Durmiendo en el ropero ( ´por Susana)
Hola a todos: durante el verno participé de El Atlético de escritura que propone Mariana Mazover y durante esa semana de campamento de escritura surgieron algunas cosas que me gustaron y que voy a compartir con ustedes.
Cuántas veces de pequeños nos hemos metido adentro del ropero de mamá o de la abuela.
Cuántas aventuras nos esperaban allí.
Entrábamos en un túnel que de alguna manera nos llevaba hacia otra realidad.
Cerrábamos despacio la puerta y nos quedábamos sentados esperando, en silencio, que la magia comenzara. Fue en una de esas tardes de verano, cuando no quería dormir la siesta, que ocurrió.
Esperé que mamá se durmiera en el piso fresco, justo al lado del placard y papá en la cama. Entonces, de puntillas los abrí y entré.
Mamá guardaba acolchados mullidos en el piso. Me senté arriba de uno y me encerré.
Esperé y esperé hasta que creo que el sueño me venció.
En esos días, recuerdo, me atormentaba algo que mamá me había contado. Iba a ir al jardín de infantes algunas horas en las tardes. Me decían que habría otros niños para jugar.
Abrí los ojos y me encontré en medio de la salita. Tenía puesto mi pintorcito color verde con cuadritos, mis mocasines blancos con soquetes y estaba super peinada. Como siempre, tan peinada.
De repente, todos jugaban a mi alrededor. Había niños en el rincón de los autitos que jugaban a chocarse y hacían sonidos estridentes con sus bocas cada vez que los automóviles se rozaban.
Luego, estaba las niñas en el rincón de la mamá. Con sus muñecas que acunaban entre sus brazos.
Algunas les cantaban canciones de cuna, otras les daban de comer. Yo seguía parada en el medio, sin moverme, asustada, muy quieta, con un terrible sentimiento de abandono.
No podía jugar, no me salía. La maestra me sonreía pero, yo seguía sin poder moverme. Sentí que la odiaba a ella y al resto de los chicos que sí la pasaban bien.
Alguien tuvo la mala idea de ponerse una careta de "lobo" y asustarme. Entonces me avanlancé sobre la maestra y me trepé en sus brazos, aprentando su cintura con mis piernas flacuchas.
Entré en pánico. No solo el abandono, también el terrible susto.
Lloré y lloré hasta quedarme dormida.
Entre sueños sentí que cambiaba de brazos, ya no eran los de la maestra. Eran los brazos fuertes y firmes de mi madre que me rescató de mi pesadilla adentro del ropero.
Me acurruqué a su lado, segura, tranquila y a salvo.
Aventuras en el ropero...
Cuantas aventuras no habrá en esos roperos jugando al escondite y quedarse encerrados, hasta que los gritos nos sacaban nuestra mamá, ya no quedaban ganas de volver a ocultarse dentro de ellos, jaja. Un recuerdo y anécdota linda. Besos, feliz tarde.
ResponderBorrarHola Campirela: era toda una aventura. Gracias por pasar. Abrazotes. Susana
BorrarHola Susana, me recordaste mi infancia, aunque con mi hermano preferíamos un baúl grande que tenía mi abuela para escondernos y a veces el ropero, qué lindas aventura vivimos, saludos, Patricia
ResponderBorrarNosotros también teníamos un baúl enorme, me hiciste recordarlo. Pero no me atrevía a meterme adentro, jajja. Gracias. Besotes. Susana
BorrarHas desbloqueado mis recuerdos también. Yo me escondía con amigas en el armario de clase y también bajo una mesa gigante que había en casa de mi abuela, qué poder tan evocador y bonito ha tenido tu texto.
ResponderBorrarBesitos.
Gracias Noelia. me alegro que te haya traido recuerdos. Un abrazo. Susana
BorrarDe chica me escondía en los lugares más insospechados que había por las casas, la de Cádiz y Sevilla, me resltaba divertido pero a la abuela y mamá les crispaba los nervios...
ResponderBorrarMe has llevado directa a la infancia que fue tan buena como aventurera.
¡Qué tiempos!
Muy buena entrada, felicidades.
Abrazos.
Me alegro que te haya gustado. Era toda una aventura encerrarme en aquel ropero. Lo hacía seguido porque no me gustaba dormir la siesta. Gracias por pasar. Abrazo. Susana
BorrarSí,es verdad, es algo que yo también he hecho alguna vez. Recuerdo, sobre todo, el olor, a ropa usada con limpia, a la naftalina y el polvo revoloteando alrededor...
ResponderBorrarMe encantaba meterme sobre los acolcahdos mullidos. Un placer. Gracias por pasar. Abrazotes. Susana
BorrarEn el ropero nunca me encerré pero si en un baúl. ¡Menuda pesadilla la tuya Susana!.
ResponderBorrarAbrazos.
siempre hay algo de realidad en lo que contamos y lo del jardín de niños es totalmente cierto. Abrazo. Susana
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