sábado, 13 de agosto de 2022

El pescador (Por Patricia F.)

El pescador. (Por Patricia F.)





Sus manos, curtidas por los años de duro trabajo, expuestas al frío de los inclementes inviernos y al calor abrazador en los veranos, tiraban con fuerza del espinel, rezando para que haya una buena pesca. Últimamente salían pocos ejemplares, desde que los grandes barcos pesqueros rondaban la zona. 

Él, pescador artesanal, sacaba lo necesario para sobrevivir, algunos pescados vendía al llegar al pueblo y otros para su consumo. Así vivió toda su vida, del oficio heredado de su padre. 

Nunca tuvo grandes ambiciones, vivir de su trabajo con su mujer, tranquilos en la pequeña aldea que los vio nacer. 

Ahora que quedó solo no necesita tanto (su viejita, compañera de toda su vida, hace unos meses que partió) nunca tuvieron hijos, siempre pensó que si Dios no los mandó, por algo fue. 

Su rostro duro como un cuero ajado, cuenta los años que el viejo lleva sobre su pequeña embarcación pescando. 

Es invierno, Juan calzado con sus sandalias de goma parece no sentirlo. El viento azota las aguas: ¡se viene la lluvia! (piensa). 

Cuando hay sudestada el ancho río comienza a crecer transformándose en un mar de agua dulce, recoge rápidamente el espinel, su experiencia le dice que es mejor volver, mañana seguramente la pesca será mejor (pues bien, como dice el dicho: “agua revuelta, ganancia de pescadores”), seguramente en su crecida arrastrará varios peces. 

Ahora vuelve a su rancho costero, amarrará su bote, encenderá el fogón y mientras toma unos mates amargos, con alguna torta frita, observará la tormenta. 

Es invierno y Juan no lo siente.


Patricia F. 

viernes, 12 de agosto de 2022

 

Me iré ( por Susana)


Nuevamente surgió mi texto de una de las fotografías que propuso Ginebra Blonde en su blog. espero les guste. Yo lo disfruté.





     Vivo en casa con papá, mamá y mi hermanito.

     Benjamín llegó hace muy poco a casa, pero vino a cambiar nuestras vidas según mami. Y ya lo creo que las cambió. Por lo menos la mía está de cabeza.

     Mi vida se divide antes de Benja y después de él. A mis seis años nunca había visto una cosa semejante.

     Todo el tiempo llora y llora. Cuando tiene hambre, sueño, cuando quiere comer. Y mami siempre a su alrededor. Y papi se pone casi tonto cuando le habla.

     Y es tan fácil hablar sin necesidad de andar llorando y gritando, enloqueciendo a los que queremos vivir en paz.

     Cada vez que necesito algo, mami me dice que en cuanto termine con Benja me va atender a mí. Pero, nunca vi que a él le dijera lo mismo.

     Y siento que voy perdiendo mi espacio.

     Estoy pensando seriamente en hacer un bolso con algo de ropa e irme con mi oso de peluche a vivir a otro lugar.

Uno entre miles. (Por Patricia F.)

  Este jueves la propuesta vuelve de la mano de Neogéminis.  Mónica nos desafía a escribir un relato titulado: 1 entre 1000, después de much...