domingo, 15 de octubre de 2023

La tijera de mi abuela (Por Susana)

 Hola a todos: hoy paso a contarles algo maravilloso que me está pasando y que todavía no puedo creer. Escribo desde la adolescencia pero siempre con el ánimo de expresarme y no de ganar premios. pero he aquí que esta semana pasada abrí mi mail y había ganado en dos concursos simultanemente a los que me había presentado. Así que me proponen publicar mis relatos en dos libros diferentes. Quiero dejarle aquí la carta que recibí de la editorial.



Y ahora quiero compartirle uno de los relatos ganadores. Denle mucho amor.



      ¡Qué loco esto de escribir lo que los objetos en casa pudieran decirnos!  Voy en el tren, yendo a trabajar y entre tiempo y tiempo,  mi mente comenzó a buscar entre todos los objetos que hay en casa, que son muchos por cierto.

“Cuando llegue a casa veré” Pero, enseguida recordé la vieja tijera de mi abuela. Ahí está, esa es la que debe tener mucho que contar. Más de cien años de historias.

     Tarde entré a casa, charla, cena, sobremesa y después ese ratito que me tomo para mí.

     Fui por la tijera. En algún armario debe estar. No fue difícil encontrarla. La tomé en mis manos, la acaricié y la besé. Como acariciar las manos de mi abuela que tantas veces la usaron. Entonces, como pasando a otra dimensión una luz comenzó a salir de los ojos de la tijera. Luz, luz, luz, círculos concéntricos que comenzaron a iluminar toda la habitación,

     Cuando levanté mis ojos allí estaba aquella mujer con sus ropas de gaza blanca moviéndose al compás de la luz, sus cabellos renegridos cayendo sobre sus hombros y una enorme sonrisa, con sus ojos dulces que me miraban penetrantes…

-Y tú quién eres- pregunté

-El alma dentro de esa tijera que de tanto en tanto acaricias- Me dijo.

No podía creer lo que mis ojos veían, lo que mis oídos escuchaban. Quedé perpleja ante su presencia, entonces comenzó a hablar.

-Estás buscando historias. Yo voy a contarte parte de la mía. “Corría el año 1890, allá por el milenio anterior, muchos, muchos años atrás. El nombre de mi dueña era Girolama. Ella cosía y cosía. Remendaba y remendaba para que todo durara más. Era época de pobreza casi extrema, tiempos duros que obligaban a cuidar y reutilizar.

Por ahí correteaba Eli, la pequeña de la casa, que jugaba alrededor de su abuela mientras su madre iba al río a lavar la ropa.

     Eli siempre tenía una sonrisa y con sus pasitos todavía inseguros llenaba de alegría la casa. Cuando fue creciendo, muy de a poco, Girolama le enseñó el oficio de las mujeres de su familia “filatrice”. Entonces, me empezó a usar. Al principio le costaba porque no soy fácil de dominar y a sus manitas pequeñas les costaba bastante. Ya crecida fue diferente, sus manos eran habilidosas y su trabajo de hilandería se convirtió en maravilloso.

     Mi dueña un día partió y Eli me llevó con ella como un tesoro.

     Seguí trabajando sin cambiar jamás de tarea.

     Eli se convirtió en una bella mujer con su tez blanca como la nieve y llegó el momento de formar una familia. Ella se había enamorado equivocadamente de su primo que sentía lo mismo. Ante la mirada de lo que hubiese sido él decidió alejarse del pueblo para siempre.

     Entonces, el amor quedó como algo abstracto, platónico, inalcanzable.

     Pero debía casarse. Allí apareció Michele. Un hombre bueno, honesto y trabajador. Un hombre por el que no sentía pasión pero que le daría seguridad.

     Pidió su mano y su madre aceptó la propuesta. Eli no tenía padre, había fallecido antes de que ella misma naciera.

     El día de su compromiso, su suegra le regaló una tijera”- Comenzó a caminar de un lado para el otro, iba y venía. La sentía enojada- “¡Una tijera!, ¿entendés? Bella, bellísima. Bañada en oro; con sus ojos con pájaros con brillantes. Cómo iba a competir con semejante pieza. Yo sencilla, gastada, tosca, sin brillo y hasta oxidada. Eli la guardaba en una caja especial envuelta en algodón. Yo dormía en el costurero entre los hilos. Nunca entendí por qué la diferencia.

