miércoles, 17 de enero de 2024

Lucía y su curiosidad sin límites. (Por Patricia F.)

 

Hola amigos, en esta convocatoria de los jueves, nuestra anfitriona Cecy en su blog Deshojando relatos, nos propone "en un abrir y cerrar de ojos, una frase me inspira", abrir un libro en cualquier página y elegir al azar una frase, sin mirar e inspirarse para escribir  una historia.






 Este es el libro que estoy leyendo actualmente: "Soy un gato", de Natsume Soseki la frase que surgió se encuentra en la página 178.


- (Decir “husmear” da una impresión equivocada e incluso suena vagamente reprobable.)

 Esta frase me inspiró este micro:

Lucía y su curiosidad sin límites. (Por Patricia F.) 


Debía andar rondando los 80 años y se sabía vida y obra de todos los vecinos del pueblo, desde pequeña a Lucía le gustaba saber los hechos acontecidos a sus compañeritos de colegio primero y a sus vecinos después, siempre fue la lleva y trae noticias del lugar.  

Ella pensaba que “husmear “para saber qué sucedía y tal vez brindar su ayuda o consejo no estaba mal, así que andaba metiendo su naricilla respingada en cuánto asunto oliese extraño, tantos años haciendo lo mismo que se transformó en su “profesión”, podría decirse. 

Un día Lucía vio desde su jardín mientras regaba las plantas que, a la casa de enfrente tanto tiempo cerrada, llegaba una mujer de mediana edad a vivir, estacionó su auto y bajó un par de valijas y algunas cajas. Se quedó observando a la recién llegada, mientras corría el agua de la manguera inundando ese sector del jardín y casi una abeja se le mete en su boca abierta por el asombro. 

Salió presurosa sin cerrar la canilla y entro a su casa sacudiendo a su esposo que dormía una siesta en el sillón: 

  • -¡Despierta Manuel, que te despiertes hombre! 

  • -¡¡¡Pero qué pasa mujer, para tanto alboroto!!! 

  • -Levántate de allí (mientras lo sacudía), ven a la ventana a ver... 

Tal era la excitación de Lucía que por poco y se lo lleva a la rastra al pobre Manuel. 

  • -Ahá, ¿para eso tanto alboroto?, un auto estacionado enfrente. 

  • -Pero hombre, abre bien los ojos, una desconocida ha venido a vivir allí, esa casa lleva años cerrada desde que Juan se fue a la ciudad, ¿¡no te parece extraño!? 

  • -Pero qué extraño ni qué nada, probablemente le compró o alquiló la casa a su antiguo dueño. 

  • -Ya lo averiguaré, le dijo a su marido, y así sin decir nada más salió con una tijera en mano. 

Mientras tanto Manuel volvía a su sillón preferido a continuar con su siesta. 

Lucía cortó unas flores de su jardín y cruzando la calle, salió dispuesta a dar la bienvenida a su nueva vecina. 

Luego de unos minutos, regresó muy molesta, volviendo a sacudir a su marido sacándolo nuevamente de los brazos de Morfeo, expresando su enojo: 

  • -Puedes creerlo Manuel, la muy maleducada, apenas se asomó, tomó las flores dijo que “muchas gracias”, y me cerró la puerta en las narices. 

  • -Pero qué quieres mujer, la pobre debe estar cansada, si acaba de llegar. Déjala descansar por lo menos (mientras cerraba otra vez los ojos y retornaba a su sueño por segunda vez interrumpido) 

Al tiempo que Lucía partía hacia la cocina pensando en hornear un budín para ir nuevamente al día siguiente a dar la “bienvenida” a la nueva vecina... 

Uno entre miles. (Por Patricia F.)

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