Vamos nuevamente con los relatos jueveros y con la propuesta de MOLÍ, así que decidí contarles una historia que es tan real, tan verídica...
Molí del -Canyer nos propone elegir una de las imágenes que pueden ver haciendo click en la fotografía.
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Buenos días señorita ¿Cómo está usted? – Era la
primera vez que lo veía y ese saludo tan efusivo iluminó el día desde temprano.
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Bien ¿Cómo estás? ¿Vos quién sos? Bienvenido
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Me llamo Marcelo… ¿y qué hemos de hacer ahora?
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Hoy vas a estar conmigo, mi nombre es Rosana,
pero tu Seño no vino. Voy a acompañarte a tomar el desayuno ¿Querés?
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¿Es gratis?
Lo miré un instante. Mi mano tomó
impulso y no reparó en acariciarle la cabellera, mientras mi cabeza no dejaba
de preguntarse ¿Por qué?
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Sí, es gratis, y hay mate cocido con vainillas. ¿Quermés?
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Estoy
abierto a conocer nuevos gustos, así que voy a probar.
Sonreía con una sencillez y
transparencia que emocionaba; como un néctar de alegría mezclada con aceptación
que entristecía hasta al más áspero de los seres.
Su acento poco común para mí me
iba haciendo sospechar que no era porteño y que ni siquiera era oriundo de
ninguna provincia que conformase este extenso territorio.
Aún no me animaba a preguntarle
el origen; era su primer día en una escuela nueva, llena de gente nueva que
seguramente le sonaban raro al oído y su maestra (que no era yo) había decidido
tomarse una licencia – producto de un enojo con algún adulto. Esas cuestiones
que existen en este bendito país; esas leyes infectadas que favorecen a
cualquiera menos que a los niños –
Mientras sorbía con entusiasmo el
verde brebaje, observé que sus ojos se movían hacia un lado y hacia al otro,
con insistencia, con curiosidad y algo de preocupación. Fijó la vista en el
patio, atravesándolo con su mirada,
topándose con una bandera que no es la suya.
-¿Buscás a alguien? – Tragó el
último sorbo de mate cocido, se limpió muy bien las comisuras, se sostuvo el
pecho con una mano para ayudarse a finalizar el desayuno y dijo:
- A mi hermano, pero estoy
tranquilo porque ya ha hecho amigos, mírelo, mírelo, mírelo cómo corre. Él
también está tranquilo, continuemos Señorita, vayamos al aula.
Su discurso me conmovió desde el principio. Se encontraba ávido por
responder, por saber, por comenzar a pertenecer. ¡Hace tanto que nuestros
jóvenes y niños han perdido ese deseo incontenible por aprender!
Nuestro sistema educativo está
roto, en terapia intensiva y sin oxígeno; falto de motivación por todos lados:
docentes desmotivados y alumnos desmotivados, hace agua por donde se lo mire,
así que tener la oportunidad de dialogar con esta personita que no alcanzaba el
metro treinta, preocupado por saber si sus útiles eran los que necesitaba para
aprender, hacía que a cada rato me dieran unas terribles ganas de abrazarlo y protegerlo.
Regresamos al aula y nos sentamos
y fue en ese momento en que decidí sentarme a su lado para que no se sintiera desamparado
y ahí entonces, soltó el manojo de angustia que le estaba oprimiendo el
estómago:
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Mi padre tardó quince días en llegar desde
Venezuela.
Sabía que el filo de sus palabras
llegaría en cualquier momento.
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Tuvo que escapar, atravesar situaciones
sumamente peligrosas. Cruzó con mi hermano el río mientras escapaba…
Yo me iba achicando ante tanta
grandeza, ante tanta realidad, pero él siguió orgulloso relatando cómo su padre
– un héroe para él – había hecho lo imposible por salvar a su familia del
hambre y del despotismo.
Quise llorar, pero lo dejé para
más tarde, hubiese sido perder el tiempo. Él reclamaba comenzar con la tarea,
porque veía en este, mi país, la luz que yo siento que cada día se apaga más.
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¿Y te gusta esta tierra Marcelo?
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Si Seño, es muy bonita, como es bonita esta
escuela, lo único que no entiendo por qué al arequipe le dicen dulce de leche.
Sonreí, lo tomé del hombro y fui
a hacerme un café. Me siguió y me preguntó:
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¿Y ahora con qué tarea continúo?
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Esperá un cachito Marcelo, termino y te digo
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¿Cachito? Supongo que cachito será un momento. ¿no?
¿Estoy en lo cierto?
Y no pude evitar la carcajada más
triste que expresé en mi vida.
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Es agradable leerte y encontrar palabras argentinas, yo tambien me he sonreído al confundir cachito con momento, en españa cachito no es un joven, o un conocido, es trocito, pedacito. Ah y el dulce de leche es mi vicio. Abrazos
ResponderBorrarA mi me pasa que cuando leo lo que ustedes publican, leo y voy entonando como ustedes. Me encanta también!!!
