Sentada en la vidriera del bar (por Susana)

Hola a todos: este texto lo escribí para participar del desafío de octubre de Varietés, el blog de Ginebra, del que me encanta participar. Espero les guste, yo disfruté mucho escribiendolo. Denle mucho amor.

     Cuando miro a mi alrededor y veo el tumulto de la gente caminanado por las calles como autómatas, metidos en sus propios pensamientos. alejados de la realidad en común, en frascados en sus propias vivencias, sis amores y desamores, su esperanza y desesperanza; me preocupa el futuro.

     Qué futuro nos tocará vivir en poco tiempo más. La pandemia nos dejó secuelas imborrables, irreversibles, intransferibles.

     Qué futuro les espera a los jóvenes y a los  niños que ya no saben del contacto visual, del contacto corporal. Aquellos actos del compartir y el encuentro que fueron reemplazados por máquinas, por la bendita tecnología que todo lo devora.

     Entramos a lugares donde ibamos a socialiar con otros y ahora cada uno está metido en su teléfono. Uno frente a otro pero con sus celulares que separan. Completamente y absurdamente incomunicados.

     Ahora hablamos de amigos virtuales, citas por internet y sexo a distancia. Dónde quedaron losmomentos cuando nos reuníamos a contarnos lo vivido en la semana con la familia, con los amigos. Estamos solos todos y no nos damos cuenta.

     Proteger los lazos que nos quedan es fundamental para sobrevivir en esta selva de sonido tecnológicos.

     Los lazos con la familia y los buenos amigos conservarlos a cualquier precio es que nos llevará a mantener el equilibrio, a avanzar hacia adelante en el tiempo, casi ilesos. El que cuente con esto que lo cuide, lo valore, lo retenga y lo profundice.