sábado, 23 de abril de 2022

De jaleas y mermeladas. (Por Patricia F.)

 De jaleas y mermeladas. (Por Patricia F.) 



                                               (fotografía tomada por mí, en mi cocina) 


Fui a la feria como casi todas las semanas, en un puesto de frutas allí estaban amarillo-dorados con su capa de fina pelusa recubriéndolos. 

¡Membrillos!, pensé; llegaron a casa conmigo, mientras los observaba y sentía su delicado aroma, los recuerdos empezaron a asomar. 

En la quinta de mi abuela recuerdo había varias plantas, así que llegada esta época íbamos a recogerlos con mi tía y nonna, llenábamos un par de baldes y de nuevo a la casa, a iniciar el proceso de cocción. Allí nos esperaba la cocina “económica” encendida, siempre esperando un trozo más de leña. 

Bien lavados para quitar todas las pelusitas, comenzaba el proceso, piel, centros y semillas, por un lado, para hacer la jalea y la pulpa por el otro para el dulce. 

Mi tía se ocupaba de la jalea, me enseñaba a hacerla a pesar de que yo era muy niña, me encantaba aprender de cocina, nunca imaginé que sería mi gran pasión, mi arte. Me explicaba que las semillas van en una bolsita de tela, son las que liberan la pectina para lograr la gelatina de la jalea, allí comenzaba el proceso, pieles y centros a hervir, una vez tiernos, se escurrían muy bien con un lienzo limpio, ese jugo junto con la bolsita de semillas y el azúcar a cocinar a fuego lento revolviendo cada tanto hasta conseguir el color rojizo y la consistencia necesaria. 

Por otro lado, mi abuela se ocupaba del dulce, toda la pulpa de la fruta a otra olla, con agua a hervir y cuando se ablandaban un poco los pisaba con un pasapuré, agregaba el azúcar al fuego y revolviendo cada tanto hasta lograr la consistencia, pero no hacían barras de dulce como las comerciales, se envasaba en frascos y se guardaba para el invierno. 

Quienes crecieron en el campo saben que, ante la falta de freezer, en mi infancia solo había heladera, y no todos tenían una, las conservas eran primordiales para tener guardados ciertos alimentos para la época de escases, pero esa es una historia para otro día, hoy está dedicada a los aromáticos membrillos. 

Sin darme cuenta les conté secretitos que aprendí en mi infancia, hoy agradezco poder repetir la alquimia de la cocina, porque recetas hay miles, pero las mejores son las que tienen aroma a infancia. 

 

 

jueves, 21 de abril de 2022

"No lo siento" (por Rosana)

Vamos con la propuesta juevera que nos hace Neogéminis y que podrán ver haciendo click en esta imagen


 "No lo siento" (Por Rosana)
Para él, que desde su pequeñez, lucha contra sus monstruos cada día. 

