Y una vez más "El relato juevero". Esta vez nos convoca Myriam, desde AMORES Y RELACIONES
No todas las fábricas se llaman fábricas. Las que fabrican barcos, se llaman ASTILLEROS.
Viví mi infancia pegadita a dos de ellos, ya que el barrio en donde nací, la Isla Maciel, se encuentra a orillas del Riachuelo, que desemboca en el Río de la Plata
Once cuarenta y cinco…falta poco para el medio día. Hace
muchísimo calor y los chicos están de vacaciones. En la cocina un humeante
estofado logra levantar la humedad del piso. Agobiante el calor que entra por
el tejido de alambre.
La olla de aluminio de dos pisos. Si, si, de dos pisos – uno
encastra perfectamente con el otro – ya está preparada: en la parte de abajo
los spaguetti y en la de arriba un trozo de paleta jugosa, tierna y mechada,
inunda el ambiente con perfume a tuco caserito. Más vale que no falte el pan.
María baja corriendo las escaleras. Está en la terraza
cosiendo los sweaters que tiene que entregar a la tarde. Es verano y son de
hilo peruano, igualmente pesan sobre la falda y hacen que le transpiren los
muslos debajo del vestido gastado, ese que usa para trabajar. Tiene que
terminar una partida de esos que, además, son bordados, los de rositas rococó,
pero esas, las borda por la noche, mientras en la tele pasan los capítulos de
Rolando Rivas taxista.
-
Ma, te acompaño
-
Apurate, sabés que tu papá quiere la comida a
las 12, si no nos encuentra se pone nervioso
-
Voy, voy, esperame eh.
-
Mirá que voy corriendo, se hace tarde.
Cuando las dos iban cruzando, ya llegando a la esquina de 3
de Febrero y Vieytes, empezó a sonar la sirena del Astillero. Una sirena
punzante, aguda, ensordecedora. Dos veces por día: a las 12 en punto y a las
17, a la hora de volver a casa, a la hora de que el mate esté listo, en punto,
ni un minuto más, ni uno menos.
-
Corré, corré, viste ya tocó la sirena, tu papá
me mata
-
Falta poco ma, una cuadra, ya llegamos
La reja que divide el astillero de la calle empedrada no se
abre a esa hora. Detrás de ella, como si fuesen presos que esperan a sus
visitas, una veintena de obreros estiran sus brazos en busca de la vianda que
contiene el bien preciado: el almuerzo. Jamás un sándwich, ni una hamburguesa,
ni una barrita de cereal con una gaseosa, ni un alfajor comprado a las corridas
con un café frío del barde la esquina, ni dos galletas de arroz con queso de
máquina y agua mineral, ni…Siempre el almuerzo que ellas, sus esposas, madres,
novias, les alcanzaban a ellos: los obreros del Astillero.
María nunca dijo: “yo también trabajo, por qué tengo que
correr”, no faltó jamás a esa cita que durante años - hasta que cambió de
domicilio y lo mudaron a Puerto Madero – la convocó diariamente a sus deberes
maritales.
María corría porque sus almuerzos, hechos con toda la
dedicación de esta tierra, se enfriaban y seguramente se irían a deslucir.
Corría 1970, y el Riachuelo, en ese sector, se inundaba de
barcos nuevos prontos a ser botados y partir. Desde casa, se oían los ruidos a
chapa golpeada duramente para ser convertida en partes curvas, planas y
demases. Los soldadores chisporroteaban
al unísono encegueciendo a quienes estuviesen mirando ese espectáculo. Las
chimeneas de otros barcos que iban y venían por el río se veían desde la
terraza. El país crecía…y yo también.
Que interesante lo que cuentas
ResponderBorrarPoco recuerdos tengo de mi patria
y eso me pasa por enfocarme
solo en el hoy del aliento
Hola, como estás, qué bueno que pases por acá y nuestros escritos sirvan para hurgar en la memoria.
BorrarAbrazos
sublime descripción de ese paisaje...
ResponderBorrarRecuerdos ... La Boca ... Caminito
que te puedo decir... aguante el XENEIZE !!!!!
Abrazos de Hoy... \m/ \m/
Qué lindo!!! Sos de por acá??? Estás cerca??? Qué bueno
BorrarAbrazos
¡Qué recuerdos! ¡Sí que he visitado astilleros en Buenos Aires! Tu relato me transporta a esa época en la que viví en Argentina. Tal cual, la comida de las esposas de los obreros, tiene un sabor y calor especial porque está hecha con amor.
ResponderBorrarMuchísmas gracias por haberte sumado a mi convocatoria, Rosana. Beso grande.
Gracias Myriam, como ya te dije, gracias a vos por la consigna. Despertó recuerdos olvidados por alguna parte del alma. Abrazo.
BorrarGracias por vuestra visita a mi blog, amigas...Impresionante el trabajo y día a día de esos astilleros, que han marcado la vida en muchas gentes. Las esposas cocineras, los maridos sufridos y presos de ese duro trabajo y los vecinos y viandantes, que escuchaban las sirenas y el ajetreo constante...Mi felicitación por la entrega y realismo que le habéis dado.
ResponderBorrarMi abrazo entrañable y admirado. Feliz jueves.
Muchísimas Gracias por tan cálido comentario, gracias por pasar y qué bueno que te haya gustado.
BorrarGracias nuevamente. Rosana
Perdonen la demora en responder. Estoy hace un rato disfrutando vuestro blog. Realmente inspirador... Las sigo de aquí en más...
ResponderBorrarAbrazo hasta allá.
