Otra vez se me hizo tarde, maldito banco, no sé para qué dan
turno si después te atienden a cualquier hora. Aunque desde hace un tiempo a
esta parte creo que las horas tienen menos de 60 minutos. El día se me desarma
antes de que lo pueda organizar… ¡Y el agua que no hierve! ¿Por qué me
comprometo a estar a la una si nunca llego? Podría suspender el turno, pero
hace un mes me lo dieron. Mi boca ya parece la cara de la luna, llena de
cráteres inmorales. No, mejor dicho inmolares jaja.
De qué me río. Mi semana se convirtió en una sucesión de
turnos interminables. ¡Me cansa tanto correr contra el reloj! Nunca lo alcanzo.
Como cuando la profe nos hacía las pruebas de resistencia en la escuela. Correr
20 minutos seguidos. Ahí sí que el muy desgraciado caminaba lento. Esos minutos
duraba una eternidad. El corazón se me salía de la boca. Qué ironía, ahora
necesitaría un corazón en la boca para tapar todos estos agujeros.
¡Y dale! ¡Herví de una vez! Bueno, echo el arroz así de una,
se va a cocinar igual. Podrían hacerse
más rápido, pero para eso no hay fórmula. Menos mal que no compré el arroz
doble gallo que tarda más e igual queda medio duro.
¿Habrán usado ese en la escuela? ¿O eran granos de sal
gruesa? ¡Dios! Me acuerdo y no puedo creer que eso hubiera pasado en los 70`; porque no fue en la edad media, fue
apenas hace 45 años.
Este arroz no se cocina más, y las malditas agujas avanzan
más rápido cada vez. Y necesito tapar los agujeros de mi boca. Tal vez los
tengo por bocona. Eso me hubiesen dicho en aquel entonces, por eso terminaba
siempre en el banquito de castigo junto con Emilce. No podíamos dejar de
hablar.
¿Habrá sido arroz Gallo el que usó la monja? No recuerdo si ya existía. Sí recuerdo esa mujer
sin sonrisa, con permanente rictus amargo en su cara. Le brotaba odio de sus
ojos cuando alguna de nosotras no hacía lo que ella quería. Pequeños monstruos
de 8 años que le arruinábamos el ritmo de sus clases con una risa o una palabra
de más. Entonces, ella tomaba de una oreja a la delincuente de uniforme azul y
la obligaba a arrodillarse en ese cajoncito lleno de arroz (¿o era sal gruesa?)
El aula se llenaba de un silencio denso, lleno de burlas de algunas, miradas de
pánico de otras y, lo más triste, el gesto de humillación de esa víctima
arrodillada por haber pedido un lápiz.
No sé para quién era la caridad que decía profesar. Tal vez
les regalaban el arroz y por eso lo usaban como elemento de tortura. Tal vez ni
sabía por qué se había vestido de negro y colgado una enorme cruz de madera en
su pecho.
Yo le tenía miedo. Todas le teníamos miedo. Me acuerdo la
cachetada que recibí por haber hecho mal una puntada del bordado. La vergüenza
convertida en lágrimas corriendo por mis mejillas. El fuego que subía desde mi
integridad y se chocaba con la niñez que no dejaba salir el improperio que se
tenía bien merecido. No puedo recordar nada bueno de mi tercer grado, solo esa
mirada fría, la sensación de sentirme una delincuente en todo momento. Aferraba
mi pensamiento tan fuerte porque temía que ella los escuchara y yo no quería
clavarme los granos en las rodillas. Bastante duro era ese banquito pequeño en
el que me hacía sentar por hablar con Emi, copiar en mi cuaderno sobre mi
regazo era una pelea en donde la cursiva perdía contra mi equilibrio
¡Maldito reloj! ¡Dejá de correr un poco que no llego y si no
como algo me desmayo. Como casi me desmayo de bronca ese día cuando le conté a
mi mamá sobre la cachetada y no le dio importancia.
¿Le eché sal al agua? ¡No puedo creer que pudiera poner
estos granos también! ¡Hay que ser poco monja para eso! Sal amarga le correría
por las venas. Éramos tan chiquitas como para merecer semejante castigo. Éramos
la sal de la vida, tal vez por eso nos doblegaba.
Bueno, me lo como así, medio crudo. Tiene poca sal, no le
puse la suficiente. Mejor, mucha sal
hace mal para la presión… y para las rodillas.
Hay recetas qu acaban siendo unas maratones de problemas :-)
ResponderBorrarUn abrazo a ambas
¡Tal cual, Albada! Gracias por pasar. Abrazo
BorrarAy, qué recuerdos de cuando educar era tan feo!
ResponderBorrarUn abrazo.
Por suerte cambiaron los tiempos, Noelia. Un abrazo
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ResponderBorrarMuy nuestro. Muy humano.
Un poco de todo en un determinado momento. Molestia, apuro, enojo, risa... recuerdos, inquietud, prisa, resignación...
Supongo que un buen descanso, ayudaría.
Saludos, Silvy Olivieri. Saludos, Patricia. Que tengan perfecta tarde.
Gracias, Tambok. Lo vivido en la niñez permanece en nosotros de alguna manera, y algunas vivencias lo recrean. (Silvy)
BorrarVaya receta, vaya manera de contarla . me ha mantenido entretenida, gracias
ResponderBorrarMe alegra mucho, Ester. Abrazo. (Silvy)
Borrar¡Qué odisea Silvy! Me ha encantado. Besos :D
ResponderBorrarGracias Margarita, fue una maestra difícil. jajaj besos. (Silvy)
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