martes, 6 de septiembre de 2022

El placer a cucharadas.

 Nuevamente hemos decidido sorprenderlos con algo puramente nuestro. La primera entrega fue "el mate", y ahora le tocó al rey de nuestras invenciones. 


El placer a cucharadas.





El General Don Juan Manuel de Rosas y el General Lavalle eran enemigos a muerte, sin embargo, este invento tan nuestro, el mismo que hace que chicos y grandes nos relamamos solamente con verlo en las góndolas de los supermercados, los unió por apenas un instante.

Pero vamos a conocer un poco más esta dulce suceso:

Cuenta la historia que en el Museo Histórico Nacional existe un documento que fecha la invención del dulce de leche allá por el año 1829, cuando estaban por reunirse para firmar el pacto de Cañuelas Juan Manuel de Rosas y Juan Lavalle.  Mientras en la cocina una sirvienta de Rosas estaba preparando algo que llamaban "lechada" una mezcla de leche y azúcar, con la que luego preparaban el mate, agregándolo a la yerba, ocurrió que esta criada se distrajo un momento y cuando fue a ver la olla, el contenido se había espesado,  convirtiéndose en una sustancia amarronada, cuyo sabor agradó a ambos generales enemigos.

Esa es una de las versiones de sus orígenes, aunque también hay otras, de cualquier manera se me ocurre esta pregunta:

¿Hay algo más placentero que destapar un tarro de dulce de leche?, en mi caso creo que no. El que viene en envase de cartón (es el que más me gusta), aunque llegado el caso todos me vienen bien.





Sacar la tapa y meter la cuchara grande (esa que se usa para tomar sopa), como dije, meterla en el tarro y extraerla bien llena de ese dulce cremoso e ir saboreándolo de a poco, ése es mi placer culposo o no tanto.

Debo decir que el dulce de leche me gusta en todas sus formas: en helado con trozos de chocolate o su versión caliente en un volcán, en relleno de bombones, facturas, tortas, de mil maneras, pues es exquisito.

Recuerdo llegar de la escuela y mientras todavía mi madre trabajaba con las máquinas de tejer, me convertía por algunos momentos en una ladrona de heladera: cuchara de sopa en mano, intentaba emparejar los pozos que iba dejando al sacar con empeño, una cucharada más...




Tuve mis épocas de decoradora de tortas. En Argentina, las tortas no son tortas si no tienen cucharadas colmadas de dulce de leche repostero, pues compraba lo que llevaba la torta, más las que relamía mientras las confeccionaba...Sigue siendo y será mi perdición. El único que combate el vicio es mi hígado, que decidió hacerle un parate al exceso de azúcares.

Pero no a todos les causa el mismo placer. Hay personas que odian encontrar el tarro vacío en la heladera con la evidencia del crimen adentro. La cucharita sucia que descansa en el tarro , helada y pegoteada porque alguien que ya satisfizo su morbosidad egoísta de comer todo, absolutamente todo el tarro y dejar la muestra.




O aquellos que cargan tanto el pan con dulce que cae por los bordes chorreando la mesa y el mantel. 

Hay de todo en la vida. Este gusto es para aquellos que nacimos en esta tierra hermosa, pero aunque no sintamos el placer de comerlo, sentimos el orgullo de haberlo inventado. Como tenemos orgullo de tener la avenida más ancha o la calle más larga. Cosas de argentinos...

Uno entre miles. (Por Patricia F.)

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