me trajo recuerdos de un hermoso lugar, un pequeño muelle en Puerto Varas, en Chile, desde dónde salía a remar en unas vacaciones de verano.






EL MUELLE. (Por Patricia F.) 



Me acerque lentamente al pequeño muelle sobre el río. Particularmente las aguas hoy estaban agitadas, como mi corazón y mente esperando tu regreso, a sabiendas de que ya no volverás...

Vientos huracanados agitan mis pensamientos y el fuego de una hoguera consume mi corazón. 

No volverás, lo sé, pero a pesar de todo mi cerebro se niega a procesarlo y como cada tarde me acerco a ese muelle, me siento en sus desgastados maderos a esperar. 

¿Esperar qué?...  

 Una libélula roza la superficie de las aguas, un pez salta intrépido y la atrapa, desapareciendo rápidamente en las profundidades. 

Quisiera ser libre y saltarina como ese pez, pero me siento libélula atrapada en las fauces de la tristeza y soledad. 

 

jueves, 19 de octubre de 2023

Creamos y destruimos todo por el mismo precio (por Rosana)

 Me uno al reto juevero. Esta vez la consigna viene del blog de Marifelita que nos propone escribir sobre los cuatro elementos.




Justo el martes a la madrugada volví de mi lugar en el mundo, que ¡Oh casualidad!, lleva el nombre de una tierra que existe en España:  Córdoba.

Dicen las buenas lenguas que los adelantados llegaron un día al corazón de nuestro país y quedaron sorprendidos de que aquel lugar de la lejana España, tuviera una fotocopia en América. 

He visto varias series - me encantan las españolas - y al observar detenidamente los paisajes, supe sorprenderme muchísimo, puesto que es tan, pero tan marcado el parecido que pareciera que Dios les concedió consuelo a aquellos que se aventuraron a buscar otras tierras lejos de Europa, ignorando las vicisitudes que puedan venir al encuentro cuando uno deja su tierra y se aventura desconociendo el destino. 

Calmayo, Córdoba, Argentina

Mi país es hermoso, pero su corazón es uno de los más bellos que existen; lamentablemente el flagelo del calentamiento global está amenazándolo con fuego y  a diferencia del corazón humano, este, no encontrará trasplante posible. Las tierras están extremadamente secas, el agua, parece haberse olvidado de torcer su rumbo hacia las arterias refrescantes de esa provincia. El aire se entibia muy temprano, y a esta altura, en lugar de ser una verdadera primavera, las siestas traen un verano pegajoso y amenazante que penetra en las heridas profundas de la sequía, entonces, en donde efervescentes manantiales vestían de blanca espuma las piedras calientes, hoy reinan las piedras desiertas y sedientas enterradas en arroyos que parecen fósiles arcaicos; los ríos lloran al pasar y se estancan perdiendo la transparencia y los animales deben ser trasladados a lugares en donde aún se pueda tomar un poco.


Curiosa creación la raza humana. Los creyentes rezamos inconscientes las sagradas escrituras y mencionamos al unísono que Dios creo el mundo y luego al hombre y a la mujer para que lo habiten, pero el viejo testamento no dice que en realidad, el Creador había puesto una pareja de monstruos que encontrarían el fin a su paraíso. 

Tal vez sea extremista mi forma de describir la situación de este Planeta, pero un


 



Calmayo, Córdoba, Argentina



corazón destrozado por ver tan magnífico lugar destruido por la mano humana, no puede ni quiere encontrar suavidad en las palabras, sino, por el contrario, intenta ir al hueso para suplicar que acabemos ya de destruir el hogar que habitamos. 

domingo, 15 de octubre de 2023

La tijera de mi abuela (Por Susana)

 Hola a todos: hoy paso a contarles algo maravilloso que me está pasando y que todavía no puedo creer. Escribo desde la adolescencia pero siempre con el ánimo de expresarme y no de ganar premios. pero he aquí que esta semana pasada abrí mi mail y había ganado en dos concursos simultanemente a los que me había presentado. Así que me proponen publicar mis relatos en dos libros diferentes. Quiero dejarle aquí la carta que recibí de la editorial.



Y ahora quiero compartirle uno de los relatos ganadores. Denle mucho amor.



      ¡Qué loco esto de escribir lo que los objetos en casa pudieran decirnos!  Voy en el tren, yendo a trabajar y entre tiempo y tiempo,  mi mente comenzó a buscar entre todos los objetos que hay en casa, que son muchos por cierto.

“Cuando llegue a casa veré” Pero, enseguida recordé la vieja tijera de mi abuela. Ahí está, esa es la que debe tener mucho que contar. Más de cien años de historias.

     Tarde entré a casa, charla, cena, sobremesa y después ese ratito que me tomo para mí.

     Fui por la tijera. En algún armario debe estar. No fue difícil encontrarla. La tomé en mis manos, la acaricié y la besé. Como acariciar las manos de mi abuela que tantas veces la usaron. Entonces, como pasando a otra dimensión una luz comenzó a salir de los ojos de la tijera. Luz, luz, luz, círculos concéntricos que comenzaron a iluminar toda la habitación,

     Cuando levanté mis ojos allí estaba aquella mujer con sus ropas de gaza blanca moviéndose al compás de la luz, sus cabellos renegridos cayendo sobre sus hombros y una enorme sonrisa, con sus ojos dulces que me miraban penetrantes…

-Y tú quién eres- pregunté

-El alma dentro de esa tijera que de tanto en tanto acaricias- Me dijo.

