lunes, 6 de septiembre de 2021

Segundos impensados (por Poppy)

Día 1

        Su mundo se había ido. Ahora estaban en uno nuevo, completamente distinto.

        La explosión atómica había devastado todo, dejando al planeta en ruinas.

        La visión del paisaje era desoladora. Donde antes abundaba el verde, ahora estaba inundado de color ocre. Donde antes había edificios, ahora se veía esqueletos de piedra ennegrecidos.

        Todo había cambiado. Todo, era todo.

        El número de habitantes había disminuido, y sólo se veían pequeños grupos dispersos y aislados. No había rastros del resto de los mortales, como así tampoco de cuerpos esparcidos por ahí. Simple o misteriosamente, habían desaparecido.

        Los hermanos se miraron nuevamente queriendo recibir del otro una respuesta a esta situación. Ninguno de los dos podía hacerlo. Sólo una mirada compasiva salía de sus semblantes.

        Ya habían caminado mucho tratando de encontrar algún lugar o a alguien, que pudiese explicar lo que estaban viviendo.

        Sus penurias fueron muchas: tuvieron que guarecerse en lugares inhabitables, comer alimentos enlatados y caducados, y usar la misma ropa sin poder asearse. También, aprendieron el arte de la autodefensa, ya que no todos los grupos con los que se cruzaron fueron amigables.

        Ahora regía el “sálvese quien pueda”.

                                               *****************

        La pareja adulta quedó inmovilizada al escuchar la estruendosa explosión seguida de un temblor aterrador.

        A manotazos se pudieron agarrar de lo primero que encontraron a mano, y así estuvieron hasta que pasó la sacudida y el ruido se apagó.

        Se miraron extrañados, y con el ceño fruncido empezaron a mirar hacia el exterior.

        Todo estaba igual. Nada había cambiado.

        Con paso ligero, llegaron a la puerta principal y salieron al jardín del frente. Allí se encontraron con otros vecinos que también miraban extrañados alrededor sin saber el porqué de la situación.

        Una vez pasados esos minutos de estupor, intentaron comunicarse con sus dos hijos, pero no había señal móvil. Estaban incomunicados.

        Sabían que en ese horario, ambos hijos estarían en la facultad, por lo que se subieron al automóvil y partieron raudamente hacia allí.

        Les extrañaba que no caminara ningún estudiante, por ello, desesperados empezaron a correr por los pasillos en busca de alguna autoridad, y la encontraron.

        Ésta estaba tan desorientada como ellos. No podía dar ninguna explicación, salvo que antes de la explosión, estaban todos realizando sus rutinas habituales, y que posteriormente, se habían desvanecido.

        No había quedado rastro del alumnado.

        A medida que iban llegando más padres y la policía estatal, todo se convertía en un caos.

        Esta última no daba abasto, ya que las denuncias por desaparición de adolescentes y jóvenes abarcaban un gran radio.

        La desesperación y la búsqueda frenética empezaron a poseer las mentes.

        Acorde pasaban los días y las semanas, se hacía más frustrante la búsqueda. Ya no había recoveco por donde mirar, puesto que todos buscaban a todos.

        El ímpetu empezó a mermar y con él las esperanzas.

                                         **************

        El científico, después de experimentar la sensación de triunfo, se restregó las manos, se recostó en la silla y empezó a reír.

        Daba vueltas en redondo, impulsándose con las piernas, llegando a tal frenesí, que el mareo lo alcanzó y tuvo que dejar que la inercia lo frenara.

        Sonriendo, se levantó y empezó a verificar todos los cálculos programados. El plan había salido exitosamente. Esto era un triunfo para la ciencia y le daba el poder para ser dios. Nadie lo iba a superar.

        Él sabía que con sólo presionar el botón verde y bajar las tres palancas plateadas, podía revertir todo lo hecho, por eso no le importó haber quedado en la dimensión equivocada.

        Su felicidad no fue eterna, ya que su estado emocional hizo que su organismo celular empezara a fallar.

        Se sentó, mareado y sin aire y con los ojos desorbitados y con una mano agarrándose la garganta, expiró.

