Me uno a la propuesta de Molí del Canyer, que publicó Campirella
De pequeña vivía y crecía en una casa, en una casa que para
mi madre era su hogar, no para mí. Para ella tenía todo aquello que anhelaba,
pues ya la vida la había castigado con haber dejado su Italia natal, entonces,
su mente construyó una república en miniatura aquí por estas tierras que jamás
pudo querer. Su mente construyó la fantasía de que, en el barco, viajó con ella
ese hogar que tuvo que dejar y en diferentes camarotes estaban la tía Peppina y
sus pequeños, la tía María, viuda y con dos hijos a los que había que cuidar
más que al resto, su madre (mi nonna) y su hermana Lucía, y todos juntos, iban en
busca del resto del hogar que eran los hombres, los que habían partido a
conquistar una América a la que aborreció toda su vida, entonces, el hogar que
no era mi hogar, era la fortaleza en donde mi madre enjugaba sus lágrimas y sus
extrañamientos.
En parte, mi padre y yo, éramos como forasteros en medio de
esa aglomeración de emociones, frustraciones y desencantos, puesto que el verde
Mediterráneo jamás pudo mudarse y desembocar en el ocre del Atlántico.
Así crecí en esa casa y fui deseando por años que todos esos
protagonistas un día cualquiera partiesen y fuesen un recuerdo, y yo, pudiese
quedar a solas, junto a todo el amor de mi madre y de mi padre, ya que estaba
harto cansada de compartirlo con el resto de los que conformaban esa fotografía
color sepia que ella guardaba en medio de su corazón.
Hasta que un día, un príncipe encantado llegó y me propuso
romper el encanto, me sustrajo de las aletargadas escenas trágicas, me sustrajo
de las eternas añoranzas de la tierra que habían dejado atrás. (Cómo habrán
sido de trágicas, que llegué a pensar que esa también era mi tierra y yo
también debía de estar triste). Deténgase el lector y relea el párrafo con
confianza, que no hay exageración alguna en lo que digo. Sabrán que la tragedia
nació en la vecina Grecia, cultura que el Imperio Romano supo hacerse propia, y
que mi familia tomó y patentó al dedillo. Y estábamos en la llegada del
príncipe, el príncipe que aún, treinta y nueve años después se despierta a mi
lado cada día, y me invitó a formar el hogar que compartimos. El hogar que a
pesar de haberlo mudado alguna vez, no se deterioró jamás. Ese hogar que me
llama cada día cuando está por aproximarse el fin de la jornada laboral. Ese
hogar que huele a nosotros, que tiene la estufa encendida en invierno y nos cobija
y que jamás se enfría a pesar de que el aire acondicionado lo refresque.
¿Querían saber cuál era la diferencia entre casa y hogar? Un
tanto difícil explicarlo, en realidad, habría que ponerle piel al relato para
poder sentirlo.
Que bien lo has hecho, nos has metido en tu historia de una manera de poco a poco y hasta he sentido ese mar y ese océano, pero sobre todos el hogar que tú has creado. Felicidades.
ResponderBorrarBesotes para el resto de semana.
Muchísimas gracias Campirella, y otra vez gracias por multiplicar estas propuestas
BorrarRosana, me encantó tu relato, todos los sentimientos puestos allí, realmente emocionante, un abrazo!
ResponderBorrarGracias Patri, a veces el dolor fluye y por suerte existen las palabras para dejarlo correr.
BorrarUna historia muy emotiva. Ciertamente un hogar es mucho más que una casa. Un abrazo
ResponderBorrarPor supuesto que sí. Podrá ser todo lo humilde que pueda ser, pero será siempre un hogar. Abrazos
BorrarBuenos días Rosana, me has impresionado con la nitidez y y profundidad que has expuesto las diferencias entre -casa y hogar-.
ResponderBorrarEres nueva para mi, lo que voy viendo me gusta, decido quedarme, con tu permiso...tenemos bastantes seguidores comunes, estupendo.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Bienvenda Franconetti, qué hermoso comentario. Vamos a leernos entonces, y a disfrutar de las palabras.
Borrar(Rosana)
Ese hogar reconfortado con el cariño de lis nuestros. Ese es el hogar.
ResponderBorrarBesos.
Por supuesto!!! Abrazo Maria
BorrarEse hogar que nos reconforta, con el cariño de los nuestros.
ResponderBorrarBesos
He leído tu relato sintiendo tus palabras. me ha encantado leerte y sí, el hogar lo construimos nosotros con nuestro amor, no podemos aceptar hogares de otros, aunque sean personas muy cercanas y a las que amamos con locura. Hemos de sentirlo en el corazón para que sea hogar. Besos :D
ResponderBorrarVoy viendo que coincidimos, que no son ideas mías y eso me reconforta, porque cuando uno pasa por crianzas muy rígidas, va creyendo que pensar que esa casa no es tu hogar, está mal.
BorrarAbrazo Margarita.
Exacto, muy bien definido. El hogar es el que construimos, el que armamos como imaginamos y con quien elegimos. Lo demás son circunstancias. Abrazo.
ResponderBorrar¡Qué buen relato, Rosana! Te felicito. Has ido esbozando sentimientos y emociones, discerniendo entre una cosa y otra, entre hogar y casa, sublime diferencia.
ResponderBorrarEsto es como cuando nos vamos de casa de nuestros padres. Ha sido nuestro hogar pero después, después solo es nuestra casa, ya no es lo mismo.
Un beso muy grande.
Mil gracias. Es tal cual, fue un escribir espontáneo y catártico.
BorrarGracias otra vez
Creo que le has puesto la piel necesaria al relato para sentirlo ;)
ResponderBorrarEncantada de leerte en los relatos jueveros; creo que es la primera vez que participas (?) En cualquier caso, bienvenida.