     El tiempo transcurrió y la peor época llegó y con ella la miseria que obligaba a los hombres a buscar nuevos horizontes. Michele tomó la decisión de viajar a “la América”; tierra nueva de oportunidades, donde encontraría un futuro mejor para su familia.

     Allí quedó esperando noticias Eli. Las cartas iban llegando con el dinero necesario para subsistir hasta que un día ya no las recibió.

     Yo la notaba angustiada, me apretaba para cortar. Lloraba a solas. Yo la escuchaba. Ya no cantaba.

     La angustia fue creciendo entonces, tomó la determinación de partir con su pequeña hija en busca de su esposo.

     Yo estaba preocupada. Había vendido toda la bianquería pero no le alcanzaba para los dos pasajes. Yo estaba en el costurero, de vacaciones obligadas y con la preocupación de perderla.

     Entonces, Eli recordó la fina tijera de los ojos con forma de pájaros. Era valiosa y le daría lo necesario para hacer el viaje al  Nuevo Mundo.

     Era tarde, la espiaba por debajo de la abertura de la tapa del costurero. Tomó su monedero y salió. Cuando regresó le contó a su abuela que ya tenía el dinero para la travesía.

“Vendí la tijera”

Sí, se la había sacado de encima a ella, no a mí. Yo fui a parar a su bolso de mano con el que subió al barco. Aquel bolso del que no se separó en todo el tiempo.

     Entonces, yo. Ésta que vez acá parada frente a vos vi crecer a su familia y volví a vivir a cada nueva prenda, en cada remiendo. Yo formé parte de sus recuerdos más queridos, parte de su vida. Y ahora formó parte de la tuya.

     Historias para contar, montones. Cuando quieras solamente me tenés que pedir y te las contaré. Y ahora vuelvo a mi lugar, hasta que nos volvamos a encontrar”

     Quedé ahí sentada cuando la luz desapareció detrás de ella. Con algo nuevo para escribir, con una nueva historia para compartir, con algo para emocionarme al pensar en todo el recorrido que hicieron juntas en la vida, ella y mi abuela del alma. Cuántas alegrías, cuántas lágrimas, cuánta pasión por la vida. Ahí volví a guardarla, pero esta vez en un lugar seguro donde pueda encontrarla rápidamente para que pueda volver a contarme alguna historia guardada en su memoria de metal.




16 comentarios:

  1. Un cuento maravilloso, que por supuesto merece un premio. Muy bien llevada la trama.

    Un abrazo, y felicidades

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  2. Me parece una noticia fantástica y, después de leer el cuento, no me extraña en absoluto porque es una bonita historia.
    Besitos.

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  3. El hablar con los objetos inanimados da mucho juego , pues aunque no lo creamos todo lo que anda presente en la vida cotidiana tiene su historia y ellos qué contarnos, lo que ocurre es que su lenguaje a veces es complicado de descifrar.
    Un bonito y tierno relato. Besos , Susana.

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    1. La tijera existió y sí, mi abuela la vendió para viajar a América. Abrazos. Susana

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  4. ¡Enhorabuena por esos premios! El relato lo merece, gracias por compartirlo Susana. Besos :D

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  5. Mi abuela también era costurera, una vida dura, como todas en aquellos años. Aún conservo una de sus viejas máquinas de escribir y un puñado de accesorios para los que desconozco su uso y un librito con apretada caligrafía sobre cómo usarlos... pura magia

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    1. Es un cachito de nuestra historia guardado en esos objetos. Gracias por pasar. Abrazos. Susana

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  6. Hola Susana, es muy tierna tu historia, dura, como la de todos los inmigrantes que abandonaron su tierra para abrazar esta nueva patria.
    Muy buena.
    PATRICIA F.

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    1. Gracias, Patry. No lo recordas pero vos me empujaste a escribir esta historia jajja. Besotes. Susana

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  7. Un relato entrañable. No me extraña el premio recibido.
    Enhorabuena.
    Un abrazo.

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  8. Muchas felicidades, que bonita sorpresa pero esta claro el por que: es bellisimo y entrañable! los objetos cotidianos pueden estar llenos de historias, y tu tijera se convirtio en un vinculo con el pasado y las experiencias de la abuela y tu familia. Cuanta riqueza tiene las cosas, muchas de ellas tienen alma! yo lo siento asi, existen historias personales que pueden estar ocultas en objetos aparentemente simples. De nuevo, felicidades Susana ♥

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    1. Muchas gracias Hada. Yo también lo siento así. Te mando abrazos. Susana

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