        Su cuerpo inerte había quedado sentado enfrentado al espejo secundado por las múltiples pantallas de monitoreo, a la espera de alguien que lo encontrara en ese búnker secreto.

        Meses después…

        Los chicos seguían andando sin rumbo fijo, pues nadie les podía decir con exactitud en dónde se hallaba ese lugar en el que todos coincidían: Aguaclara.

        No figuraba en los mapas que se exhibían en las tiendas destrozadas. Nadie sabía el porqué, pero todos lo buscaban.

        Ellos, sentados sobre troncos caídos en medio del bosque, empezaron a preparar las armas precarias que utilizaban para alimentarse.

        Ya listos, comenzaron a agudizar los oídos. El crujido de algunas ramas no se había hecho esperar. Fue ahí que se alertaron y la vieron. La liebre husmeaba de un lado a otro buscando su alimento, sin saber el destino que la acechaba. Con un golpe certero en la cabeza, el animal cayó muerto.

        Ya con la panza llena, y luego de chuparse los dedos y limpiárselos contra las ropas, ambos hermanos se recostaron a descansar un poco. Tenían que emprender la marcha sin tardanza.

        No supieron cuánto tiempo estuvieron dormitando, pero se despertaron al sentir sobre sus mejillas el frío roce de un fusil.

        Los hicieron levantar sin miramientos, y con empujones los esposaron con cordeles gastados.

        Empezaron el interrogatorio seguido por golpes dados ante cada respuesta. Las piñas, las patadas, los cortes, los cigarrillos apagados sobre la piel, las tenazas que apretaban los dedos, los escupitajos y los tirones de pelo abundaban. Las palabras cargadas de maldad también mostraban el abuso.

        Estos eran los peligros que ellos habían estado esquivado durante tanto tiempo. No era el primero, pero cada uno de ellos los llenaba de odio y adrenalina, y les despertaba el instinto de supervivencia.

        La noche había llegado y con ella, la tranquilidad. Las estrellas iluminaban el firmamento y los pájaros nocturnos cantaban sus melodías.

        Sus caras estaban amoratadas y sangrantes, sus cuerpos adoloridos, y su respiración se había estabilizado.

        Sus miradas, a pesar de los dolores, hablaron y urdieron un plan para escapar.

        Aprovecharon la borrachera de sus jóvenes captores, y despacio empezaron a frotar la soga sobre los troncos de los árboles. Les resultaba difícil llegar a cortarla, más si cada tanto paraban al oír uno que otro ronquido. Al constatar que todo estaba bien, seguían con su tarea.

        Les llevó bastante tiempo, pero como aún no había amanecido, pudieron agarrar sus cosas, y retrocediendo, huyeron del lugar.

        Una vez lejos de allí, empezaron a correr y sólo descansaron cuando nuevamente oscureció.

        Exhaustos, llegaron a un lugar totalmente deshabitado. Buscando a tientas, encontraron una cueva tapada por la vegetación que les sirvió de refugio.

        Entraron en ella, prendieron la linterna y se hizo la luz. No había mucho para descubrir. Luego encendieron la fogata y el calor los abrigó. Entonces en ese momento, se recostaron y los inundó el sueño.

        Por la mañana, al sentir que la covacha se iluminaba, despertaron.

        Fue en ese momento que pudieron inspeccionar la guarida.

                                        ********************

        Los padres, a pesar del estado de ánimo desesperanzador que tenían, siguieron con la búsqueda.

        Contrataban a investigadores privados que iban rotando cuando se cortaba una pista y los resultados eran desalentadores.

        Recorrían lugares antes no buscados, abarcando así una vasta zona.

        Su búsqueda corría a la par que los agentes contratados. Los padres llegaban más lejos.

        Todo era un esfuerzo inútil. El dinero se iba cuan desborde caudaloso de agua, y los ánimos se disparaban sin rumbo.

        Fue en una de esas inspecciones que hallaron un cobertizo escondido entre la espesura del bosque. Estaba descuidado y deshabitado.

        Llamaron a la puerta por precaución, y no obtuvieron respuesta alguna; sólo el ruido de los pájaros los acompañaba.

        Entraron silenciosos al cobertizo.

