"No lo siento" (Por Rosana)
Para él, que desde su pequeñez, lucha contra sus monstruos cada día.
Denis Sarazhin |
- Es instintivo, necesito agarrar algo y lastimarme rápido, lo que sea, déjeme, déjeme clavarme la birome, no me sostenga la mano...
Entonces comenzó a buscar debajo del pupitre, sacó rápidamente un cuaderno espiralado y comenzó a desarmarlo. Quería lastimarse con el alambre del resorte. Le sostuve la mano y con la otra, quería tomar el palillo con el que se toca el tambor, para también golpearse. Con las dos manos lo sostuve, suavemente, me miraba casi suplicante.
-Déjeme, por favor le pido, déjeme
Pudo soltar su mano izquierda y comenzó a darse cachetazos, luego a darse golpes consecutivos en la cabeza...
Se soltó la otra mano. Yo no podía, no debía ejercer mucha fuerza sobre su cuerpo, no nos está permitido tocarlos. ¡Juro que lo hubiese abrazado...!
Solamente le había hecho el comentario de lo hermoso que había quedado su tambor. Un tambor hecho con un balde de plástico, de esos en los que vienen los helados por cinco kilos. A pesar de que parezca contradictorio, con toda la paciencia que no puede tener un ser humano que luego quiere auto flagelarse, lo había forrado con cuerina marrón, utilizando retazos de un mantel de la familia. Hasta que pudo relatar cómo lo había confeccionado, todo era alegría. Sus compañeros escuchaban atentos como yo lo premiaba oralmente y le decía que jamás había visto algo tan verdaderamente hermoso y artesanal.
La alegría hizo que comenzara a reírse y hacía fuerza para no hacerlo y recordó de golpe una anécdota que le había sucedido alguna vez, otra de las otras veces que pudo olvidarse de su trágica forma de reaccionar.
Mi niño lleva un volcán en sus neuronas, en las más profundas, en vaya a saber cúal de ellas y qué sistema perverso de la naturaleza hace que habitualmente necesite sentir dolor corporal para poder seguir...
De golpe tomó nuevamente la birome, y cuando estaba por clavarla en su pierna le pedí con calma que no lo hiciera - sabía que si subía de tono no iba a poder impedir el gesto que trajera como consecuencia una herida que tal vez lo calme, pero que yo no hubiese podido soportar.
- Basta te pido por favor, no sigas - Mis ojos no alcanzaban para controlar que no se lastimase y para suplicarle al resto que se mantuviesen callados y calmos, que no emitiesen sonido alguno que pudiese alterarlo más todavía. Los otros entendían mi mirada y me miraban y observaban la lucha que yo estaba llevando a cabo, intentando ganarle al puto destino que se empeñaba en trastornar a un inocente.
- Yo no lo siento profe, a mi no me duele
- Pero me duele a mi...no sabés lo que a mi me duele esta humanidad que mucho predica el derecho de los niños y tan poco hace por ellos.
No me entendió, jamás va a entenderme porque él vivirá intentando lastimarse para olvidarse quizá de qué, durante toda su vida...Y nosotros, nosotros qué estaremos haciendo o por hacer para que realmente sean el futuro feliz de una nación...
Terrible. Sé de estos casos en que la autoflagelación llega como trágico escape de profundas heridas que muchas veces no se logra identificar. Imagino lo difícil que ha de ser tratar a este tipo de pacientes, más aún siendo niños. La imagen que elegiste refleja muy bien un dolor tan profundo como el del personaje de tu relato. Un abrazo, Rosana, y muchas gracias por sumarte
ResponderBorrarLas profundas heridas a tan corta edad, demuestran lo poco o lo mal que el ser humano ha seguido evolucionando. Es muy triste y vivirlo, es impresionante. Abrazo
BorrarUna terrible y triste historia que lamentablemente suele ser verdad, que simplemente no se habla y no sabemos como reaccionar
ResponderBorrarEs que es la pura verdad, es lo que me aconteció ayer en el colegio. Abrazos.
BorrarQué bonito, triste y desgarrador. Siento que el niño protagonista de tu historia podría ser el adulto que sale en la mía.
ResponderBorrarBesos.
