Cuántas soledades nos atraviesan a lo largo de la vida, pero había que elegir una y creo que esta, es la más dolorosa de las soledades. No saber seguir adelante cuando alguien ya no está es no saber rendirle el homenaje que merece. Es un aprendizaje que toda escuela debería dar: ¿cómo estar sólo, sóla, sin necesidad de nadie? Un contenido que la educación adeuda.
Este es mi aporte para el VadeReto de Septiembre
La Soledad avisa (por Rosana)
A pesar de que ella le había
dicho nueve años antes que padecía de cáncer en la garganta, él - se supone- jamás lo creyó realmente. Es que ella jamás
pensó lo que terminaría pasando, porque su perfección, sus ansias de que todo
se hiciese a su manera, habían sido más fuertes y entonces, había permitido que
él fuera su esposo-hijo, si, muy poco esposo y tan hijo que no había logrado
cumplir la función de padre.
-
Me decías que yo era un egoísta – le repetía
delante del cajón el día que ella dejó de respirar - ¿Cuándo fui egoísta? ¿Por
qué me decías eso?
Y como un pichoncito de gorrión
empapado por la lluvia, agachó su cabeza, encorvó los hombros, agachó la frente y se detuvo. Se detuvo de
tal forma que su hija, que venía de largos cuidados en hospitales varios para sacar
a su madre adelante, guardó su cansancio y lo agarró del brazo y siguió
criándolo como un padre – hijo, muy poco padre y tan hijo que la enfermó.
La soledad le había avisado nueve
años antes que llegaría, se lo dijo en cada estudio que ella se hacía, en cada operación,
en cada sesión de quimioterapia, en cada delgadez que no visualizaba, porque
los niños no ven más que su necesidad de estar amparados. La soledad había
salido a su encuentro esa navidad en que ella había ido sola a la guardia de la
clínica a mostrarle a un médico cualquiera que algo le atravesaba la garganta y
él siguió adelante con su niñez de casi
setenta y pico de años.
Inútil que su hija quiso
mostrarle las bondades de seguir vivo, vivo, sin nada que padecer porque tenía
la salud de gran roble. No podía verlo porque para estar en soledad, se debe de
ejercitar mucho de antemano, antes, cuando uno disfruta de sana compañía, antes
que nada, debe de saber disfrutar de la compañía de uno mismo.
Qué lindo y triste relato, pero es cierto que muchos esposos, más que ejercer de ello, son niños pequeños que piensan que su mujer es su mamá.
ResponderBorrarTal vez hay hombres que no están preparados, para ser ni esposos ni padres, sigue siendo niños toda la vida.
Besotes+++
Este fenómeno se da también en algunas mujeres, pero bueno, nunca es culpa de uno sólo, la vida. Un abrazo Campirela.
BorrarMuy bueno tu relato, triste muy triste, como la vida misma cuando te lleva a transitar esos caminos.
ResponderBorrarSi estas solo, peor aún, porque se puede estar acompañado y aún así estar solo si los demás no ven lo que te pasa.
Un relato para reflexionar, muy bueno.
Un abrazo Ro.
PATRICIA.
Los demás tienen sus vidas Patri, hoy en día se promueve valorar mucho la vida de uno porque hay una sóla. Un abrazo.
BorrarBuen relato, sí, hay hombres que son inmaduros, lo que dificulta la convivencia. Toda una invitación para meditar.
ResponderBorrarAbrazo.
A veces hay mujeres también inmaduras, la vida misma teje sus tramas y uno va dejándose envolver. Abrazo
BorrarUf! emociona leerlo, aun sabiendo que es una historia creada por tu imaginación, cada palabra duele. Somos madres siempre de todo el que está con nosotros, amparamos y cuidamos por eso cuando la ausencia llega desordenada deja una soledad insuperable. Un abrazo
ResponderBorrarGracias Ester. Muchas veces la realidad supera la ficción, ojalá fuese fruto de mi imaginación. Un abrazo
BorrarHola, Rosana.
ResponderBorrarEs complicado despedirnos definitivamente de aquellos a quien amamos. Los ciclos de la vida son así, pero no es menos doloroso. Supongo que en parte es la educación que tenemos sobre la muerte y la poca reconciliación que existe en ella.
La dependencia emocional o cotidiana es temible, y en tus letras queda perfectamente reflejado.
Un abrazo.
Si es complicado, pero por experiencia personal, cuando se está muy al lado del que sufre mucho, se termina pidiendo clemencia. El tema es qué lugar ocupamos, qué rol decidimos cumplir en ese proceso. Es todo un tema. Un abrazo.
ResponderBorrarHola, Rosana.
ResponderBorrarUn relato triste, pero muy reflexivo y didáctico.
Llevas mucha razón, la Soledad hay que entrenarla. A pesar de estar en familia, con amigos, con parejas, es necesario saber estar solo y no sentirse mal, porque cualquier día no habrá más remedio.
Es difícil seguir viviendo cuando se va quién es tu soporte, tu guía, tu fuerza, pero así es la vida, hay que seguir adelante y, como muy bien dices, brindárselo a la persona perdida como un homenaje.
Un relato precioso. Muchas gracias por traerlo al VadeReto.
Abrazo grande.
A veces ,os adultos no están preparados para según qué cosas y actúan como niños. Buen aporte! Un abrazo!
ResponderBorrarUna soledad en compañía durísima y agotadora. Muy bonito, Rosana. No hay reproche en esta historia pero sí mucha melancolía. Me gusta mucho el tono que le has dado.
ResponderBorrarHola Rosana
ResponderBorrarEmpezaré diciéndote que estoy totalmente de acuerdo contigo en que "No saber seguir adelante cuando alguien ya no está, es no saber rendirle el homenaje que merece. Es un aprendizaje que toda escuela debería dar y no da." Por lo que nos toca aprender por nuestra cuenta, aprender que antes de disfrutar de la compañía del otro/otra, se debe aprender a disfrutar de la compañía de uno mismo. Pero, a veces, es más agradable o más fácil seguir jugando a vivir sin crecer, sin responsabilidades, sin hacerse cargo, sin VER lo que no se quiere ver. Total, el otro siempre está... o no.
¡Excelente propuesta para el reto! Un abrazo
Marlen
Interesante reflexión. Al fin y al cabo, la única persona con la que vamos a estar en cada momento desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte vamos a ser nosotros mismos.
ResponderBorrarSaludos cordiales.
¡Hola Rosana! Un relato muy triste y muy real que invita a la reflexión. Todos deberíamos entrenar el convivir con esa soledad porque seguramente en algún momento de nuestras vidas nos tocará vivirla.
ResponderBorrarUn saludo.