Un besazo
Guau, esto sí es un elogio. Muchísimas gracias. Abrazo
BorrarSupongo que no fue fácil para tu madre...la mia tuvo que separarse de los suyos para casarse pero siempre sintió su hogar en lo que dejó, supongo que por eso yo no sentí mi hogar hasta que me emancipe, como ves en eso nos parecemos. Gracias por sumarte, besos.
ResponderBorrarSupongo que no, afirmo que no fue fácil, ni para ella, ni para mi. Besos y gracias por la propuesta.
BorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarTu relato me ha hecho sentir el dolor del desarraigo y también la alegría de ese amor de 39 años que da vida a ese hogar.
ResponderBorrarUn beso, Rosana
Gracias Myriam, según los psicólogos cuando uno logra reparar y conformar otra realidad, está por el buen camino!!! Gracias.
BorrarRealmente en tu relato queda patente cual es la diferencia entre casa y hogar. Tu protagonista también lo aprendió sin ponerle nombre, en casa de sus padres y por eso ella construyó y a buen recaudo el calor de su hogar.
ResponderBorrarHermoso comentario. Wowwww!!!
BorrarAbrazo
Me ha emocionado tu relato, lleno de sentimiento, diferenciando bien un hogar de una casa.
ResponderBorrarUn abrazo.
Otro relato de no hogar, sorprendente para lo que esperaba, pero muy punzante y emotivo. Una emigración que daño gravemente a todos los protagonistas. Al final la salvación y el primer hogar llega de fuera del entorno familiar.
ResponderBorrarSaludoss Rosana
Hermoso comentario Gabiliante. Gracias por comenzar a compartir con nosotras.
BorrarTe sigo, en adelante.¿ Esto es un blog comunitario, no?
ResponderBorrarPor el momento somos tres las que escribimos. Bienvenida!!! (Rosana)
BorrarHola Patricia.
ResponderBorrarSerá por edad u otras circunstancias, en mi caso, pero pensar que venimos a este mundo a… vivir lo que vivimos, sin más, no es mi realidad hoy.
Por concretar, sin muchos matices, diré que del “pasado” nada “sé”, ni me afecta. De eso que llaman “futuro”, hipótesis hoy, más allá de la mesa donde estoy desayunando, cresps, té, ventanas abiertas a un azul espléndido acompañado por un intenso y alegre repique de campanas, única realidad aquí y ahora, tampoco sé ni me afecta.
Que en un instante ese “futuro”, pensado, ansiado, temido, etc., se haga “hoy, aquí y ahora”, y entren en juego otras variables, simple ver venir. ¡Que no quiere decir que acabe de llegar nunca!
Cargar de antemano con él, puede suponer ese lastre que parece lastrar a gran parte de la humanidad. Y que en base a ello, la propia gran parte de la humanidad “ataca o se defiende” de la otra parte.
En lenguaje coloquial, la “escala de valores” que rige mayoritariamente al mundo. ¿Es correcta?
Abrazos Patricia.
Hola Ernesto, es verdad que el futuro pensarlo de antemano es un lastre difícil de llevar, porque la realidad no sabemos qué acontecerá, creo que lo que nos hace planificar o tratar de vislumbrar un futuro es el temor a que sea malo, como por ejemplo aquí nosotros, por los temas políticos y vemos que el país se hunde, uno piensa en el futuro de los hijos, pero también sabe de antemano que nada puede hacer para cambiar las cosas, es un contrasentido, uno tiene temores anticipados, pero no puede hacer nada. La realidad es que trato de no preocuparme, pero como madre no puedo dejar de hacerlo, en cuánto al pasado lo recuerdo con cariño, hay momentos de emoción cuando pienso, pero si trato de ser feliz en el ahora sin dudas. Con respecto a la "escala de valores" que me mensionas no creo que lo sea, mayoritariamente el mundo se rige por el excesivo poder, pisoteando al resto de la gente, pero en fin son temas de discusión que no me gustan mucho, porque se que tampoco puedo cambiar eso, en fin asi como en tu texto desayunabas mirando el cielo, yo amo eso la vida sencilla, tranquila disfrutar de las cosas que me gustan, un abrazo
BorrarEsto va en respuesta a tu comentario en mi blog. Y va por aquí porque en la entrada última no me deja publicar!
ResponderBorrarGracias Ernesto por tu comentario, qué raro que no te deje publicar, no se mucho de tecnología yo no entiendo y cosas raras pasan cada tanto en el blog, gracias por avisar, un abrazo.
BorrarBuenas noches Patricia.
BorrarDebió ser en ese momento, Por lo demás se publican todos.
En referencia a la pregunta que me haces: "Ahora mi pregunta a qué le llamas incombustibles".
En el contexto natural me refiero a esas personas que en cualquier situación cargan con todo sin importar esfuerzos o situaciones incómodas. Es decir, buena gente que no se "quema"!!
En el contexto del blog, sería a esas personas que "leen todo", "comentan todo" y se quedan tan "panchos". Aunque lo leído fuese un trabajo infumable!
Traducción de infumable: ¡que no hay quien se lo trague! :))))))
Abrazos Patricia.
Muy buen relato. Un relato que nada en ese mar, ese barco, esos recuerdos y esa fotografía. Un final que se convierte en feliz cuando llega el amor a través de ese príncipe azul, que llega al rescate. Y es que el hogar a veces lo hacemos las personas cuando el otro se pierde.
ResponderBorrarTe felicito por tan emotivo relato.
Besos.
Mil gracias y bienvenido a este mundo de palabras que amamos tanto.
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