"Yo no fui, pero a quién le importa"
(Por Rosana)
Otra vez me uno a la propuesta de los jueves. Lo leí en lo de Campirella, pero la que convocó fue Miriam, a quien agradezco fervientemente porque para poder escribir, tuve que investigar y esto me encanta.
Es lógico que nadie me crea, qué es lo que estoy pretendiendo. Realmente no medí las consecuencias, no imaginé que mirar fijamente los barrotes de la celda me iba a quitar el aire, me sofocaría. No puedo imaginar un buen fin, aunque paradójicamente sólo quería tener el título que tanto iba a costarme y que ahora jamás obtendré. ¿Para qué quiere uno un título encerrado aquí vaya a saber cuánto tiempo?
Juro que sólo quería graduarme, escribir
mi tesis y que fuera perfecta, la mejor de todas, digna de ser publicada, enmarcada,
que pudiera ser dejada en herencia a mis sucesores. Mi pecado fue el delirio de
grandeza, la obstinación ridícula de lograr el mejor trabajo, premiado y
alabado por nada, mi empeño por ganar siempre, como sea, esa necesidad absurda
de competir con quien sea y por lo que sea y no tolerar perder, ser derrotado, terminó
por quitarme la libertad.
Si la vida me diera una oportunidad, una
sola. No sé para qué gasto pensamientos en lo que sé que va a resultar
imposible, pero si me la diera…
La noticia de que el manuscrito iba a
ingresar al Museo se filtró en febrero del año pasado. Filtrar es una manera de
decir, a mi tenían que decírmelo. Manejo las llaves de las entradas de servicio
y si yo no estoy es muy difícil que nada pueda concretarse. Veinte años hace
que me dedico a lo mismo: guardo y cuido las llaves de las puertas por donde
entran las piezas que se muestran por un tiempo y luego siguen su rumbo hacia
otros museos para ser apreciadas por todo el mundo. Me dicen que va a llegar una
pieza, pero no me dan muchos detalles, tengo que estar ahí y listo, es mi
obligación. Que se trataba de un manuscrito lo escuché sin querer.
Decidí estudiar bibliotecología hace unos
años. Me habían advertido que no era una carrera fácil, pero siempre hago lo
contrario de lo que me aconsejan. Cansado de abrir y cerrar puertas, de recibir
turistas, poner cara de que soy la persona más feliz haciendo esto, ya me tenía
cansado, así que emprendí la aventura de estudiar. Los libros fueron siempre
para mi un oasis en donde refugiarme y aposté a ser bibliotecario. Solamente me
faltaba la tésis final y tomé la decisión de que sea sobre manuscritos.
La llegada de esa pieza única sería el
jueves 19 de marzo. Ya las calles habían comenzado a vaciarse. La notica de una pandemia por COVID19 había ganado
el protagonismo, y antes de que el día después se decretase la cuarentena
estricta, la gente ya se había comenzado a confinar por si misma. El director
del Museo – única persona que posee la llave de la caja fuerte – sufre de
problemas cardíacos, con lo cual el pánico se apoderó de él y juró que no iba a
pisar más la calle hasta que el virus desapareciera. Así que ese día, me
entregó la llave de la caja fuerte. Hubiese puesto las manos en el fuego por
mi, su confianza era ciega, hacía veinte años que nos veíamos y nos tratábamos
diariamente.
El manuscrito incaico llegó de Perú el día
que tenía que llegar. Lo recibí impresionadísimo, el corazón me estallaba de
emoción con sólo pensar que mi tesis sería maravillosamente única e irrepetible.
Tenían que entrarlo, colocarlo en la sala dedicada a piezas únicas
latinoamericanas, en una vitrina diseñada especialmente para estos fines, pero
no, les dije que me lo dieran, que yo me iba a ocupar, que se fuesen tranquilos
y como todos los planetas estaban alineados a mi favor, no opusieron ninguna
resistencia y me lo dieron.
Estábamos solos ahí los dos frente a
frente: el manuscrito y yo. Ese pergamino arrugado, que contenía bosquejos de
la monarquía peruana, trazados con una meticulosa caligrafía, estaba delante de
mí. Pude fotografiarlo al derecho y al revés, pero como la ambición me
carcomía, no conforme con las fotografías, por las dudas de que algo me
faltase, decidí guardarlo en la caja fuerte.
Al otro día se decretó la cuarentena
estricta y se cancelaron los vuelos hacia todos lados, así que la reliquia pasó
unas hermosas vacaciones guardado bajo varias llaves hasta próximo aviso.
Y así como empezó, terminó, tardó pero
terminó. La pandemia no, no, obviamente todos lo saben, pero las visitas al
museo comenzaron ya no recuerdo cuándo y el peligro en las calles también volvió
a ser el protagonista.
Casi todos tuvimos que volver a trabajar
en forma presencial, hasta los ladrones. Fue así que una tarde en la que ya no
había casi restricciones, llegó un contingente de turistas chilenos. Desconocía
que el famoso manuscrito había sido robado por ellos en 1879 durante la
ocupación chilena a Lima. Recibí a los visitantes con total amabilidad como
siempre, no me percaté de que tres de ellos tenían las manos en los bolsillos.
Siempre me ocupé de observar que la gente no rompiese nada, que todo se
mantuviese en perfectas condiciones, pero ni sospeché que los tres apuntarían a
mi cabeza obligándome a confesar que lo que buscaban estaba en la caja fuerte.
