jueves, 27 de enero de 2022

 Hoy me uno a la propuesta de LA TRASTIENDA DEL PECADO . Allí nos han desafiado a escribir un relato que contenga una palabra prohibida, una palabra que tendrán que adivinar los lectores. Me encantó el desafío y me decidí a participar.


La propuesta juevera de La trastienda del pecado


Sin atreverse a nombrarlo

(por Rosana)

Nunca sintió esa casa como propia. A pesar de que sus padres transcurrieron allí varios años, no era la casa donde había nacido. Era simplemente eso: la casa de sus padres, a donde iba visitarlos, y durante los últimos años, a cuidarlos. 

Siempre había sido una niña llena de dudas, de vacilaciones, necesitada de compañía para hacerlo todo, lo que sea. Su madre la había criado con demasiadas cuestiones que le hicieron desconocer la seguridad. Esa casa no era la suya  y tenía que volver a entrar sola. Tenía que tomar las pertenencias que siempre veía, que miraba al pasar, sin importancia y tenía que seleccionar qué iría a parar muy lejos, con qué se quedaría y qué le daría a su hermano. 

No esperó mucho tiempo después de que ellos ya no estuvieron allí. Cualquiera que la conociese hubiese pensado que con su carácter débil, sus vacilaciones, sus  persecuciones, jamás podría llegar, caminar por el parque, tomar el ascensor, colocar las llaves y dar el primer paso. Tal vez todo lo que se dijo era lo más fácil, lo peor era cerrar la puerta y quedar adentro llena de todos esos sentimientos que no se atrevía a bautizar porque se había prohibido decirlos, ponerles nombre. Entrar  y decidir. Tomar cada una de las cosas, evocar el momento en que ellos las usaban, saber cuánto las apreciaban y ahora tomar la decisión. 

La niña que no podía decidir nada, sin compañía mediante había crecido. La vida la había hecho evolucionar de golpe y todos esas sensaciones que no dejaban que avanzara, solamente le provocaban trabas que no estaba dispuesta a permitir. 

La casa estaba vacía de sus padres. No  hervía el caldo de verduras casero sobre la cocina, ni había un centenar de ollas lavadas porque su madre había preparado el almuerzo, ni se oía el rítmico ruido de la rueda del pedal de la máquina de coser. La radio ya no cantaba ningún tango, ni el volumen de la televisión aturdía a todos los del edificio: su padre estaba cada día más sordo y el sonido de la tele cada vez se hacía para él, más lejano. 

Pensó: ahora son objetos sin sentido, ya no tienen significado para nadie, más que para los que no están. Se sentó, se preparó un mate, meditó en silencio. Se levantó, tomó varias bolsas y con una energía diferente que emanaba del poder tomar decisiones por si misma, comenzó a colocar cada una de las cosas para deshacerse de ellas. 

El ahogo y la desesperación que la soledad le provocaban, también fue a parar a las bolsas. Todo se los había dado en vida, los había cuidado hasta sentir dolor y también la paz que da el deber cumplido;  las cosas son cosas al fin. 

Tomó las llaves abrió la puerta y salió al palier con la vida llena de otros sentimientos, pues aquel que había sentido por tantos años se había ido. 

Solos llegamos y solos nos vamos. Lo difícil es aprender a vivir en soledad la transición entre esos dos momentos. 

lunes, 24 de enero de 2022

Por las cimas patagónicas (por Patricia F.)

 Por las cimas patagónicas. (por Patricia F.) 

Imagen tomada por a mí, desde un Piper Cherokee, PA 28, cuatriplaza, año 2010, al fondo del cráter se ve el magma.


Cuando hace poco más de veinte años mi esposo me comentó que por fin iba a realizar su sueño de ser piloto privado, debo confesar que tuve miedo, había volado en aviones de línea y siempre me gustó volar; pero los aviones pequeños para dos o cuatro personas me daban esa “cosita de desconfianza”. 

A pesar de mis miedos, él pudo realizar su sueño, ese que venía postergando desde su adolescencia y se recibió. 

Aún recuerdo la adrenalina que sentí cuando me llevó en el primer vuelo, la imagen del mundo en esos pequeños aviones es tan diferente, la verdad es maravillosa. 

Muchas alegrías nos deparo esta actividad deportiva, los más grandes amigos cosechamos en este ambiente, la camaradería y solidaridad, muchas cosas que la gente no imagina, el mundo se ve desde otra perspectiva y allá arriba se siente uno increíblemente libre. Esa libertad que te da el elegir una ruta aérea, ir de un punto a otro, elegir tu destino, sin presiones, sólo lo que el corazón y cerebro te dicten. 

Los veranos más hermosos, de vuelos entre montañas, allá en el sur, cruzando la Cordillera de los Andes hacia Chile, descubrir esos desniveles del terreno, un pequeño lago escondido, el cráter de un volcán, esos ríos que van entre angostos valles, rodeados de altas cumbres, glaciares milenarios... 

Tanto, nunca hubiese imaginado y noto que me cuesta describirlo con palabras, son sentimientos acumulados de muchos años, experiencias inolvidables, que por estos tiempos que corren las fotos me las recuerdan; puesto que desde que el planeta se vio envuelto en esta pandemia no hemos vuelto a realizar esos viajes. 

Cuando el mundo supere esta crisis, sé que volveremos a hacer viajes, aunque ya no serán los mismos, los niños crecieron, muchos amigos ya no están y nosotros, no somos ni seremos los mismos. 

Uno entre miles. (Por Patricia F.)

  Este jueves la propuesta vuelve de la mano de Neogéminis.  Mónica nos desafía a escribir un relato titulado: 1 entre 1000, después de much...