martes, 11 de noviembre de 2025

Sartenes, ollas, aaaahhhh... (Por Patricia F.)

 

Hola a todos, esta semana el reto del jueves 13 de noviembre sigue estando a cargo de Marcos, el tema: "Cómo salir del atolladero"






Consigna:

Estás en una situación límite, al borde de un abismo sea el que sea. Sugiero algunas situaciones, pero puedes inventarte la que quieras:

  • Caminas por el borde de la azotea de un rascacielos y debes resolver un conflicto antes de poder bajar de allí
  • Rodeado/a de llamas, en medio de un bosque que se quema o de un recinto envuelto por el fuego
  • Desempeñas la labor de infiltrado/a de la Policía en un grupo de matones justo cuando acaban de descubrirte
  • Eres un/una paciente que despierta mientras le están operando quirúrgicamente
  • Eres un combatiente aliado en el desembarco de Normandía el mismo día en que llegas junto a tus compañeros a una de las playas 
  • En medio de una reunión de empresa con el director general y los grandes jefes, descubres que te has quedado en blanco
  • Te ves sorprendido/a por un atraco dentro de un banco, en una abducción por unos extraterrestres… la imaginación es libre.

Como la imaginación es libre yo me imaginé esas situaciones en una cocina, desesperada por terminar y que todo quede bien y sabroso.




Entre sartenes, ollas, aaaahhhh.... (Por Patricia F.) 


Parada frente a la mesada de mi cocina, me sentía atascada, observaba mis pequeñas sartenes, mi horno y heladera tamaño familiar diminuto, a la vez que miraba el inmenso trozo de carne que debía cortar en cubos a cuchillo, pues en esta receta no sirve la procesadora ni picadora, no... ¡empanadas de carne cortada a cuchillo!, solo a mí se me podía ocurrir. La pila de cebollas, lo morrones, los huevos que tenía que hervir, aceitunas que picar y la harina, los paquetes de harina que debía transformar en tapas para esas empanadas, me saludaban desde otro rincón de la mesada. 

Tenía ganas de gritar, solo a mí se me podía ocurrir ofrecerme para hacer diez, DIEZ, ¡SI DIEZ! docenas de empanadas para llevar a la fiesta de inauguración que mi hermana hacía de su casa, todos los invitados colaboraban con algo, ya sea bebidas o comida y yo que no pude resistirme a las súplicas de mi hermana, accedí a preparar mis famosas empanadas, sin imaginar semejante cantidad. 

En fin, estaba en el baile y tenía que bailar, muchas horas encerrada en la cocina, mientras lloraba a causa de las cebollasque se vengaban de mi soltando ese gas oloroso, espantoso, mientras pensaba si tendría suficientes tappers para guardar el producto de mi esfuerzo en la heladera. 

Tenía armado un plan daría una precocción a las empanadas dejándolas blancas y al llegar al evento las pondría por tandas en el horno para calentarlas y dorarlas, no tenía opción, ni mi cocina ni la de ella eran industriales. 

Allí estuve por horas, enredada entre empanadas, transpirando “la gota gorda”, hasta terminar. Esa noche miré el resultado de mi trabajo bien acomodado en las cajas plásticas en la heladera, suspiré cansada, me di una ducha caliente para relajar y una vez en la cama me juré que nunca más asumiría semejante trabajo, la próxima vez llamaría a un delivery, mientras cerraba mis ojos cayendo en sueño cansado y profundo. 

1 comentario:

  1. Patricia, un relato más que bueno, porque a mí me ha resultado totalmente real , te veía en esa cocina llorando a moco tendido por las dichosas cebollas jajajá.
    Ahora el éxito que ibas a tener en la inauguración como un chef de cinco tenedores, eso no te lo quita nadie .
    Un besote y muy buen relato, feliz semana.

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Sartenes, ollas, aaaahhhh... (Por Patricia F.)

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