No podía creer lo que mis ojos veían, lo que mis oídos escuchaban. Quedé perpleja ante su presencia, entonces comenzó a hablar.

-Estás buscando historias. Yo voy a contarte parte de la mía. “Corría el año 1890, allá por el milenio anterior, muchos, muchos años atrás. El nombre de mi dueña era Girolama. Ella cosía y cosía. Remendaba y remendaba para que todo durara más. Era época de pobreza casi extrema, tiempos duros que obligaban a cuidar y reutilizar.

Por ahí correteaba Eli, la pequeña de la casa, que jugaba alrededor de su abuela mientras su madre iba al río a lavar la ropa.

     Eli siempre tenía una sonrisa y con sus pasitos todavía inseguros llenaba de alegría la casa. Cuando fue creciendo, muy de a poco, Girolama le enseñó el oficio de las mujeres de su familia “filatrice”. Entonces, me empezó a usar. Al principio le costaba porque no soy fácil de dominar y a sus manitas pequeñas les costaba bastante. Ya crecida fue diferente, sus manos eran habilidosas y su trabajo de hilandería se convirtió en maravilloso.

     Mi dueña un día partió y Eli me llevó con ella como un tesoro.

     Seguí trabajando sin cambiar jamás de tarea.

     Eli se convirtió en una bella mujer con su tez blanca como la nieve y llegó el momento de formar una familia. Ella se había enamorado equivocadamente de su primo que sentía lo mismo. Ante la mirada de lo que hubiese sido él decidió alejarse del pueblo para siempre.

     Entonces, el amor quedó como algo abstracto, platónico, inalcanzable.

     Pero debía casarse. Allí apareció Michele. Un hombre bueno, honesto y trabajador. Un hombre por el que no sentía pasión pero que le daría seguridad.

     Pidió su mano y su madre aceptó la propuesta. Eli no tenía padre, había fallecido antes de que ella misma naciera.

     El día de su compromiso, su suegra le regaló una tijera”- Comenzó a caminar de un lado para el otro, iba y venía. La sentía enojada- “¡Una tijera!, ¿entendés? Bella, bellísima. Bañada en oro; con sus ojos con pájaros con brillantes. Cómo iba a competir con semejante pieza. Yo sencilla, gastada, tosca, sin brillo y hasta oxidada. Eli la guardaba en una caja especial envuelta en algodón. Yo dormía en el costurero entre los hilos. Nunca entendí por qué la diferencia.

     El tiempo transcurrió y la peor época llegó y con ella la miseria que obligaba a los hombres a buscar nuevos horizontes. Michele tomó la decisión de viajar a “la América”; tierra nueva de oportunidades, donde encontraría un futuro mejor para su familia.

     Allí quedó esperando noticias Eli. Las cartas iban llegando con el dinero necesario para subsistir hasta que un día ya no las recibió.

     Yo la notaba angustiada, me apretaba para cortar. Lloraba a solas. Yo la escuchaba. Ya no cantaba.

     La angustia fue creciendo entonces, tomó la determinación de partir con su pequeña hija en busca de su esposo.

     Yo estaba preocupada. Había vendido toda la bianquería pero no le alcanzaba para los dos pasajes. Yo estaba en el costurero, de vacaciones obligadas y con la preocupación de perderla.

     Entonces, Eli recordó la fina tijera de los ojos con forma de pájaros. Era valiosa y le daría lo necesario para hacer el viaje al  Nuevo Mundo.

     Era tarde, la espiaba por debajo de la abertura de la tapa del costurero. Tomó su monedero y salió. Cuando regresó le contó a su abuela que ya tenía el dinero para la travesía.

“Vendí la tijera”

Sí, se la había sacado de encima a ella, no a mí. Yo fui a parar a su bolso de mano con el que subió al barco. Aquel bolso del que no se separó en todo el tiempo.

     Entonces, yo. Ésta que vez acá parada frente a vos vi crecer a su familia y volví a vivir a cada nueva prenda, en cada remiendo. Yo formé parte de sus recuerdos más queridos, parte de su vida. Y ahora formó parte de la tuya.

     Historias para contar, montones. Cuando quieras solamente me tenés que pedir y te las contaré. Y ahora vuelvo a mi lugar, hasta que nos volvamos a encontrar”

     Quedé ahí sentada cuando la luz desapareció detrás de ella. Con algo nuevo para escribir, con una nueva historia para compartir, con algo para emocionarme al pensar en todo el recorrido que hicieron juntas en la vida, ella y mi abuela del alma. Cuántas alegrías, cuántas lágrimas, cuánta pasión por la vida. Ahí volví a guardarla, pero esta vez en un lugar seguro donde pueda encontrarla rápidamente para que pueda volver a contarme alguna historia guardada en su memoria de metal.




Uno entre miles. (Por Patricia F.)

  Este jueves la propuesta vuelve de la mano de Neogéminis.  Mónica nos desafía a escribir un relato titulado: 1 entre 1000, después de much...