Denis Sarazhin



- Es instintivo, necesito agarrar algo y lastimarme rápido, lo que sea, déjeme, déjeme clavarme la birome, no me sostenga la mano...
Entonces comenzó a buscar debajo del pupitre, sacó rápidamente un cuaderno espiralado y comenzó a desarmarlo. Quería lastimarse con el alambre del resorte. Le sostuve la mano y con la otra, quería tomar el palillo con el que se toca el tambor, para también golpearse. Con las dos manos lo sostuve, suavemente, me miraba casi suplicante. 
-Déjeme, por favor le pido, déjeme
Pudo soltar su mano izquierda y comenzó a darse cachetazos, luego a darse golpes consecutivos en la cabeza...
Se soltó la otra mano. Yo no podía, no debía ejercer mucha fuerza sobre su cuerpo, no nos está permitido tocarlos. ¡Juro que lo hubiese abrazado...!
Solamente le había hecho el comentario de lo hermoso que había quedado su tambor. Un tambor hecho con un balde de plástico, de esos en los que vienen los helados por cinco kilos. A pesar de que parezca contradictorio, con toda la paciencia que no puede tener un ser humano que luego quiere auto flagelarse, lo había forrado con cuerina marrón, utilizando retazos de un mantel de la familia. Hasta que pudo relatar cómo lo había confeccionado, todo era alegría. Sus compañeros escuchaban atentos como yo lo premiaba oralmente y le decía que jamás había visto algo tan verdaderamente hermoso y artesanal.
La alegría hizo que comenzara a reírse y hacía fuerza para no hacerlo y  recordó de golpe una anécdota que le había sucedido alguna vez, otra de las otras veces que pudo olvidarse de su trágica forma de reaccionar.
Mi niño lleva un volcán en sus neuronas, en las más profundas, en vaya a saber cúal de ellas y qué sistema perverso de la naturaleza hace que habitualmente necesite sentir dolor corporal para poder seguir...
De golpe tomó nuevamente la birome, y cuando estaba por clavarla en su pierna le pedí con calma que no lo hiciera - sabía que si subía de tono no iba a poder impedir el gesto que trajera como consecuencia una herida que tal vez lo calme, pero que yo no hubiese podido soportar. 
- Basta te pido por favor, no sigas - Mis ojos no alcanzaban para controlar que no se lastimase y para suplicarle al resto que se mantuviesen callados y calmos, que no emitiesen sonido alguno que pudiese alterarlo más todavía. Los otros entendían mi mirada y me miraban y observaban la lucha que yo estaba llevando a cabo, intentando ganarle al puto destino que se empeñaba en trastornar a un inocente.
- Yo  no lo siento profe, a mi no me duele
- Pero me duele a mi...no sabés lo que a mi me duele esta humanidad que mucho predica el derecho de los niños y tan poco hace por ellos.
No me entendió, jamás va a entenderme porque él vivirá intentando lastimarse para olvidarse quizá de qué, durante toda su vida...Y nosotros, nosotros qué estaremos haciendo o por hacer para que realmente sean el futuro feliz de una nación...

miércoles, 20 de abril de 2022

PRIMEROS PARTICIPANTES


Van llegando los primeras participaciones a nuestro desafío.

Para poder ver el desafío, hagan click en la foto







En la siguiente lista están los primeros textos  participantes, sus anécdotas, muy buenas todas, cuántas cosas diferentes nos pueden suceder en un transporte público.
 Y ustedes ¿ qué nos pueden contar?


      ALBADA 














domingo, 17 de abril de 2022

Desayunos Artesanos IV

 Hoy es Domingo de Resurrección. 

A tod@s Ustedes ¡Muy Felices Pascuas!

También es Domingo de un nuevo "Desafío Artesano"


Hace muchos, muchos años, allá por 1978, cuando Patricia, Susana y yo éramos unas pre adolescentes, veíamos por las noches una novela muy particular. Se llamaba "Un mundo de veinte asientos" y contaba la historia de amor entre Juan, un colectivero, y Victoria,  una señorita de clase alta. 


Sus vidas se habían cruzado en un colectivo de la línea 60 (uno de los que tiene el recorrido más extenso en toda Buenos Aires),  y así había nacido esa historia que nos tuvo un tiempo largo suspirando y atrapadísimas. 

La historia de Juan y Victoria, es un simple y sencilla anécdota ocurrida en un medio de transporte, una de las tantas que pueden ocurrir cada día: en el colectivo, en el tren, en el taxi, en el avión o en el barco, en cualquier medio de transporte.

Los invitamos a que nos cuenten qué anécdota tiene ustedes para contar que haya ocurrido en un medio de transporte. Seguramente resultarán muy, pero muy ocurrentes y dignas de ser disfrutadas.

Como siempre les dejamos algunas indicaciones para que la cuestión sea más ordenada

  • Deberán realizar un escrito de máximo 300 palabras, en el que relaten una anéctoda que les haya sucedido en un medio de transporte.
  • Una vez escrito y publicado en vuestro blog,/ o red social deberán dejarnos el link en los comentarios de esta entrada. 
  • Solicitamos que por favor,  incluyan la   imagen que es el símbolo de estos desafíos quincenales y linkearla, así cada vez tendremos más participantes.
  • No te olvides de enviarlo antes del sábado 30/04/2022, porque luego publicaremos el nuevo desafío.