Realmente podríamos ensamblar ambas historias y si, sería perfectamente la historia de tu David. Podríamos hacerlo no? si quieres nos conectamos por mail.
BorrarEs devastador. Ese niño bonito que no aprendió a amar, ni a amarse.
ResponderBorrarUn abrazo
He conocido varios casos directamente y siempre la solución que le daban era inflarlos a pastillas y tenerlos medio adormilados (hablo de hace muchos años, no se si ahora seguirán haciendo lo mismo) y, por muchas vueltas que le doy, sigo sin tener claro si eso era bueno o era malo (aunque todo depende de para quién).
ResponderBorrarSi Lurio, tengo otros alumnos así, inflados a pastillas, pero parece ser el único camino cuando las patologías son graves. Es tan complejo el tema...
BorrarUn abrazo
Terrible, se encoge el corazón. Muy bien escrito Rosana. Besos :)
ResponderBorrarAsi llegué ayer, con el corazón encogido y hecho un moño. Un abrazo enorme!!!
BorrarQue triste historia, al tener visos de verdad duele el alma, está muy bien escrito. felicidades y abrazos
ResponderBorrarGracias Ester, realmente agradezco la posibilidad de que el tema de este jueves me permitió hacer catarsis.
BorrarUn abrazo enorme!!!
Una dura historia donde se me pone la piel de gallina, es fuerte leerla y desgarrador. Un besote grande.
ResponderBorrarSi Campirela y ni te cuento protagonizarla lo duro que es. Gracias que puedo escribir y sacar los sentimientos para afuera. Abrazo
BorrarUn relato sobrecogedor y desgarrador.
ResponderBorrarMe quedo sin palabras.
Besos
Myriam, tengo entendido que estás en el campo de la psicología. Si para vos es duro, imaginate para mi que juego a ser psicóloga mientras me muero de miedo por dentro. Un abrazo
BorrarMuy dura, triste y real en muchos casos, esta historia. Es muy difícil revertir esa situación cuando la flia hace tiempo que está en decadencia por múltiples factores. Felicitaciones, Rosana, por tus escritos.
ResponderBorrarHola Ro, tan dura y triste es esta realidad, que un niño tenga que llegar a lastimarse, dura experiencia la vivida también, te felicito por el texto, por la manera que tenes de enfrentar esos momentos, un abrazo, Patricia.
ResponderBorrarMuchísimas Gracias Patry, realmente es muchísima la vocación que tengo. Un abrazo.
BorrarMuchísimas gracias Rosario, es verdad todo lo que dices. Abrazo
ResponderBorrarUn relato triste y que Dios quiera que sepamos dar marcha atrás con la vida que nos ha tocado vivir.
ResponderBorrarQué terrible la condición de algunas almas que están sujetas a estas condiciones psicológicas, se siente la impotencia al verlo en un niño. Muy complicada situación. Esa sensación también me la comunica el cuadro y lo lograste expresar de una manera muy clara, felicidades por este excelente relato. Saludos.
ResponderBorrarEsas historias se llevan dentro, no hay gesto que las detenga, no hay vida que lo resista... la niñez deja eridas en algunos con las que cargamos para siempre, puedes olvidar, pero nunca perdona. Vives con la angustia de una esperanza, sacudes tus sandalias, como dices en otro post, pero el polvo sigue en tus pies, a veces, hasta piedrecillas que se van enterrando y lacerando de a poco, moliendo la carne, culpandote de miserias que cargas de otros... hacerte daño, no remedia, pero te dice que aún estás vivo, y que el polvo en las sandalias siempre estará en nuestro camino.
ResponderBorrarYo escribo y escupo todo en una hoja en blanco, quizas menos dolor físico, pero siempre un dolor.
De niño no te entendieron, todos querían ayudar, pero como adivinas el dolor que lleva dentro?, cual es la magnitud del dolor..?...Unos creían que un par de correazos solucionaban todo.. pero el dolor sólo se agudizaba, la herida se hacía más profunda, y la vida más intenza... hoy a los sesenta, creo que uno puede vivir con eso, pero la cicatriz sangra en días de oscuro invierno.
intensa ... herida... perdón, pero las palabras con los recuerdos te hacen caer en un error. Es una fe de erratas...
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