martes, 7 de enero de 2025

Ensalada de pimientos. (Por Patricia F.)

 

 Hola a todos, aquí estoy de vuelta luego de las fiestas, participando de la propuesta de Mari en su blog "Hacia el último escalón de la magia".

Este jueves de relatos la propuesta es "Ensalada de pimientos" donde la historia puede ser o no de cocina, donde debe estar incluida la palabra pimiento, no superando las 350 palabras, salvo que el texto lo requiera.

Yo escribí sobre un recuerdo de infancia que todavía tengo muy presente, porque en los días de asado hago esa ensalada de pimiento rojo y cebolla que me encanta.








Ensalada de pimientos. (Por Patricia F.)


Eras un hombre grandote, de ojos celeste cielo y tu pelo tan blanco se dibujaba como nubes de algodón sobre tu cabeza. Por alguna cuestión genética, a los veintitantos tu cabello se volvió totalmente blanco y hacía resaltar aún más tus pupilas y la piel de tu rostro enrojecida por el sol. 

Caminabas lento por el camino de la quinta, no había razón para apurar el paso, los tiempos para quienes viven en el campo se miden por la salida y puesta del sol, por la luna para sembrar y por los meses sin "R” para podar, o sea los meses de invierno. 

Época de verano y de cosecha, los canteros rebosantes de frutos maduros: tomates, ciruelas, duraznos, peras, pimientos o ajíes morrones (como los llamabas) 

Tío Beto, trabajabas con tesón la tierra, leías buenos libros a la hora de la siesta, inventor de cuentos para nuestro deleite. 

En esas cálidas noches de verano muchas veces tu cena era una gran fuente de ensalada de cebollas, pimientos rojos y verdes, bien carnosos, un poquito de sal y aceite. Los acompañabas con pan y si había un poco de vino de la costa, de la quinta de Virginio. Ese era el final de la jornada laboral del día y a dormir temprano pues a la salida del sol te levantabas y otra vez rumbo a la quinta antes de que el sol quemara. 

Regabas los inmensos canteros a pura regadera, no había otra forma de hacerlo. Juntabas agua en las zanjas de riego y así ibas mojando la tierra alrededor de las plantas que te lo agradecían que esos rojos y perfumados pimientos maduros.  

Ibas cosechando y armando cajones de ajíes verdes y otros carmesí, para enviar al mercado de frutos. Guardabas algunos grandes, los más bonitos para sacar las semillas, que la nona secaba al sol sobre tela de algodón y luego guardaba para el próximo año sembrar un nuevo almácigo. 

Y esa noche nuevamente en salada de pimientos y cebollas para la cena. 

Hoy trato de repetir esa ensalada, pero no sabe igual, no son tus ajíes tan bien cuidados ni tampoco las manos de mi nona, cortando con tanta paciencia. 





Una foto de aquellos años, mi tío abuelo Beto regresando de la quinta al atardecer.

6 comentarios:

  1. Qué bonito recuerdo, me ha encantado

    Una receta con alma. Un abrazo, Patricia

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Albada, me alegra mucho que te haya gustado, es un recuerdo de infancia que atesoro en mi corazón.
      Un abrazo.
      PATRICIA F.

      Borrar
  2. Hola a las tres. Espero que estas navidades hayan sido estupendas y que 2025 nos depare bienestar, suerte y tranquilisas.
    Sin duda, las fotos es el reflejo más fien del paso del tiempo.
    Muy buena entrada.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  3. Un placer pasar por este espacio, siempre se sale de aquí contenta porque siempre hay novedades y bien narradas. Un abrazuco

    ResponderBorrar
  4. Bienvenidas chicas, un feliz 2025.
    Me gusto este relato, se ve que hay mucho de verdad en él. Y la foto es toda una reliquia. Un besazo.

    ResponderBorrar
  5. Un buen relato para un mejor recuerdo.
    Feliz 2025!!!

    ResponderBorrar

Ensalada de pimientos. (Por Patricia F.)

   Hola a todos, aquí estoy de vuelta luego de las fiestas, participando de la propuesta de Mari en su blog "Hacia el último escalón de...