domingo, 19 de diciembre de 2021


De este lado del Atlántico, los docentes entramos en vacaciones, así que como ayer comencé a buscar qué haría de ahora en más, surgió este relato que quise compartir con ustedes.

Espero les guste.

 Puntos y puntadas (Por Rosana)


Ustedes, si, ustedes que la leen todo el tiempo, no tienen ni idea de a quién leen. Mi historia con ella comenzó, digamos que allá por 1990. Su suegra ya sabía que le encantaba coser. Claro, ¿creían que sólo se la pasaba argumentando conflictos para abrirles la sesera y provocar el caos en las redes? No, no. La parte que siempre amó de su madre fue el haberla encaminado en la costura, el bordado y otras cuestiones. Peero, su mamá siempre había sido más que perfecta en esas artes, por lo cual, cada vez que a ella se le ocurría comenzar una nueva prenda, le daba vueltas y vueltas, le cuestionaba sus hábitos zurdos, se lamentaba que tomara la tijera con la izquierda,  le vaticinaba un fracaso seguro y la pérdida de los metros de tela que no debían ser desperdiciados. Eso lo contó ya tantas veces, disculparán ustedes que vuelva a contarlo, pero es de suma necesidad. 

Bajada de la web

Uno de esos domingos que visitaban a sus suegros, Ester, la madre de su esposo, le contó mi historia, porque yo soy importada de España, sepan respetarme por favor. Crucé el Atlántico allá por 1930, mi apellido es Rojano y soy oriunda de Lugo, Castilla. No tengo ni idea de cuál es mi verdadero origen, pero me embalaron, me llevaron al puerto y sólo sé que navegué no sé cuántos días y cuántas noches en la Bodega de alguno de los tantos barcos que arribaron a Buenos Aires por aquella época. De ahí, aterricé en Wilde y más tarde en Dock Sud. Como verán nacía para viajar sin haberlo planeado jamás, sin que nadie me haya pedido ni una sola vez permiso para  quitarme de un lugar y depositarme en otro. Sabrán disculpar  los baches históricos que tiene mi mente, pero a esta altura estoy, y perdonen la redundancia, en las alturas Cordobesas, allí me llevó esta mujer, que durante nueve meses, cada año, dedica su vida a los niños y a los libros y después…Hay Dios mío, cuánta locura tiene, pero es tan buena. Acá en medio de este hermoso paisaje también cose, porque dice que no quiere aburrirse, tiene terror al aburrimiento, es uno de sus peores enemigos.

La realidad es que de la casa de su suegra, me llevó dos una cuadra más arriba, por Mazzini, a su casa de recién casada. Desde ahí, a los dos años me bajaron del camión de la mudanza, en la Isla Maciel en donde vivieron unos añitos hasta que los agarró la inundación esa que les estropeó muchísimas cosas y se mudaron a Barracas, de ahí me llevaron a Córdoba, espero que en destino definitivo porque ellos habrán disfrutado todo eso, pero yo ya me había mareado bastante. 

Sé que ayer ya comenzaron a leer sus estados. Repite todo eso cada año, es tan de manual, se hace la sabia pero vive repitiendo cada movimiento continuamente. La realidad es que en el fondo es muy básica, se la pasa remezclando como si su vida fuese una salsa  que no debe pegarse, y aunque yo esté un poco lejos, le conozco al dedillo los movimientos y por eso es que me atrevo a contarles lo que sucede cada diciembre.

Retomo la parte en que Estercita, la suegra,  relata que tenía una máquina de coser que le habían traído sus padres de España. Los ojos de mi actual dueña se abrieron muy pero muy grandes. Abre los ojos así cuando ve: libros, lapiceras, pinturas, telas… muy pocas veces se regodea con tanto entusiasmo. Es como un ser ecléctico, una mezcla de predilecciones artísticas  y a la vez es la señora culo inquieto. Jajaja, me río de los que ustedes le comentan: “qué bueno que llegaron las vacaciones”, “te lo tenés muy merecido”, “ahora a descansar”, todos esos comentarios la llenan de satisfacción. Bah, un hemisferio del cerebro se satisface con los dichos de sus seguidores, el otro hemisferio ya está pensando qué va a escribir, y el tercero, juro, juro que sí, créanme por favor, tiene un tercero, no puede ser que planifique todo eso con dos hemisferios nomás. El tercero es el que le pide a gritos que comience con el ritual. Querrán saber cuál es, para eso estoy, para que lo sepan y junto a mí se rían o lloren, a piacere. 

