martes, 9 de abril de 2024

Uno entre miles. (Por Patricia F.)

 

Este jueves la propuesta vuelve de la mano de Neogéminis. 

Mónica nos desafía a escribir un relato titulado: 1 entre 1000, después de mucho pensar surgió este texto que espero sea de su agrado.






Uno entre miles. (Por Patricia F.) 

Soy ese individuo que cada mañana se cruza en tu camino cuando sales apurado al trabajo y ese que espera detrás tuyo en la cola del colectivo. 

Soy esa mujer distraída que te cruzas al subir al subte, a quién cedes el paso cuando tú entras y ella sale entre ese mar de gente. 

Soy el mendigo que extiende su mano esperando una limosna mientras su hijo del otro lado de la calle extiende las suyas, esperando compadecer a los automovilistas que se detienen en el semáforo, carita sucia, nariz con mocos eternos por crónicos resfríos. 

Soy esos niños asustados del otro lado del mundo por las bombas y ametralladoras, soy el que perdió a su familia y su hogar, ese pequeño que mira el sol sin verlo porque a su vida la oscureció la guerra, la hambruna.

Soy el científico que busca vacunas y curaciones para las enfermedades que aquejan al mundo y ese astronauta que sueña con llegar al espacio, desde allí ver la Tierra sin distinguir conflictos. 

Soy el navegante de mares bravíos buscando la pesca que le dará sustento y el proteccionista de la naturaleza que intenta salvarla de tanta contaminación, crímenes y ataques a tantos inocentes animales y árboles, el que cuida la tierra y los océanos, porque piensa que aún hay vuelta atrás y no todo está perdido. 

Soy el que compone música y canta canciones que te alegran el alma y soy esa estrella de cine que te sonríe desde una pantalla. 

Soy tu presente y tu futuro, lo que vivís y lo que soñas pero también soy tu pasado con el bagaje de recuerdos. 

Soy el comerciante, el deportista, el médico, el escritor y muchos otros. 

En definitiva, soy ese uno entre miles que existen en este planeta y que miras sin ver... o quizá si.



El video que acompaña me parece muy significativo, es de una película que me encanta "August Rush, la Rapsodia final", más allá de la música las imágenes del parque con miles de personas.

viernes, 5 de abril de 2024

Donde se esconden las almas. (Por Patricia F.)

 

Esta vez el Tintero de Oro en su concurso de relatos edición N° 41, en homenaje a Isabel Allende y su libro "La casa de los espíritus", no propone escribir un relato que contenga espíritus o espiritistas o casas encantadas que puede ser de misterio, de terror o una anécdota al respecto.





Antes de comenzar con mi historia, les cuento que me gusta mucho como ella escribe y he leído varios de sus libros, aquí abajo dejo la foto de mi libro  que leí hace unos 28 años aproximadamente y se encuentra en mi biblioteca.





Ahora sí los dejo con mi cuento, no sin antes decirles que la fotografía del final es de mi autoría.


Donde se esconden las almas. (Por Patricia F.) 

La mañana se presentó sombría, el sol se negó a salir de detrás de las nubes, así como el peso de sus párpados se negaba a dejar paso a la luz. 

Había sido una noche larga, los manuscritos, las cartas y viejas fotografías en blanco y negro desparramadas sobre la mesa, junto a la lupa con la que ayudaba a sus ojos cansados después de tantas horas de intensa lectura. 

Se preparó una taza de café negro, amargo como le gustaba beberlo. Mientras sorbía unos tragos de la oscura bebida, observaba el cielo a través de la ventana, con el pensamiento fijo en una sola idea, encontrar los rastros. Esos rastros que se negaban a aparecer, que huían de sus manos, de su entendimiento, necesitaba encontrar la razón de ese tormento que ni siquiera le permitía dormir, esa presencia que le visitaba en sueños. 

Su abuelo le contó a su padre y su padre a él, sobre un alma en pena que deambulaba por la casa y en noches de luna llena visitaba el lago. 

Cuando era niño, sobre todo en las noches, en sus sueños sentía esa presencia, sabía que algo o alguien trataba de comunicarse. Siempre pensó que todo era producto de su imaginación infantil, consecuencia de lo que su padre le contó, simplemente para asustarlo y no saliera solo de la casa. Pero a medida que fue creciendo, que los años fueron pasando se dio cuenta que había algo más que la mera mente infantil, así comenzó su búsqueda. 

La vieja casa familiar de gruesas paredes de piedra, construida hace siglos, vio crecer a muchas generaciones de su sangre, muchas, que allí acabarían si él no descubría qué sombra se cernía tras esos muros, pues no estaba dispuesto a formar allí una familia y tampoco podía alejarse ya que un hilo invisible lo mantenía sujeto al lugar. 