BorrarAbrazo!!!
Hermoso Ro, captaste tambien esas ganas que tienen de crecer y progresar quienes llegan buscando cobijo, y me reí porque en Venezuela "cachito" es una especie de pancito relleno de jamón, me encanto, un abrazo
ResponderBorrarAhhh, no sabía!!! Mirá qué culto resultó este blog, hasta con clases de variedades del castellano.
BorrarAbrazos.
Muy bien. Eaa historia, más que posible de esos venezolanos buscando un futuro. Por supuesto, en Buenos Aires igual no lo encuentran, pero lo inetentaron.
ResponderBorrarUn abrarzo
Aunque no lo creas, ellos se sienten muy bien aquí. Evidentemente sufren demasiado en su lugar de origen, tal vez, descubran ciertas maravillas que nosotros no vemos. Cuando la necesidad es grande, lo que te ofrecen es maravilloso. Puntos de vista, dicen.
BorrarAbrazo.
Un texto donde la ternura y la magia de la inocencia de los niños lo envuelve todo.
ResponderBorrarAbrazos !!
Los niños son mi cable a tierra. Tanta inocencia en medio de tanta locura, un bálsamo
BorrarAbrazos.
Un texto que conmueve. Ese niño se integrará con el tiempo y aprenderá los modismos locales. Es más difícil cuando la lengua es otra y sin embargo, los niños tienen esa capacidad de adaptación que sorprende. Mi hija nació en Estocolmo y vivió allá hasta los 7 años y medio y sueco fue su primer idioma, aunque yo le hablaba en español. Después de mi divorcio, Cuando nos tuvimos que mudar a Argentina ella aprendió a hablar Castellano- argentino con perfecto acento rioplatense tanto que no te das cuenta de su origen nórdico.
ResponderBorrarBesos
Tantas historias, tanto poder de adaptación tenemos...Una maravilla el ser humano, pena que muchas veces esas potencialidades las utilizamos para hacer daño. Abrazos.
BorrarY antes, cuando mi hija tenía tres años, una vez que viajamos de vista a Colombia, ella se largó a hablar español para hacerse entender cuando jugaba con unos niños del condominio porque era el idioma correcto para hacerse entender. Hasta entonces, ella me había escuchado hablarle en castellano pero me contestaba en sueco.
ResponderBorrarGuauuuuuuuuu, maravilloso!!!
BorrarProblemas de entendimiento por distintos significados de palabras. Esos modismos! Jeje. Un abrazo
ResponderBorrarSisisi, es terriblemente interesante. Hablamos castellano de mil y una forma
BorrarAbrazos
Muy bonito y conmovedor a pesar de su duro y triste trasfondo.
ResponderBorrarUn placer tu participación, Rosana.
Abrazo grande 💙
Gracias Ginebra!!! Abrazos
BorrarEso de mirarlo todo como si fuera nuevo solo se capta a través de los niños y más si estos están predispuestos a aprender. Precioso y conmovedor, besos.
ResponderBorrarSiii, esa posibilidad de asombrarse de todo!!! No deberíamos perderla. Abrazo enorme
BorrarQué delicadeza de texto... esas palabras enlazadas en sus distintas acepciones que nos dan la idea de cómo se adaptan a la vida.
ResponderBorrarMuy bonito. Bss
Mil graaaaacias. Me pone muy orgullosa que hayas captado esos detalles. Gracias mil.
Borrar¡Me encantó el relato! Esta super bien narrado a través del dialogo, tan natural y fluido. 10/10. La pena es que las personas se vean obligadas a sufrir tales desventuras.
ResponderBorrarUn besazo, Artesanas
Exacto. Tenemos poder de adaptación, pero debería ser por elección, no por imposición. Graaacias por los elogios.
BorrarAbrazo.
si formas parte de un peral, si eres una de sus ramas, darás los mismos frutos que las de tus vecinas: Peras. Es la maravilla de compartir el mismo idioma, con giros y palabras propias de cada lugar. Un abrazo
ResponderBorrarQué hermoso ejemplo Rodolfo, muy apropiado para esta ocasión. Muchas gracias por pasr por aquí.
BorrarAbrazo
Hola.
ResponderBorrarEs un relato conmovedor.
Un niño muy especial, muy tierno.
Y especial también la sensibilidad de la señora.
Es verdad, el niño es maravilloso, me cautivó desde ese momento que entró al colegio y se presentó. Muchísimas gracias por tu comentario. Abrazo.
BorrarEs curioso esto del sentido que le damos a las palabras en un lugar o en otro. Algunas se sobreentienden, ah, pero otras... no hay manera.
ResponderBorrarEl niño es pura dulzura y lo has retratado tan calmado y maduro que es para comérselo.
Un beso enorme.