De jaleas y mermeladas. (Por Patricia F.)
(fotografía tomada por mí, en mi cocina)
Fui a la feria como casi todas las semanas, en un puesto de frutas allí estaban amarillo-dorados con su capa de fina pelusa recubriéndolos.
¡Membrillos!, pensé; llegaron a casa conmigo, mientras los observaba y sentía su delicado aroma, los recuerdos empezaron a asomar.
En la quinta de mi abuela recuerdo había varias plantas, así que llegada esta época íbamos a recogerlos con mi tía y nonna, llenábamos un par de baldes y de nuevo a la casa, a iniciar el proceso de cocción. Allí nos esperaba la cocina “económica” encendida, siempre esperando un trozo más de leña.
Bien lavados para quitar todas las pelusitas, comenzaba el proceso, piel, centros y semillas, por un lado, para hacer la jalea y la pulpa por el otro para el dulce.
Mi tía se ocupaba de la jalea, me enseñaba a hacerla a pesar de que yo era muy niña, me encantaba aprender de cocina, nunca imaginé que sería mi gran pasión, mi arte. Me explicaba que las semillas van en una bolsita de tela, son las que liberan la pectina para lograr la gelatina de la jalea, allí comenzaba el proceso, pieles y centros a hervir, una vez tiernos, se escurrían muy bien con un lienzo limpio, ese jugo junto con la bolsita de semillas y el azúcar a cocinar a fuego lento revolviendo cada tanto hasta conseguir el color rojizo y la consistencia necesaria.
Por otro lado, mi abuela se ocupaba del dulce, toda la pulpa de la fruta a otra olla, con agua a hervir y cuando se ablandaban un poco los pisaba con un pasapuré, agregaba el azúcar al fuego y revolviendo cada tanto hasta lograr la consistencia, pero no hacían barras de dulce como las comerciales, se envasaba en frascos y se guardaba para el invierno.
Quienes crecieron en el campo saben que, ante la falta de freezer, en mi infancia solo había heladera, y no todos tenían una, las conservas eran primordiales para tener guardados ciertos alimentos para la época de escases, pero esa es una historia para otro día, hoy está dedicada a los aromáticos membrillos.
Sin darme cuenta les conté secretitos que aprendí en mi infancia, hoy agradezco poder repetir la alquimia de la cocina, porque recetas hay miles, pero las mejores son las que tienen aroma a infancia.
Me encanta lo que has escrito, destila añoranza, amor a lo natural, a familia, huele a realidad, a lo que verdaderamente tiene valor... Por cierto, a mí los membrillos me encantan.
ResponderBorrarSAludos.
Hola Manuela, muchas gracias, aprendí mucho en mi infancia con mi familia y recuerdo todo con mucho cariño.
BorrarLos membrillos son exquisitos sin dudas y hay muchas recetas que se pueden hacer con ellos, saludos. PATRICIA F.
Que bonito lo cuentas, nos metes en la cocina y nos ilusionas. Huelen muy bien, son ásperos pero cocinados estan riquisimos. Abrazos
ResponderBorrarHola Ester, muchas gracias, son exquisitos realmente, hay varias formas de prepararlos además de jaleas y mermeladas, saludos. PATRICIA F.
BorrarSiempre me atrajeron los aromas de lo que se hace en la cocina, huelen a hogar, a mi abuela, madre...me encantan el dulce de membrillo, me he visto en mi niñez y juventud, cuando estábamos todos...
ResponderBorrarUn abrazo.
Me alegra mucho que te haya gustado y te haya traído bellos recuerdos de tu niñez y juventud, esos recuerdos son un bálsamo para el alma, un abrazo, PATRICIA F.
BorrarDebe oler de maravilla tu ocina. Hay recetas que vale la pena guardar.
ResponderBorrarUn abrazo
Hola Albada, gracias, huele a cocina casera, a especias, a frutas, amo cocinar, buen domingo, un abrazo, PATRICIA F.
BorrarQué bonitos momentos rememorados, me lleva a esos ratos entrañables de la infancia.
ResponderBorrarBesos.
Hola Noelia, que lindo que te traiga buenos recuerdos, esos que llenan el alma, un abrazo, PATRICIA F.
BorrarHola Patri: qué bueno porder rescatar estas cosas de nuestra infancia que fue tan hermosa. Mi mama también preparaba mermeladas y otras cosas ricas y yo trato, en la medida que el tiempo me lo permite, hacerlas y ensearselas a mis hijos para que la tradición continue. Besotes Susi
ResponderBorrarHola Susi, gracias, si a mi me encanta seguir con las tradiciones familiares, me encanta transmitirles a mis hijos, porque es parte de la historia de cada uno, está bueno que cuando tenes un ratito de tiempo hagas cosas ricas, es un mimo para la familia y para uno también, un abrazo. Patry
BorrarQue entrada tan rica, ya huelo perfume a pasta frola con mucha ralladura de limón..Riquísimos recuerdos Patry.
ResponderBorrarHola Ro, muchas gracias, el aroma que desprenden los membrillos cuando uno los pela es exquisito, y los recuerdos me invaden, un abrazo.
BorrarMe encanta ir a esas ferias donde todo es natural. Me encanta el membrillo. Una entrada muy colorida y sabrosa. Un abrazo.
ResponderBorrarEs verdad, esas ferias son hermosas, a mi también me gustan mucho, muchas gracias, un abrazo. PATRICIA F.
Borrardulce de membrillo, membrillos cocidos junto a la infaltable manzana y riquísimas peras... olores de mi infancia... mermeladas, compotas, dulces de fruta cocida....ohhh cada vez que las preparo, veo a las abuelas, las nanas de polleras y enguas, los muslos gordos que tantas historias han creado. La dulzura de la infancia, la pubertad, la adolescencia y la juventud llena de sueños y aspiraciones, la inocencia de la libertad... hay algo más dulce?...
ResponderBorrarLos primeros temblores del alma...
Hola Gustab, coincido, dulces, compotas al horno, calor de hogar, recuerdos de familia, de sueños que quizá la vida nos robó, y que algo tan simple como el aroma de una fruta nos puede devolver, un saludo, PATRICIA F.
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