Hola a todos, regresando de a poco, si bien por estos días estoy participando del mundial de escritura que se organiza aquí en Buenos Aires, ya finalizando estamos en etapa de postulación y edición de textos.
Decidí comenzar nuevamente a participar en el blog, ha sido un mes muy duro este último, estuve un mes completo internada y con dos cirugías a cuestas, estoy de nuevo en mi casa, pero aún me espera una larga recuperación, pues por varias semanas no puedo pisar con el pie operado, me siento una especie de robot ya que ahora cuento con varios clavos, tornillos y un tutor metálico interno, que seguramente harán sonar todas las alarmas de aeropuertos cuando pueda volver a viajar.
Con este corto texto participo de la propuesta del jueves 15 de mayo a cargo de Campirela y el tema es uno de mis preferidos, Flores.
Les cuento del maravilloso lugar donde estaba, que es mi lugar en el mundo y les dejo algunas fotos que tome el día antes de mi accidente, para que conozcan un poquito de esos maravillosos rosales.
Mágicas rosas. (Por Patricia F.)
Mediodía de sol en San Martín de los Andes, los rosales que adornan todas y cada una de las veredas, están en su máximo esplendor.
Abejas y abejorros trabajando en una desesperada carrera por ganarle tiempo al invierno que se aproxima, aquí es otoño y el frío inminente se siente en las noches y amaneceres.
Rosas de té, injertadas, dobles, simples, iceberg y muchas más, todos los tamaños y colores imaginables. El aroma en el aire es exquisito, muchas tienen perfumen fantásticos.
En mi paseo llego hasta el rosedal, me siento en un banco, rodeada de tanta belleza delicada y sin dudas nuevamente confirmo mi pensamiento, definitivamente los rosales son mis preferidos.
Aunque en Buenos Aires no se den tan lindos como en el sur, algunos tengo en mi jardín, llego a la conclusión de que el clima tiene mucho que ver con su sano desarrollo.
Cada calle encierra esa magia que no me deja de sorprender, todas las calles hasta las más alejadas del centro poseen rosales en sus veredas, me siento transportada a otro mundo, esa maravilla acompaña mi mente y corazón el resto del año, es lo que me llevo a mi regreso a casa junto con las fotografías.
Algunos de los rosales que se encuentran en las veredas.
Sentada en medio del rosedal de San Martín de los Andes.