jueves, 27 de octubre de 2022

Veintiún mil novecientos días.


Muchas vidas en una vida (por Rosana)


 21.900 días...525.600 horas es exactamente el tiempo que llevo viviendo. Me encantaría poder recordar cada minuto: desde la primera vez que mi madre habrá agarrado mi mano, hasta el primer día que me llevó al colegio o cuando me habrá dicho que tenga cuidado al cruzar la calle, o el día que me pidió perdón por tener que cuidarla tanto...

La primer mirada que mi caballero me dio y me envolvió para siempre en esa capa de protección que hace que jamás sintiese miedo...pero la mente juega, es perversa, atesora solamente lo que se le antoja.

Recuerdo la madrugada que mi hijo comenzó a gritar porque quería independizarse de mi cuerpo y juntos fuimos hacia la maternidad para que su deseo se hiciese realidad.

Recuerdo la tarde de un 3 de enero en que corrimos juntos a recibir a uno de los mejores regalos que nos dio la vida: semilla de nuestra semilla, una princesa que bendijo el sendero por el que ahora estamos transitando.

Recuerdo,  sí,  la mirada de mi caballero delante del altar, esperando, y yo mirando para todos lados, emocionadísima...la mente sigue jugándome a las escondidas y yo intento contar hasta cien mil en algún árbol que me permita ver mi vida como una película, pero sólo encuentro capítulos. Cuántos capítulos de esta novela que aún no llega a su fin...

Cuestión que hoy estreno año nuevo, década nueva. ¿Que si me cuesta? Como a todos, como a muchos. Lo que sé es la vida la viví varias veces, disfrazada de varias profesiones, trazando varios proyectos y programando muchos nuevos; que si bien siempre hubo uno que otro cactus, también hay tupidas arboledas, perfumadas flores y pájaros que cantan junto a mis cantos. 

Mujer de poc@s amig@s, siempre di todo lo que estuvo a mi alcance y coseché las compañías más maravillosas. Cada uno cumplió su papel en el momento exacto; muchos se fueron, quedaron los mejores.

Se hace camino al andar reza el poeta y de andar mis pies pueden dar clases...

Rosana Colombo


Reflexionando (Por Susana)

A veces en mi trabajo nos sentimos con los brazos y la manos atadas. Sentimos que no es suficiente lo que hacemos por los niños y entonces llega la angustia del "quisiera hacer más por él". Estos días me siento así. Con la angustia del "quiero hacer más por él" y en el medio de eso surgió este texto. 


Qué hago cuando te enojás, qué hago cuando te tirás al piso y en posición fetal llorás sin parar.

Qué hago cundo repetís y repetís obsesivamente una palabra o una frase hasta el cansancio.

Qué hago cuando te golpeás porque te ofuscás con vos mismo.

Qué hago cuando sentís que no podés, que no es suficiente lo que sabés.

Respiro hondo, siento que sos un niño al que se lo debe abrazar fuerte.

Siento que quiero apapacharte.

Siento que quisiera abrirle los ojos y la mente a tus padres que niegan rotundamente lo que te pasa, lo que necesitás, lo que pedís en cada berrinche, en cada desborde.

Esos padres que solo usan gritos y quizá golpes en la intimidad para ponerte límites y una sonrisa fría cuando trato de contarle lo que te pasa.

Como quisiera que simplemente reconcieran que necesitás mas amor, más atención,  más compañía.


Asombrosamente asombradas

  Asombrosamente asombradas Buenos días queridísim@s amig@s, vengo a contar una situación que cuando finalice de relatarla, espero que usted...