¡Qué bueno!!!Muchas gracias Carlos. Gracias por quedarte entre nosotras y comenzara compartir nuestros escritos. Abrazos
BorrarYo no he visitado uno y debe ser de lo más interesante, la verdad. Una remembranza, un trabajo duro, pero había otra cosa, ¿verdad?
ResponderBorrarUn beso enorme, Rosana.
GRacias Mag, bueno qué maravilloso que a través de mis recuerdos te haya hecho conocer un poco ese mundo apasionante que pone en marcha los barcos.
BorrarAbrazo
Con la lectura de tu texto he conocido un poquito más vuestras costumbres y de veras que he visualizado a María correr para llegar a tiempo con el almuerzo a esas rejas donde con ansia la espera su esposa para comer los manjares que cada día ella ofrece con cariño y dedicación.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo!!
Guauuu, un honor Campirella, qué bueno haberte hecho conocer un poquito más de nuestra historia, que es tan amplia y variada. María era mi madre, y jamás dejó de correr, salvo cuando ya no pudo andar más. Abrazos.
BorrarQué recuerdos...
ResponderBorrarGrandiosos.
Disfruté cada imagen.
Saludos, Rosana. Que tengas un gran día 🏙
Mil gracias Tambok. Seas bienvenido siempre. Qué bueno que te haya gustado!!!
BorrarAbrazos
Impecable relato de una época. Vi mi niñez reflejada allí. Gracias.
ResponderBorrarGracias!!! Era nuestra infancia, así simple, tranquila.
BorrarAbrazos.
Excelente retrato de un tiempo ido desde la perspectiva de alguien con empatía. Un abrazo
ResponderBorrarGracias Neogeminis un abrazo enorme, gracias por pasar.
ResponderBorrarGenial relato de otra época. Me gusto mucho. Te mando un beso.
ResponderBorrarGracias Alexander, gracias por tus palabras y por pasar por aquí. Te esperamos siempre.
BorrarAbrazos
Unaa esposa ùnica, muy buen relato, felicitaciones Rosana.
ResponderBorrarmariarosa
Mi madre era única en muchas cosas...no sé si era la esposa perfecta, pero hacía ese tipo de cosas.
BorrarAbrazos.
Muy bueno, ella corriendo aunque trabajaba también, y ese sonido de sirena, poniendo cotas al tiempo para todos.
ResponderBorrarUn abrazo porteño
Gracias Albada, si, corría siempre, siempre. Un abrazo porteño
BorrarHola Rosana. Me ha encantado, y me ha recordado un poco a mi madre en mi infancia. Besos :D
ResponderBorrarGracias Margarita, si, muchas madres han tenido el mismo perfil
BorrarUn buen relato que recuerda el esfuerzo de tantas mujeres !.
ResponderBorrarUn saludo ;)
Exactamente, un esfuerzo que no se percibía como tal, sino como una obligación.
BorrarAbrazo Artur
Una nostalgia vivida y bebida hasta hartarse... mu buen relato... me vi esperándote antes de las sirenas... Todo lleno de romance.
ResponderBorrarDe lejos escucho las sirenas de valparaíso... el sol siempre llega detrás de las sirenas de las fabricas de harina de pescado.
Guauuu, adoraría conocer Valparaíso. Sé que algún día llegaré por ahí. Un abrzo!!!
BorrarMenudas historias de vida... cuántos pasos se han trabajado para poder llegar hasta aquí, para crear futuro.
ResponderBorrarMe encantó.
Bss
Siiiiiiiiiiiii, cuántas cosas se han vivido hasta tener lo que tenemos y cuántas se vivirán.
BorrarAbrazos Sylvia
Me ha encantado porque has dibujado una estampa para mi desconocida pero con el don de hacerme entrar de lleno en ella. Sublime! Besos.
ResponderBorrarMe encanta haber despertado eso, es la idea, que aquellos que no lo han podido ver, lo conozcan. Un abrazo Molí
BorrarMe recordaste las fábricas, el puerto, las sirenas, la infancia que pasó, hermoso texto, me emociona recordar, un abrazo, Patricia.
ResponderBorrarEl puerto marcó nuestra infancia y hoy en día, mi trabajo. Pido a Dios que surjan más desafíos que logren despertar mis recuerdos olvidados
BorrarGracias
cargamos mochilas de momentos que de tan nuestros somos nosotros. Suma de vivencias incapaces de transmitir a las nuevas generaciones por que hay que vivirlos para llegar a alcanzar un ápice de ellos. Un abrazo
ResponderBorrarVAlijas de recuerdos, eso somos...nunca están del todo vacías.
BorrarAbrazo Rodolfo
Hacer barcos.... de seguro muchos de esos Leviatanes alli construidos todavia navegan los 7 mares!!
ResponderBorrarPor supuesto José Casagrande, muchos siguen transitando por las aguas y llevan consigo el esfuerzo de los obreros para construirlo. Un abrazo enorme.
BorrarEs interesante como lo contás.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias Demiurgo, gracias por leer y pasar por aquí.
BorrarAbrazo
Me ha parecido muy entrañable tu forma de describir algo tan cotidiano como llevar la comida al astillero. lo que me ha sorprendido es lo de esperar tras las rejas las viandas, ¿que sentido tenía? ¿no perder tiempo?, o lo veo digno por quien impartía las normas.
ResponderBorrarYyyy, era la hora del almuerzo, sólo tenían una hora y debían comenzar nuevamente, esperaban que llegara la comida, ansiosos. Claro, era para no perder el tiempo.
BorrarAbrazos.