Absorto en esos pensamientos lo volv a encontrar la noche y ahora sí, ya no pudo resistirse al sueño y mirando el fuego de la chimenea se durmió en el viejo sillón, el preferido de su padre y ahora el de él, sintiendo que el calor de unos brazos lo abrazaban, cayo dormido. 

Soñando... se dejó guiar por el embrujo de la oscuridad, sintiendo que una mano tomaba la suya y lo guiaba a través de la estancia al exterior de la casa, lo condujo lentamente hasta el lago donde se reflejaba la luna llena que asomaba entre las nubes, escuchaba el llanto, la desesperación, presintiendo que alguien necesitaba de su ayuda, deseaba brindársela, pero no sabía cómo... Despertó agitado, la puerta abierta y el frío colándose al interior, la luna espiando desde las alturas... 

Se levantó a los tumbos, cerró la puerta, se fue a la cama, pero ya no pudo volver a dormir, el recuerdo de ese llanto le traspasaba los oídos. 

La situación se repit durante los meses siguientes, intensificándose cada noche que luna llena iluminaba la tierra, sabía que alguien o algo quería hablarle y no lograba entender el mensaje, ni los papeles ni las fotos eran aclaratorias. Por eso los últimos tiempos se enfrascaba en esos manuscritos, en esas imágenes. 

Al amanecer, en cuánto asomo el sol se acercó al lago, recorrió la orilla tal como hizo en el sueño, encontró una roca blanca con forma de luna, casi cubierta por los restos de un gran árbol caído hace tiempo. Sintió escalofríos. Instintivamente cavó en el sitio hasta que se toparon sus manos con una caja de madera oscura, que sacó por fin con esfuerzo de su lecho, se sentó, la observó, dudó, no sabía si abrirla o devolverla a su sitio. 

La curiosidad pudo más que la razón, rompió el candado oxidado, quitó las derruidas cadenas, le costó levantar la tapa, pero lentamente lo logró, envuelto en un lienzo amarillento había un diario íntimo junto a un camafeo que guardaba una foto borroneada por el paso del tiempo, apenas lograba distinguirse un rostro femenino. 

El diario, más misterioso aún pues sus páginas estaban vacías salvo la primera que tenía dibujada la casa, su casa, el lago, la luna y una imagen femenina, sentada en el mismo sitio que él, en este instante. 

Alzo los ojos al cielo, pensativo, una brisa ligera sacudió las hojas de los árboles y se alejó, sintió que las lágrimas rodaban por sus mejillas, lo que sea que haya sido o quién haya sido, por fin fue liberada... Esa noche la primera de tantas por fin pudo tener un sueño tranquilo. 




Fotografía de mi autoría, "luna llena a orillas del lago y el bosque", Villa La Angostura, marzo de 2023.

miércoles, 3 de abril de 2024

Incomodidades dolorosas.(Por Patricia F.)

 


La propuesta para este jueves, viene del blog de Mónica, NEOGEMINIS, el tema son las INCOMODIDADES.  Son muchas las que pasamos en la vida y esta que les cuento es real, me ha pasado a mi un par de años antes de la pandemia, como nunca olvidé el enojo de ese día, el costo de esa caminata, aquí se las dejo. Obviamente no puedo transmitir el enojo que me generó esa situación.






Incomodidades dolorosas. (Por Patricia F.) 

Esa noche iba a ser otra maravillosa velada de ópera en el Teatro Colón, como cada vez que tenían concierto, ella se vistió para la ocasión, maquilló, perfumó, eligió la cartera a tono con sus zapatos y se predispuso a disfrutar de otra hermosa noche en su querido teatro. 

El plan era tomar café juntos antes del concierto, luego disfrutar del espectáculo y cerrar la noche con una buena cena en su restaurant preferido, comentando la ópera. 

Pero ese día los astros o mejor dicho los hombres se alinearon para no permitir el paso y el consabido piquete interrumpía el tránsito, por lo tanto, era imposible llegar con el auto a destino y hubo que dejarlo a más de veinte cuadras del lugar. Armarse de paciencia y caminar. 

Claro que caminar con zapatillas no sería un problema, el asunto es que estaba con zapatos de tacos y para terminar de rematarla, se largó la lluvia y su paraguas no lograba protegerla del todo. Pero lo peor fueron las dolorosas ampollas que le provocó su calzado y no una, sino, varias. 

Desde ese día y por las dudas siempre lleva en el auto un par de zapatillas, “por si las moscas” dirían por allí. Es preferible caminar con ropa elegante y en zapatillas a las dolorosas ampollas. En la vida se aprende dicen, por la buenas o las malas, así que: al mal tiempo buena cara y a los piquetes caminata y zapatillas; tal vez un día con suerte volvamos a vivir normalmente. 

 

Uno entre miles. (Por Patricia F.)

  Este jueves la propuesta vuelve de la mano de Neogéminis.  Mónica nos desafía a escribir un relato titulado: 1 entre 1000, después de much...