Dos me escoltaron hasta ahí, mientras el
tercero apuntaba al resto de la gente para que se alejara y nos dejase pasar.
Mientras intentaba recordar la clave de la
caja, no sé cómo hice pero de un codazo logré que uno de ellos tirara el arma
al piso, pude agarrarla, sólo iba a amenazarlo, pero se disparó. Se disparó y
le disparé, y cayó como plomo al piso.
Para qué continuar explicando. Nadie me
creyó ni va a creerme jamás. El presidente del museo había contraído COVID y
había muerto hacía dos meses sin declarar jamás que me entregó las llaves. Mi
teléfono estaba plagado de fotografías del manuscrito. Prueba más que feaciente
para hundirme de por vida. Adentro del recinto en donde está la caja, éramos
solo ellos dos y yo, uno estaba muerto y el otro jamás confesará que ellos me
atacaron, que querían llevarse otra vez lo que se habían robado hacía casi dos
siglos.
Yo
sólo quería lograr mi tesis perfecta y acabé aquí, preso de mis
ridículas ambiciones.
divertiste escribiendo? y yo ¡leyendo tu estupendo relato lleno de suspenso! No sólo cumpliste la consigna de maravilla, sino que escribiste con humor y moraleja psicológica como a dónde puede llegar uno movido por la ambición desmedida.¡Excelente!
ResponderBorrarMe alegro mucho de que hubieras visto esta convocatoria en el blog de Campirela. Te aviso para la próxima que el sábado cuando haga el ciere paso también el testigo al próximo anfitrión-/a
Un abrazo
PD- Me encanta y te agradezco que se hayan descubierto ya que facilita la comunicación. Me gusta individualizar a las personas. No es lo mismo dirigirse a alguien que no sabes si es uno, una o varios.
Muchísimas gracias Myriam, has Sido lo suficientemente motivadora como para lograr que escriba lo que escribí. Escribiendo también aprendí una lección de historia, porque los datos históricos son reales.
BorrarTe agradezco inmensamente por la propuesta.(Rosana)
¡Qué final tan triste y tan bien hilado! Me gusta como has ido creciendo en intriga y cómo has mezclado la historia con la pandemia, lo hacía muy real. Me ha encantado.
ResponderBorrarBesos.
Mil gracias Noelia, me siento feliz por tantos elogios. Me incitan a seguir creciendo como escritora.(Rosana)
BorrarQué maravilla de relato. Muy bien llevado, muy bien, Rosana. Me ha encantado, y bueno, no me esperaba el desenlace, pero me ha parecido fantástico. Besos :D
ResponderBorrarGracias Margarita, todo esto me ociona, me gusta mucho escribir
BorrarGraaaacias otra vez (Rosana)
Pues has cumplido y con nota la propuesta juvera, un relato magnifico con todo los ingredientes, bien narrado, su punto de intriga y mucho interes para el lector. Lo he disfrutado mucho. Abrazos
ResponderBorrarQué bueno que te haya gustado Ester
BorrarNo pensé que iba a ser tan bien aceptado.
Gracias otra vez. (Rosana)
Rosana, has urdido una trama muy curiosa, pero totalmente factible.
ResponderBorrarNo me extraña que el protagonista terminara entre rejas. Al autor del relato no le quedaba otra que terminarlo de ese modo. 😘✔
Un abrazo y feliz fin de semana.
mil gracias Berta y bienvenida!!! Abrazos desde Argentina.Qué bueno que te haya gustado.
BorrarRosana, pobrecillo tu protagonista, encima del drama que le toca vivir y la cárcel, tiene que vivir con la mala conciencia por su ambición, eso es ya el colmo. Muy buen relato.
ResponderBorrarUn abrazo y feliz fin de semana.
Jajajajaj, sisisi, pobrecito. Muchas gracias!!! Se habrán encariñado con su desgracia. Abrazo!!!
BorrarMe encanto amiga, has logrado tenerme en vilo ajjaaj. Pobre hombre el solo quería brillar por una vez en su vida y zas, se muere la persona que podía dar fe de que le había dejado las llaves. Y ahora su tesis en la cárcel cachi en diez Muy bueno lo has llevado genial. Te felicito y te mando un besote grande. Buen fin de semana.
ResponderBorrarGracias a vos Campirela por nuevamente ser multiplicadora de propuestas que activan mi mente y mi imaginación.
BorrarAbrazos.
muy bueno!!!
ResponderBorrarMuy bueno. Bien tramado, porque vas dando pasos hasta el presente, de una muerte, para colmo. Esos turistas ya harían de las suyas, seguro.
ResponderBorrarUn abrazo, y buen finde
Hasta un traspié momentáneo y sin premeditación puede hacer que una vida entera se vaya al traste! Tendrá tiempo tu personaje de arrepentirse tras los barrotes!
ResponderBorrarUn abrazo
Me estás tentando a que continúe. Vaya a saber, tal vez. Es verdad que un mínimo error se puede convertir en una máxima desgracias.
BorrarAbrazos.
Vaya. Un robo a mano armada. No había leído ninguna así. Ni con ambición, ni sin, pobre ..por hacerse unas fotos. Tuvo mala suerte, pero la vida no es justa.
ResponderBorrarBesoss
Graaaacias Gabiliante, pero seguro habrás leído muchos cuentos así. Qué bueno que te haya gustado, y no, no, la vida no es nada justa.
BorrarAbrazo