                                        *********************

Hoy

        Los hermanos, abrieron la puerta camuflada entre las rocas, y se encontraron con una habitación totalmente equipada con tecnología de última generación.

        Habían hallado un laboratorio e intuyeron que éste era el porqué del misterio que nadie sabía.

        Se adentraron en él, y en el centro hallaron a una persona sentada frente a todo un panel de pantallas.

        Corrieron hacia el hombre y sólo encontraron un cuerpo en total estado de descomposición.

        Su frustración fue enorme. Sus esperanzas habían renacido fugazmente con ese descubrimiento y habían muerto con la confirmación del deceso.

        Miraron las pantallas y pudieron observar dos realidades opuestas; sobre la izquierda, veían el mundo actual y a la derecha, veían las imágenes que les regalaban el mundo anterior a la explosión. 

        Lo que les llamó la atención fueron las fechas indicadas en las pantallas. Todas coincidían.

        Poco tardaron en descubrir que había dos planos paralelos. Coexistían dos realidades distintas en el mismo tiempo cronológico.

        Después de tal sorpresa, empezaron a buscar a sus padres. Pudieron descubrirlos y la angustia se apoderó de ellos. ¿cómo podrían unir las dos realidades?

        Estaban frente a un panel lleno de teclas, botones y palancas. No sabían la función de cada cual. Otra vez la frustración fue a visitarlos. Otra vez la indecisión se coló en ellos.

        Se miraron, y gracias a su determinación, empezaron a tocar todo lo que veían, pero nada...todo seguía igual.  Ya habían probado con cada cosa que tenían a su alcance para unir los dos mundos.

        Cansados y frustrados, empezaron a llorar mientras miraban las pantallas de la derecha, mientras observaban el mundo de sus padres y el de ellos.

        Salieron de la guarida sin saber que las tres palancas plateadas y el botón verde que ellos buscaban estaban detrás del espejo central.

        Empezaron a caminar sin rumbo y desaparecieron del lugar. 

        Así se esfumaba la esperanza.

                                        *********************

           El desgastado matrimonio había encontrado todo ordenado y con una capa de polvo sobre cada superficie. Las telas de araña habían tomado posesión del lugar y se las veía por doquier.

        Caminaban cautos y mirando todo detalle.

        En una de ésas, vieron que de una moldura de la pared sobresalía una muesca fuera de lugar. La tocaron, y como un resorte, el panel dio lugar a una puerta corrediza que automáticamente se abrió.

        Lo que vieron los llenó de asombro.

        Se animaron, y entraron a un laboratorio con la más alta tecnología que ellos conocieran. A lo lejos, hallaron a un hombre sentado en una butaca.

        Sus palabras no eran recibidas por éste, pues los ignoraba. Enojados, llegaron junto a él y se dieron cuenta de que habían estado hablando con un cadáver. Ya no había vida en ese cuerpo. Las bacterias eran las únicas vivas y se dedicaban a trabajar en la descomposición.

        Frustrados siguieron mirando.

        Les llamó la atención el espejo que se encontraba en el centro de la pared, secundado en ambos lados por varias pantallas. En ellas se mostraban dos realidades.

        Su asombro, no podían ser contenido al ver la devastación que mostraban unas y la prosperidad que devolvían las otras.

        En eso, sus hijos aparecieron reflejados en una de las pantallas. Los vieron correr por la zona destruida y cazando para comer. La madre se llevó las manos a la boca queriendo ahogar un grito y el padre la abrazó.

        Hipnotizados con esas imágenes, los vieron por última vez entrar a una cueva.

        Al hacerlos en otro plano, se desesperaron y comenzaron a tocar toda tecla, toda palanca y todo botón que veían: nada fue el resultado.

        Frustrados, salieron de ahí sin saber que estuvieron a centímetros de cambiar la realidad.

        La tristeza los siguió acompañando mientras abandonaban el lugar para siempre. 

 

2 comentarios:

  1. Felicitaciones Poppy, me tuviste en ascuas hasta el final, muy buena historia, muy imaginativa!

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  2. Muy bueno, por momentos me hiciste recordar a Ray Bradbury.
    Muy buen clima de suspenso!!!

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