Hola a todos, para este jueves el desafío lo hace Nuria en su blog Bitácora Literaria nos propone escribir sobre: ¡El Lobo Feroz!, pero reimaginando a este personaje, que puede ser víctima o un héroe.
Así que me fui a revolver mis archivos, pues en el 2021 cuando aún estábamos encerrados por culpa de la pandemia, hice un taller literario online y justamente el tema era reversionar un cuento infantil donde el villano no fuera tal, ni los buenos tampoco lo fueran tanto.
Aquí abajo les dejo mi versión de los tres cerditos y el lobo, infantil y diferente.
Por otro lado, les comento que no voy a leerlos en estos días, porque voy a estar ausente, pero cuando vuelva iré a visitarlos y leer sus historias y comentar, sepan disculpar, no quería dejar de participar.
Los tres cerditos y el Lobo... ¿feroz? (Por Patricia F.)
Aunque todos crean que nadie está viendo lo que pueda llegar a suceder, siempre hay alguien que pasa desapercibido, fiel testigo de la historia, por eso nadie contaba con la presencia de Pío, un pequeño pajarito que había construido su nido en la copa de los árboles que se encontraban en el jardín de los tres cerditos.
Pajita va, pajita viene, mientras el pequeñín hacía su tarea, en varias oportunidades vio como el Lobo Feroz, fue maltratado por estos tres pequeños y regordetes hermanos, él solo quería tener amigos para jugar, cantar y bailar con ellos. Pero claro, eso no estaba en los planes de los cerditos, que pretendían divertirse a costa del pobre lobo; se burlaban de su cuerpo peludo, de su larga y fina trompa de colmillos afilados asomando y, en definitiva, porque cuando cantaba en lugar de una melodía le salía un aullido.
A pesar de sentirse triste, el lobo, seguía intentando conseguir su amistad, les ayudaba a construir sus casas, corría por todo el campo juntando paja y madera, cargaba ladrillos, hacía el pastón de cemento, se ocupaba de todos los trabajos pesados; era flaco, pero fuerte.
Así es que pronto, las tres casitas estuvieron construidas, aunque ninguno de ellos invitó al lobo a pasar, ni le convidó un té o mate o unas galletitas, nada...
Ni siquiera un poco de agua fresca, directamente lo mandaron a beber al río.
Organizaron una comida para festejar la culminación de la tarea, mientras tanto, Pío observaba llevándose de vez en cuando alguna pajita perdida a su nido o juntando miguitas que iban cayendo, entre tanto el Lobo Feroz, sentado en un rincón solo miraba cómo se divertían, cuando empezaron a cantar quiso sumarse y ante el primer aullido los cerditos se descostillaron de la risa...
Entonces, ya cansado de tanta burla, comenzó a soplar, soplar y soplar y derribó la casita de paja, seguida de la de madera, claro que con la de ladrillos no pudo. Allí se metieron los tres maleducados hermanos, bien apretados y temblando; prometiendo no volver a burlarse de nadie.
Satisfecho el Lobo Feroz se fue bailado y aullando como sabía, nunca más volvió a acercarse por esos lados. Dicen, quienes por allí pasan, que así lo contó un pajarito.