Y para inaugurar este reto, aquí tenemos esta anécdota que nos llega de la pluma de Susana, como ella suele decir, denle mucho amor:

Pensamientos en el Tren II (por Susana)

Viajo diariamente en tren para ir a mi trabajo. Soy docente y me apasiona enseñar, aunque en nuestro bendito país sea uno de los trabajos peores pagados, esta profesión me brota por los poros y no podría dejar de ejercerla. Me descubro enseñando hasta cuando no estoy en el aula.

     Les comentaba que viajo en tren a diario, así que me cruzó con cientos de vendedores para los cuales tendría que tener un sueldo a parte. Cualquier cantidad de variedades de artículos. Algunos interesantes y otros no tanto. Suelo comprar mis barbijos en el tren, pero no mucho más que eso.

     Veo los rostros de las personas que dependen de lo que vayamos a comprar allí para sobrevivir. Últimamente en mi querida Argentina solo sobrevivimos. No son solo pobres los que no tienen trabajo, yo que ejerzo mi profesión con un solo cargo también soy pobre porque no supero el mínimo de ganancia que debería tener de sueldo para comprar la canasta básica de alimentos.

¿Cómo sobrevivimos? De milagro. En esta semana Santa se ve mucho de eso.

     Las personas revuelven en la basura para llevar el pan a casa. Otros juntan cartones, botellas, y lo que se les ocurra para revender y poner un plato de comida a sus hijos.

     No estoy protestando aunque ganas no me faltan. Trabajo muuuucho y gano tan poco. Y pienso  que el emperador japonés  se reverencia ante el maestro porque su cultura dice que sin maestros no habría emperadores. JÁ, chupate esa mandarina. Lejos de la cultura occidental donde está desvalorizado y ahora utilizado para adoctrinar jóvenes y niños. No es mi caso por supuesto, donde solo busco que los niños aprendan la verdad y conozcan las dos caras de la moneda. Qué ellos puedan elegir en quién creer y a quién elegir. Qué nadie meta en sus cabezas esa basura de populismo que le hace tanto mal a América Latina. Fuimos conquistados y aplastados por los conquistadores y ahora somos aplastados por toda esta mierda de populismo.

     Hoy verán que estoy un tanto enojada con la realidad. Pero no era esto lo que quería contar. Simplemente salió en el relato y ahí vamos con mis pensamientos en el tren.

     Iba metida en mis propios pensamientos cuando alguien se detuvo al lado mío. Era ya de noche yo estaba volviendo a casa tarde y con apenas unas monedas en el bolsillo. Cuando levanté la mirada vi unos ojos llenos de desesperación que me decían mostrando unos plantines en una canasta enorme, que no había vendido mucho durante el día y le iba a costar darle de comer a sus hijos.

     Enseguida escuché la voz de mi madre diciéndome: nunca se sabe cuándo es Jesús el que pide ayuda así que siempre hay que dar.

     Simplemente saqué lo que tenía en el bolsillo y compré dos de sus plantines que están floreciendo hermosos. Fue grande el agradecimiento. Una enorme sonrisa que me decía gracias. Yo no quería las gracias, sinceramente solo pensaba en esos niños que había que ayudar a comer esta noche.

Y cuantas noches más. En esta Semana Santa recordá aquello que dice: “Me diste de beber cuando tenía sed, me diste de comer cuando tenía hambre, me abrigaste cuando tenía frío” simplemente la palabra de Dios que mi madre tenía a flor de piel siempre. Ayuda porque no sabés cuando es Jesús el que llama. Y a eso le agregaría:” siempre ayudá porque siempre es Jesús el que llama. Ese Jesús que vive en el hermano que está a nuestro lado, el que te cruzas en el tren o en el colectivo.” Si muchos lo viéramos de esta manera otro sería el mundo. John Lennon decía: “dicen que soy un soñador, pero no soy el único”.


ESPERAMOS CON ANSIAS VUESTRAS PARTICIPACIONES!!!!








Uno entre miles. (Por Patricia F.)

  Este jueves la propuesta vuelve de la mano de Neogéminis.  Mónica nos desafía a escribir un relato titulado: 1 entre 1000, después de much...