En este punto tienen que conocer que la susodicha es acumuladora compulsiva de las mismas cosas que le hacen abrir los ojos. Así que sus lugares preferidos para estos fines son el barrio del Once, de donde siempre trae un cortesito de tela que será destinado a algún proyecto que concreta tres o cuatro años después o sino, visita con frecuencia a la señora que vende cortes y retazos en la calle Suarez en Dock Sud. Ella entra a ese local con el mismo entusiasmo que ustedes quizás entrarían a la página de Despegar para hacerse un viajecito a Cancún . ¿Exagerada? ¿Exagerada me dicen? Paren, paren, sino saben no opinen, lean y punto que para eso escribo. Toda la tela que acumula – hermosuras eh, no compra trapos, compra hermosuras – la acumula en valijas o bolsas que desaparecen de escena de marzo a diciembre, entonces, repite la historia. 

¿Cuál es? Se levanta, desayuna, y corre a vaciarlas. ¡Es un proceso orgásmico abrir esas valijas y bolsas, a la  vez que va en búsqueda de uno de sus bienes más preciados: sus revistas de moda y manualidades!!! Obviamente tienen polvo y años y cada temporada vuelve y las vuelve a mirar con la mirada enternecida cada vez que encuentra las revistas que heredó de su madre, les juro aunque no me crean - ya les dije que es extraña - que aprecia mucho más esa herencia que cualquier otra cosa que le ha dejado de valor, que son varias.

Tomada con el celular

Tomada con el celular



Entonces procede a continuar con los pasos de la ceremonia, a un lado las revistas y una birome, también el anotador pegatina, porque marca los modelos que le gustan, les pone cosas como: “este, este me voy a hacer”. La pobre cree que el mes de enero tiene como 90 días, y bueno, yo la miro soñar desde la habitación de huéspedes. En el medio el mate, infaltable y  del otro lado, los cortes preparados que piensa usar y así va soñando con que un rato lee novelas históricas, otro poco cose los sueños que se le ocurren, y procede a apretar el pedal que me da vida. Se trata de un pedal manual, pesado. Mi cuerpo es de hierro de verdad, de ese hierro que ya no se utiliza para nada y mi cabezal soporta las telas más gruesas que ya no existen porque fueron cambiadas por fibras de nylon que pesan poquísimo y lucen poquísimo también. Lo que más la atrapó de mi siempre, es la “puntadita finita y prolija para hacer pespuntes”. Esas también fueron las palabras de su mamá al conocerme, a pesar de los celos que le provocaba que su suegra haya sido quien me puso la casa de su hija, sabía reconocer que yo era de buena calidad. 

Podría contarles tantas historias, he cosido las cortinas de esta casa soñada, todas de hilo. Esas telas llegaron en otro barco, con otra historia, con la historia de María, la madre de mi dueña, que contaba siempre cómo su abuela tejía en el telar los metros y metros de paño de algodón que fueron sábanas, toallas, cortinas y siguen por metros, guardados junto con las otras telas que fue comprando.

Quería contarles estas pequeñas anécdotas porque yo a ella la quiero un montón, me encanta que sea tan activa, que tenga esa mezcla de intelectual siglo XXI, y esa niña que comenzaba a bordar su ajuar a muy temprana edad. A mi me encanta rememorar eso cada verano y quería que ustedes supiesen que detrás de ese ser que parece saberlo todo, razonar y escribir argumentos convincentes, hay una romántica que de vez en cuando se envuelve entre metros de tela nueva y comienza a danzar su tiempo libre, entre costuras.


9 comentarios:

  1. Hola Rosana, me encantó, puesto que mi tiempo libre también me gusta pasarlo entre libros, paisajes amados, costuras, tejidos y bordados, esa máquina es una reliquia, felicitaciones.

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  2. Esa afición y docencia son toda una vida. Ester habrá sido muy feliz recibiendo y dando tanto. Por la máquina de coser que cruzó el charco, y cómo te llegó a ti la experiencia.

    Un abrazo, y feliz Navidad

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    1. Sisis, una máquina con mucha historia.
      Abrazo

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  3. Qué tierna historia la de Ester, me ha encantado. Yo también tendré pronto vacaciones, que falta me hacen: como Ester, a veces creo que los meses tienen 90 días, jajaja.
    Un abrazo.

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    1. Hola Noelia en realidad Ester era mí suegra, la historia es mí historia entremezcladas con un poco de la suya. Gracias por leerla, creí que por la extensión sería difícil que leyesen. Abrazo enorme

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  4. ¿Sabes que yo tengo en casa una igual? Y bueno, me siento muy identificada con algunmas de las cosas que cuentas. Qué original tu relato, me ha gustado muchísimo. Y si las máquinas de coser pudiesen hablar y contar sus puntadas... qué de historias contarían. Besos :D

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  5. Me encanta imaginar que los objetos son fieles testigos de lo que va sucediendo.
    Qué bueno que te haya gustado.
    Abrazos

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